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Al convocar en su resort, Donald Trump privatiza escenario del próximo G20 de 2026, en venganza para excluir a Sudáfrica

En noviembre de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que la cumbre del G20 de 2026, programada para diciembre en Miami, Florida, se celebraría en su resort de golf Trump National Doral Miami y funcionaría solo con invitación.

Esta decisión surge de las tensiones generadas tras la cumbre del G20 de 2025 en Johannesburgo, Sudáfrica, donde Estados Unidos boicoteó la participación de alto nivel ante las infundadas acusaciones de Trump de “genocidio blanco” contra los afrikáners.

Trump citó específicamente la supuesta negativa de Sudáfrica a ceder la presidencia del G20 a un representante de la embajada estadounidense en la ceremonia de clausura como justificación para excluir al país, a la vez que suspendió todos los pagos y subsidios estadounidenses a Sudáfrica con efecto inmediato.

El formato de solo invitación permite a Trump seleccionar personalmente la lista de invitados, lo que plantea interrogantes sobre la inclusión, la ética y la conciliación de los asuntos personales con las responsabilidades oficiales.

La decisión tiene un efecto dominó en los ámbitos diplomático, económico y perceptivo, amplificando las preocupaciones existentes sobre el enfoque de Trump hacia el liderazgo global.

Al transformar el G20 —un foro para las 19 economías más grandes del mundo, la UE y la Unión Africana— en una reunión selectiva, el evento socava el principio fundacional del grupo: la cooperación multilateral.

La exclusión de Sudáfrica no tiene precedentes en los 25 años de historia del G20, y marca la primera vez que se excluye directamente a un miembro permanente.

Esto podría fomentar exclusiones similares en el futuro, fragmentando los debates sobre temas críticos como el cambio climático, el comercio y la seguridad global.

Otros países, en particular los miembros del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), podrían verlo como una maniobra de poder de Estados Unidos, lo que erosionaría la confianza en los eventos organizados por Estados Unidos.

Las primeras especulaciones sugieren que Trump podría invitar a países no miembros, como Polonia, para cubrir las vacantes, alterando aún más la composición del grupo.

Alojarse en el resort privado de Trump garantiza ganancias financieras personales, ya que las delegaciones gubernamentales (incluida la comitiva estadounidense) probablemente reservarán habitaciones, comidas e instalaciones a precios inflados, como en el primer mandato de Trump, donde los contribuyentes gastaron más de 60 millones de dólares en sus propiedades.

Los críticos califican esto de “malversación de fondos”, ya que las ganancias fluyen directamente a la Organización Trump con una cuota de inscripción de 200.000 dólares.

A nivel mundial, la exclusión de Sudáfrica podría interrumpir los flujos de ayuda y las relaciones comerciales, afectando los subsidios estadounidenses por valor de millones en apoyo a la agricultura y al desarrollo.

Esta medida ha alimentado acusaciones de racismo y autoritarismo, y la retórica de Trump sobre el “genocidio blanco” se considera incendiaria e infundada.

La reacción pública en plataformas como X destaca las comparaciones con la “captura del Estado” y los excesos, comparándolos con las fiestas extravagantes financiadas por los contribuyentes en los resorts de Trump. Esto refuerza las narrativas de favoritismo, lo que podría profundizar la polarización política en Estados Unidos antes de las elecciones intermedias.

La estructura de solo invitación conlleva repercusiones inmediatas y a largo plazo, que tensan las alianzas y generan escrutinio.

Sudáfrica ha condenado la prohibición como “punitiva” y “lamentable”, basada en desinformación, lo que intensifica una disputa que comenzó con el boicot estadounidense a la cumbre de 2025.

El presidente Cyril Ramaphosa enfatizó que Estados Unidos no asistió a Johannesburgo “por voluntad propia”, lo que indica recriminaciones mutuas.

Esto podría dar lugar a medidas de represalia, como una reducción de la cooperación en prioridades estadounidenses como la lucha contra el terrorismo o la estabilidad de la cadena de suministro.

La asistencia más amplia al G20 sigue siendo incierta, y el temor a boicots por parte de los países alineados agrava el aislamiento de los invitados.

El recorte de subsidios —que afecta a programas como PEPFAR (ayuda para el VIH/SIDA) y las exportaciones agrícolas— podría costarle a Sudáfrica cientos de millones al año, perjudicando a las poblaciones vulnerables y al poder blando de Estados Unidos en África.

A nivel nacional, reaviva las demandas por la cláusula de emolumentos, ya que las estancias de líderes extranjeros en Doral podrían constituir obsequios inconstitucionales al presidente. Los grupos de vigilancia ya se están movilizando, pronosticando investigaciones del Congreso sobre el gasto público.

El formato corre el riesgo de socavar la legitimidad del G20, impulsando a las economías emergentes hacia alternativas como la cumbre de los BRICS. También podría disuadir a futuras sedes estadounidenses, lo que complicaría las candidaturas para eventos como los Juegos Olímpicos o las reuniones de la OMC.

La reunión del G20 de Trump en Doral, solo para invitados, ejemplifica una política exterior transaccional, de “Estados Unidos primero”, que prioriza la influencia personal sobre las normas institucionales, posiblemente a expensas de la influencia estadounidense.

Si bien le permite a Trump marginar a adversarios como Sudáfrica, expone vulnerabilidades: aliados distanciados, faltas éticas y un precedente para el uso de la hospitalidad como arma.

En última instancia, esto podría acelerar un mundo multipolar donde Estados Unidos lidere por exclusión en lugar de inclusión, lo que subraya la fragilidad del multilateralismo en una era de diplomacia personalizada.

Como señaló un analista, “muestra su desprecio por el orden mundial”. El éxito —o el fracaso— de la cumbre dependerá de la asistencia, pero su sombra podría persistir, definiendo el legado de Trump en el escenario global.

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