Especial para los seguidores de codigopostalrd.net
El asesinato de Alberto Prieto Valencia, un destacado comerciante del Mercado de Abastos de Guadalajara, ocurrió el 29 de diciembre de 2025 en una emboscada en Zapopan, Jalisco.
Viajando en un Lamborghini Urus naranja con su hija de 16 años y sus guardaespaldas, Prieto fue atacado por aproximadamente 10 asaltantes armados que utilizaron armas de alto calibre y maniobras tácticas.
El tiroteo duró entre 10 y 20 minutos, dejando más de 200 casquillos en el lugar. Prieto, su hija (quien falleció a causa de las heridas en el hospital) y un guardaespaldas murieron, mientras que otros cuatro resultaron gravemente heridos.
El ataque tuvo lugar cerca del Estadio Akron, sede de la Copa Mundial de la FIFA 2026, e involucró vehículos como una GMC Yukon para bloquear el convoy.

El incidente provocó pánico inmediato en barrios residenciales, donde los residentes reportaron tiroteos prolongados, sobrevuelos de helicópteros y alertas comunitarias.
Interrumpió las actividades cotidianas y aumentó el temor en Zapopan y Guadalajara. En el sector comercial, en particular en el Mercado de Abastos —un importante centro mayorista de cereales, semillas y abarrotes—, el asesinato generó consternación generalizada entre los comerciantes.
El rol de Prieto como líder del transporte , fundador de Transportes Odal, expuso las vulnerabilidades en la logística y las operaciones del mercado, donde proliferan las tramas de extorsión como el “cobro de piso”.
Este suceso pone de relieve cómo el crimen organizado se infiltra en las economías formales, incrementando los costos operativos mediante el miedo y el silencio, y potencialmente desalentando la inversión o la expansión empresarial en la región.
El ataque, ocurrido a pocos kilómetros de una sede de la Copa Mundial, ha generado alarma sobre la seguridad de turistas y aficionados de cara al torneo de 2026, lo que podría dañar la imagen de México como país anfitrión.
Reaviva el debate sobre la violencia armada en Jalisco, un estado azotado por la actividad de los cárteles, y destaca la sofisticación de las operaciones criminales, por ejemplo, asaltantes con equipo táctico que escapan a pesar de una respuesta masiva.
El discurso público en redes sociales refleja indignación por la impunidad, con preguntas sobre la intervención tardía de las autoridades y la posible complicidad o protección policial para figuras de alto perfil como Prieto.
La muerte de una menor, la hija de Prieto, amplifica el costo humano, alimentando el debate sobre los daños colaterales del crimen organizado para familias e inocentes.
Expone los límites de la seguridad privada —incluso con guardaespaldas militares retirados y vehículos de lujo— frente a amenazas bien coordinadas, lo que erosiona la confianza en las medidas de protección personal.
Se desplegó un operativo a gran escala que involucró a la policía estatal, la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano, helicópteros y unidades caninas, pero no se arrestó a ningún sospechoso, lo que indica dificultades para la aprehensión en tiempo real.
La Fiscalía de Jalisco lidera la investigación, incorporando informes periodísticos sobre la presunta exposición de actividades ilícitas por parte de Prieto.
Esto podría conducir a una mayor represión de las redes de extorsión en los mercados. A corto plazo, podría impulsar un mayor patrullaje y mayor inteligencia en zonas de alto riesgo, aunque los efectos a largo plazo dependen de la captura de los responsables.
El asesinato revela fallas en la inteligencia preventiva, ya que el lujoso estilo de vida de Prieto y su seguridad privada sugerían riesgos conocidos.
Podría intensificar las tensiones en el Mercado de Abastos, donde podrían surgir disputas similares, y fortalecer el control del crimen transnacional si no se aborda.
Las posibles consecuencias incluyen un aumento en la aplicación de la ley de “rifas colombianas” como advertencia para otros, o, por el contrario, la represión a los comerciantes si las autoridades intervienen eficazmente.
Funcionarios como el Secretario General de Jalisco, Salvador Zamora, han vinculado el ataque con informes sobre rifas ilegales, lo que indica la necesidad de una acción estatal más contundente contra la combinación de economías ilícitas y formales.
Sin embargo, el suceso pone de relieve las deficiencias persistentes del estado de derecho, lo que podría llevar a la intervención federal o a reformas políticas contra la extorsión y el lavado de dinero.
El asesinato se considera ampliamente como un ataque selectivo vinculado al crimen organizado, específicamente a la resistencia o denuncia de Prieto contra las “rifas colombianas”: esquemas ilegales de rifas que funcionan como herramientas de extorsión y lavado de dinero, a menudo vinculados a redes colombianas y cárteles locales mediante préstamos usureros “gota a gota”.
Estas operaciones obligan a los comerciantes a comprar boletos como pagos de protección encubiertos, lo que se entrelaza con el control territorial en mercados como Abastos.
Autoridades y analistas concluyen que esto marca un cambio en el panorama criminal de Jalisco, demostrando la infiltración del crimen transnacional en las economías locales y la insuficiencia de las defensas privadas.
Sirve como un duro recordatorio de la impunidad en las regiones mexicanas azotadas por la violencia, lo que exige reformas urgentes para desmantelar dichas redes y restaurar la estabilidad económica. No se ha confirmado ningún motivo definitivo más allá de estos vínculos, y la investigación permanece abierta sin arrestos al 30 de diciembre de 2025.

