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El 30 de noviembre de 2025, Honduras celebró elecciones generales para elegir a un nuevo presidente, a los 128 miembros del Congreso Nacional, a 298 alcaldes y a 20 representantes al Parlamento Centroamericano (Parlacen).

Participaron aproximadamente 6,5 millones de votantes elegibles, incluyendo alrededor de 400.000 en el extranjero, principalmente en Estados Unidos.
La votación se llevó a cabo bajo un prolongado estado de emergencia (de casi tres años de duración) destinado a frenar la violencia de pandillas, en un contexto de altos índices de pobreza (superiores al 60% de la población), estancamiento económico y profunda desconfianza institucional.
La presidencia se decide en una sola vuelta por mayoría relativa, y el ganador asumirá el cargo el 25 de enero de 2026 para un mandato de cuatro años (la reelección está prohibida constitucionalmente).
Las elecciones se desarrollaron en un ambiente altamente polarizado, marcado por acusaciones mutuas de fraude de todos los partidos principales, violencia previa a la votación (incluyendo seis homicidios por motivos políticos durante la campaña, cuatro de ellos dirigidos contra candidatos del partido gobernante LIBRE) e interferencia externa.
Observadores internacionales de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y otros estuvieron presentes para monitorear el proceso.
Los resultados preliminares del sistema TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares), pensado para un panorama rápido, experimentaron fallas y demoras, lo que llevó a las autoridades a instar a confiar en el recuento manual oficial de 30 días realizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
A fines del 30 de noviembre, no se certificaron los resultados finales, pero las encuestas de salida y las primeras tendencias del TREP sugirieron una estrecha ventaja para Rixi Moncada de LIBRE, lo que podría preparar el escenario para disputas.
Candidatos Clave y Contexto Preelectoral
La contienda electoral fue una triple contienda entre:
Rixi Moncada (LIBRE – Partido Libertad y Refundación): Candidata del partido gobernante de izquierda, exministra de Finanzas y Defensa durante la presidencia de Xiomara Castro (cuyo índice de aprobación rondaba el 64%).
Moncada hizo campaña con la continuidad de la agenda progresista de Castro, que incluía la reducción de la pobreza, la igualdad de género y la integración latinoamericana (por ejemplo, estrechar lazos con China en lugar de Taiwán).
as encuestas le daban una ligera ventaja (entre un 35% y un 40% de apoyo), priorizando los programas sociales en medio de la recuperación económica tras la COVID-19 y los huracanes.
Nasry “Tito” Asfura (Partido Nacional – PN): Exalcalde conservador de Tegucigalpa, respaldado por el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente argentino Javier Milei.
Asfura se centró en la lucha contra la corrupción y la seguridad, prometiendo alinearse con los intereses estadounidenses (por ejemplo, el mantenimiento de bases militares estadounidenses). Obtuvo entre un 30% y un 35% en las encuestas, pero el respaldo público de Trump y la amenaza de suspender la ayuda estadounidense (Honduras recibe unos 200 millones de dólares anuales) impulsaron su campaña.
Salvador Nasralla (Partido Liberal – PL): Personaje televisivo centrista y exvicepresidente que renunció al gobierno de Castro. Su campaña se basó en la lucha contra la corrupción y la reforma económica, obteniendo entre un 25% y un 30% en las encuestas en un escenario de empate técnico.
Las prioridades de los votantes incluyeron el empleo (principal preocupación según las encuestas), la inseguridad (27,2 homicidios por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta de la región), la corrupción (que erosiona la confianza en las instituciones) y la migración impulsada por la pobreza y las crisis climáticas.
La campaña registró más de 700 agresiones políticas, incluyendo un tiroteo en noviembre en un mitin de LIBRE en el que murió un niño, y la filtración de un audio que supuestamente mostraba conspiraciones de la oposición para manipular el voto.
Las elecciones reforzaron la posición de Honduras como foco geopolítico de tensión en Centroamérica, con efectos en tiempo real, entre ellos:
Aumento de la tensión y posible malestar. Los fallos iniciales del TREP alimentaron las denuncias de fraude, especialmente de los partidos de oposición, como las controvertidas elecciones de 2017 que desencadenó protestas mortales (más de 30 muertos).
Las redes sociales amplificaron la desinformación, con redes de derecha (respaldadas por grupos de presión con sede en Miami) denunciando “manipulación socialista” por parte de LIBRE. Si la ventaja de Moncada se mantiene, podrían estallar protestas en ciudades importantes como Tegucigalpa, lo que interrumpiría las cadenas de suministro y la confianza de los inversores en el comercio entre Estados Unidos y Honduras (por ejemplo, en los sectores de la confección y la subcontratación en el marco del CAFTA-DR).
Reacción contra la injerencia de EE. UU. La intromisión manifiesta de Trump —apoyando a Asfura, amenazando con recortes a la ayuda e indultando al expresidente Juan Orlando Hernández (condenado en 2024 por narcotráfico)— provocó la condena de los progresistas hondureños y los observadores internacionales.
Esto podría tensar las relaciones bilaterales, incluida la cooperación antidrogas, y reforzar el sentimiento antiestadounidense (por ejemplo, los llamados a expulsar a las tropas estadounidenses de la base de Soto Cano). También pone de relieve los esfuerzos más amplios de EE. UU. para contrarrestar a los gobiernos de izquierda en la región.
Los mercados reaccionaron con nerviosismo; el lempira hondureño se depreció ligeramente frente al dólar el día de las elecciones en medio de la incertidumbre.
Las remesas (20 % del PIB, principalmente provenientes de EE. UU.) siguen siendo un salvavidas, pero la inestabilidad posterior a las elecciones podría acelerar las salidas o los aumentos repentinos de la migración.
Una victoria de LIBRE podría profundizar el giro de Honduras hacia China (por ejemplo, reconociendo a Beijing en 2023) y la integración con bloques de izquierda como la CELAC, mientras que una victoria de la oposición podría realinearlo con las iniciativas lideradas por Estados Unidos contra el “socialismo”.

Los resultados conllevan profundas ramificaciones a corto y largo plazo:
Estabilidad Política: Un resultado controvertido (probable, dados los márgenes de aproximadamente el 5%) podría paralizar al CNE durante semanas, retrasando la gobernabilidad y exacerbando las divisiones.
Si LIBRE retiene el poder, podría ampliar las funciones militares en materia de seguridad (algo ya controvertido bajo el estado de excepción), con el riesgo de que se produzcan abusos contra los derechos humanos.
Una victoria de la oposición podría revertir reformas como las purgas anticorrupción, lo que podría rehabilitar las redes de la era Hernández.
La economía de Honduras creció un 3,5% en 2025, pero se encuentra rezagada respecto a sus pares, con un PIB per cápita que apenas recupera los niveles prepandemia.
Una continuidad progresista podría priorizar el gasto social (por ejemplo, reduciendo la pobreza extrema del 70% tras la COVID-19), pero las disputas por fraude podrían desalentar la inversión.
Por el contrario, un giro hacia la derecha podría impulsar la ayuda estadounidense, pero afianzar la desigualdad (tasa de pobreza del 63% según el Banco Mundial).
La violencia de pandillas persiste a pesar del régimen de emergencia; las elecciones bajo esta sombra plantean preocupaciones sobre la integridad. La inestabilidad podría impulsar la migración hacia el norte, generando tensión en las fronteras estadounidenses, irónicamente en contra de las amenazas de Trump.
La presión estadounidense pone a prueba las normas multilaterales; los informes de la OEA y la UE podrían criticar la interferencia, haciéndose eco de las críticas al golpe de Estado de 2009. Una victoria de LIBRE podría acelerar los esfuerzos de desdolarización o el cierre de bases, mientras que el éxito de la oposición podría restablecer aliados para Hernández, lo que complicaría las extradiciones por casos de narcotráfico en Estados Unidos

