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El 11 de noviembre de 2025, la República Dominicana sufrió un apagón general a nivel nacional, que comenzó alrededor de la 1:43 p. m. hora local (aunque algunos informes señalan ligeras variaciones, acercándose a las 7:43 UTC).

Esta inusual falla total del sistema afectó a todo el país, con una población aproximada de 11 millones de habitantes, debido a una serie de averías en la red nacional de transmisión eléctrica.
El apagón se originó en una subestación en San Pedro de Macorís, donde varias centrales generadoras (incluidas las operadas por CESPM, Quisqueya, EDAC y AES Andrés) se apagaron simultáneamente, sobrecargando el sistema interconectado gestionado por la Empresa Dominicana de Transmisión de Electricidad (ETED).
Al anochecer, se inició la restauración parcial del servicio en algunas zonas, pero las labores de restablecimiento total continuaron durante la noche. Impactos
El apagón interrumpió la vida cotidiana en zonas urbanas y rurales, con efectos inmediatos en la infraestructura, la movilidad y los servicios esenciales:
Los semáforos fallaron en todo el país, provocando un grave embotellamiento en Santo Domingo y otras ciudades. Se desplegaron agentes de tránsito de emergencia en las principales intersecciones, pero las demoras persistieron durante horas.
Los sistemas de transporte público, incluidas las líneas 1 y 2 del Metro y la línea 1 del Teleférico en la capital, fueron suspendidos, dejando varados a miles de pasajeros que fueron evacuados a salvo.
Las empresas que dependen de la electricidad, como oficinas, comercios y fábricas, detuvieron sus operaciones, lo que ocasionó pérdidas inmediatas de productividad.
Las instalaciones con aire acondicionado y los servicios digitales fueron los más afectados, lo que agravó la presión económica en una economía que depende del turismo.
El acceso a internet se redujo a aproximadamente el 53 % de los niveles normales, lo que afectó a las redes móviles, la banca en línea y el teletrabajo. Esto aumentó el aislamiento en las zonas remotas.
Servicios esenciales: Los hospitales y las escuelas funcionaron con generadores de respaldo cuando estaban disponibles, pero los informes destacaron los riesgos para los pacientes vulnerables y la interrupción de las clases. Los sistemas de abastecimiento de agua, que dependen de bombas eléctricas, se enfrentaban a posibles cortes en escenarios prolongados. Aeropuertos y hoteles, clave para el sector turístico, reportaron retrasos menores, pero ningún incidente grave de seguridad.
En su alcance geográfico, el apagón abarcó los 48.442 kilómetros cuadrados, desde Santo Domingo hasta las provincias rurales, si bien la restauración inicial priorizó las regiones del norte y del sur, como Santiago y San Cristóbal.
El evento puso de manifiesto las vulnerabilidades históricas de la infraestructura energética de la República Dominicana, lo que desencadenó repercusiones sociales, económicas y políticas:
Frustración social y pública: El pánico generalizado y las quejas inundaron las redes sociales, donde los ciudadanos compartieron videos de calles a oscuras y vehículos averiados.
Las familias acumularon artículos de primera necesidad y los pequeños comerciantes reportaron el deterioro de sus productos perecederos. No se reportaron heridos graves, pero el impacto psicológico incluyó una mayor ansiedad en un país propenso a huracanes e inestabilidad.
Las estimaciones preliminares sugieren pérdidas millonarias por la paralización del comercio y el deterioro de las existencias, especialmente en la agricultura y el comercio minorista. El turismo, pilar de la economía, enfrentó riesgos para su reputación en plena temporada alta, con visitantes internacionales que publicaron quejas sobre las interrupciones en sus estancias.
Si bien no se registraron emergencias médicas generalizadas directamente relacionadas con el apagón, este puso a prueba los servicios de emergencia.
La prolongada oscuridad generó preocupación por la delincuencia en las zonas sin iluminación, aunque se incrementaron los patrullajes policiales.
Figuras de la oposición, incluido el expresidente Leonel Fernández, del partido Fuerza del Pueblo, criticaron duramente al gobierno del PRM, bajo la presidencia de Luis Abinader, por su “ineficiencia” y “negligencia incalculable”, calificando el suceso como síntoma de una mala gestión generalizada. Se insinuaron protestas para finales de noviembre, presentando el apagón como un catalizador para exigir mejoras en la política energética y la deuda.

