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Dwight Howard, seleccionado número 1 del draft de la NBA de 2004 por los Orlando Magic, disfrutó de una carrera de 18 temporadas (2004-2022) que lo consolidó como uno de los pívots más dominantes de su época.
Apodado “Superman” por su atletismo y sus espectaculares mates, la trayectoria de Howard combinó una destreza defensiva sin igual con constantes desafíos, culminando con su ingreso en 2025 al Salón de la Fama del Baloncesto Naismith Memorial.
Los mejores años de Howard (aproximadamente de 2007 a 2012) redefinieron el arquetipo del pívot moderno, enfatizando la protección del aro, el dominio del rebote y una energía que energizaba a la afición y elevaba a los equipos menos favorecidos.
Su impacto fue más profundo con el Orlando Magic, donde fue el ancla de un eterno aspirante a los playoffs y lo llevó a las Finales de la NBA de 2009, la única aparición de la franquicia en la ronda del campeonato.
Durante su etapa en Orlando, Howard transformó una franquicia mediana en un gigante defensivo, asegurando cinco títulos de la División Sureste e impulsando un renacimiento del baloncesto en toda la ciudad que recuerda al dominio previo de Shaquille O’Neal allí.
Desde su salida en 2012, el Magic no ha superado la primera ronda de los playoffs, lo que subraya su papel irremplazable en su éxito. A nivel de liga, Howard influyó en la evolución de la posición de pívot al combinar el juego de poste clásico con una movilidad sin precedentes, inspirando a una generación de pívots atléticos como Anthony Davis y Joel Embiid.
Lideró la NBA en rebotes por partido en cinco ocasiones (2007-2010, 2012-13) y taponó dos veces, mientras que sus defensas de Orlando se situaron entre las mejores de la liga.
Más adelante en su carrera, Howard contribuyó a la burbuja del Campeonato de la NBA de Los Angeles Lakers en 2020 como jugador clave desde el banquillo, aportando liderazgo veterano y rebotes (7,5 rebotes por partido y 9,3 minutos por partido durante los playoffs) durante una temporada acortada e interrumpida por la COVID-19.
A continuación, un resumen de sus principales reconocimientos:

Sus máximos estadísticos —por ejemplo, 20.6 puntos por partido, 14.2 rebotes por partido y 2.8 tapones por partido en la temporada 2008-09— destacaron su potencia en ambos sentidos, aunque nunca desarrolló plenamente un tiro exterior fiable, lo que limitó su versatilidad ofensiva a medida que la liga se inclinaba hacia el espaciamiento.
La carrera de Howard no estuvo exenta de obstáculos importantes, que a menudo amplificaron la percepción de él como un talento impredecible en lugar de una superestrella consolidada.
Las lesiones fueron una consecuencia principal: una hernia discal en 2012 lo obligó a someterse a una cirugía que lo dejó fuera de los Juegos Olímpicos, mientras que problemas recurrentes de espalda, rodilla y pie lo afectaron en sus últimos años, obligándolo a perderse partidos importantes (por ejemplo, 26 en la temporada 2014-15 con Houston) y contribuyendo a su declive de titular de élite a jugador de rol de bajo nivel.
A mediados de sus 30, Howard promedió tan solo entre 8 y 12 puntos por partido en sus etapas con equipos como los Houston Rockets, los Atlanta Hawks, los Charlotte Hornets, los Brooklyn Nets, los Philadelphia 76ers y los Washington Wizards, y a menudo fue comprado o liberado antes de jugar minutos significativos.
Factores fuera de la cancha exacerbaron estos desafíos. Sus frecuentes cambios de equipo —nueve franquicias en su última década— se debieron a las supuestas tensiones en el vestuario y a su reputación de personalidad difícil, con anécdotas de compañeros (por ejemplo, en Charlotte y Atlanta) que detestaban su comportamiento o celebraban sus traspasos.
Su debut con los Lakers en la temporada 2012-13 fue un desastre, chocando con Kobe Bryant en medio de una barrida en la primera ronda de los playoffs, lo que alimentó las historias de bajo rendimiento.
Las redes sociales amplificaron la negatividad, y Howard la citó como motivo de su estatus de “falta de respeto” a pesar de sus elogios. Fue notablemente excluido del Equipo del 75.º Aniversario de la NBA en 2021.
Además, un escándalo de agente en 2024, que involucró una traición de 8 millones de dólares, afectó sus finanzas y la confianza de su círculo íntimo, mientras que problemas legales (una demanda por agresión sexual desestimada en 2023 y la resolución de una investigación por abuso infantil en 2014) dañaron su imagen pública sin afectar su juego.
Estos elementos llevaron a una fase de “crepúsculo” donde la longevidad de Howard (1051 partidos jugados) se vio eclipsada por la percepción de obsolescencia en una era de juego pequeño, lo que redujo su valor de mercado y puso fin a su carrera en la NBA en 2022.
A partir de septiembre de 2025, la incorporación de Howard al Salón de la Fama —anunciada en abril y celebrada en Springfield— consolida su legado como un titán defensivo y un competidor resiliente, “afirmado en la tierra, grabado en la pared de la eternidad”.
Considera este honor como una validación tras años de escrutinio, reflejando dos etapas de su carrera: su dominio inicial en medio de la decadente era del poste bajo y su posterior adaptabilidad como un veterano aguerrido que ganó un anillo sin ego.
Howard atribuye el mayor mérito a Orlando, destacando cómo su llegada reavivó la pasión de la afición y se ganó el respeto de la ciudad, a la vez que expresa su gratitud por las segundas oportunidades, como su redención con los Lakers en 2020.
En definitiva, la historia de Howard es una de persistencia ante la adversidad: superó lesiones, traiciones y la reacción negativa de los medios para retirarse con un campeonato, éxito internacional (por ejemplo, el premio al Jugador Más Valioso de la Liga T1 de Taiwán en 2023) y un impacto fuera de la cancha a través de la filantropía de su fundación.
Aunque no siempre es el más querido, su máximo potencial atlético y su innovación defensiva garantizan que se le recuerde como una fuerza transformadora, con compañeros como LeBron James elogiando su talento.
En una liga que valora los anillos y la comercialización, la trayectoria de Howard nos recuerda que la excelencia digna del Salón de la Fama a menudo desafía las narrativas formales.

