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El huracán Melissa, una tormenta de categoría 5 excepcionalmente potente, se intensificó drásticamente durante el fin de semana y representó una amenaza crucial para Jamaica a partir de las 00:16 del lunes 27 de octubre de 2025.
En ese momento, el centro de la tormenta se encontraba aproximadamente a 210-240 km (130-150 millas) al sur-suroeste de Kingston, con vientos sostenidos de 257 km/h (160 mph) y una presión central mínima de alrededor de 913-917 mb.
Moviéndose lentamente hacia el noroeste a tan solo 5-8 km/h (3-5 mph), sus bandas de lluvia externas habían comenzado a azotar el sur de Jamaica, trayendo vientos iniciales con fuerza de tormenta tropical (63-117 mph) y fuertes lluvias torrenciales a las zonas costeras.
Esta lentitud amplificó el peligro, permitiendo una exposición prolongada a condiciones meteorológicas extremas. Melissa marcó apenas el tercer huracán de categoría 5 de la temporada atlántica de 2025 —la mayor cantidad en un solo año desde 2005— y la tormenta de este tipo más reciente registrada desde el huracán Mitch de 1998.
A esta temprana hora de la mañana, los impactos aún eran incipientes, pero ya eran severos en las parroquias del sur y el este, con la estructura expansiva de la tormenta (vientos con fuerza de huracán que se extendían a 64-80 kilómetros del centro) comenzando a interactuar con la isla. Los efectos clave incluyeron:
Vientos y daños estructurales iniciales: Se reportaron ráfagas de hasta 128-160 km/h en zonas costeras bajas como Port Royal y partes de la parroquia de St. Andrew, cerca de Kingston, que derribaron ramas de árboles y cables eléctricos, y causaron daños menores en los techos de las estructuras más débiles.
Aún no se habían producido daños catastróficos generalizados por vientos, pero el Centro Nacional de Huracanes (NHC) indicó que los vientos huracanados se intensificarían rápidamente al amanecer, alcanzando potencialmente entre 225 y 257 km/h en la pared del ojo.
Precipitaciones e inundaciones tempranas: Se acumularon entre 10 y 20 cm en puntos aislados desde la tarde, lo que provocó inundaciones repentinas localizadas en las cuencas urbanas de los alrededores de Kingston y Montego Bay. Ríos como el Cobre estaban creciendo, con informes iniciales de inundaciones en las carreteras de la parroquia de St. Catherine.
Las imágenes satelitales mostraron que las bandas de alimentación descargaban entre 2,5 y 5 cm por hora, lo que exacerbó la vulnerabilidad en terrenos montañosos propensos a la escorrentía.
Marejada ciclónica y amenazas costeras: Los mareógrafos del puerto de Kingston registraron marejadas de entre 60 y 120 cm por encima de lo normal, con grandes olas (de 3 a 4,5 metros) que azotaron los malecones y erosionaron las playas de Port Antonio y Negril.
Aún no se han producido fugas importantes, pero comunidades de zonas bajas como Hellshire estaban siendo evacuadas y sufrieron una pequeña intrusión de agua salada.
Presión humana y de infraestructura: Todos los aeropuertos principales (incluido el Aeropuerto Internacional Norman Manley) cerraron, dejando varados a miles de personas.
El suministro eléctrico se interrumpió en las redes del sur, y JPSCo informó de cortes de aproximadamente 5.000 clientes. Los refugios albergaron a más de 10.000 evacuados, según los recuentos gubernamentales, en medio de las órdenes obligatorias para las zonas costeras emitidas el domingo por la noche. Publicaciones en redes sociales de residentes de Kingston describieron una “calma inquietante” que dio paso a “vientos aullantes” y “calles que se convirtieron en ríos”.
No se reportaron víctimas mortales confirmadas en ese momento, pero los servicios de emergencia estaban en alerta máxima por una rápida escalada.
La combinación de intensidad extrema, lentitud de movimiento y la topografía de Jamaica (montañas escarpadas que canalizan las inundaciones) prometían una devastación sin precedentes.
Los meteorólogos lo describieron como potencialmente “catastrófico” e “histórico”, superando en potencia al huracán Gilbert (1988, categoría 3 al tocar tierra), el último gran impacto directo en la isla. Las consecuencias proyectadas a corto y mediano plazo incluyen:
Inundaciones y deslizamientos de tierra: La principal causa de muerte, con entre 38 y 76 cm de lluvia prevista para toda la isla para el martes por la noche (hasta 101 cm en parroquias del este como Portland y St. Thomas).
Esto podría desbordar ríos, provocar cientos de deslizamientos de tierra en las Montañas Azules e inundar zonas urbanas como Kingston (hasta 3 a 4.5 metros de agua en barrancos propensos a inundaciones).
Consecuencias: Desplazamiento de más de 100.000 residentes, destrucción de puentes y carreteras (por ejemplo, a lo largo de la autopista A3) y pérdidas agrícolas superiores a los 500 millones de dólares en cultivos de banano y café.
Daños por el viento: Ráfagas de viento de más de 257 km/h capaces de arrancar techos, romper postes de electricidad y demoler casas móviles o estructuras precarias. Se prevén cortes de electricidad del 70-90% en todo el país, que durarán semanas en zonas rurales, y apagones que aislarán a las comunidades.
Marejada ciclónica: De 2,7 a 4 metros a lo largo de la costa sur (más alta al este de la zona de llegada a tierra), inundando viviendas hasta 1,6 km tierra adentro y contaminando los suministros de agua con aguas residuales. Los puertos de Kingston podrían sufrir daños a la infraestructura marítima por valor de entre 200 y 300 millones de dólares.
Costos humanos: Riesgos mortales para más de 200.000 personas en zonas vulnerables. Potencial de decenas a cientos de muertes por ahogamiento o deslizamientos de tierra, según la Escala de Impacto Real de AccuWeather (calificación 5/5). Impacto económico: 10-20 mil millones de dólares, paralizando el turismo (hoteles cerrados) y una economía dependiente de las remesas. Los grupos vulnerables —personas mayores, habitantes informales de laderas— enfrentaron los mayores riesgos, y se atribuyó a las evacuaciones tempranas la prevención del caos inmediato.
Repercusión regional: Las lluvias previas a la llegada del huracán ya habían causado cinco muertes en Haití y República Dominicana (deslizamientos de tierra e inundaciones); Cuba y Bahamas se preparaban para impactos secundarios.
Trayectoria del Huracán Melissa
Desde las 00:16, la trayectoria de Melissa se mantuvo muy agrupada en los modelos de pronóstico (p. ej., GFS, ECMWF), con tendencia a tocar tierra directamente en el sur:
Inmediato (00:16 – amanecer del lunes): Continúa hacia el noroeste a una velocidad de 5-8 km/h, con las bandas exteriores intensificando las lluvias y los vientos sobre el sur de Jamaica. La presión se mantiene estable en ~913 mb; se esperan fluctuaciones menores, pero no se prevé debilitamiento.
Lunes diurno: Gira al nornoreste, acercándose a 80 km de Kingston al anochecer. Los vientos con fuerza de huracán llegan a toda la isla al final de la tarde; la intensidad máxima se mantiene en categoría 5.
Toca tierra (lunes por la noche/martes temprano): Azotará cerca de Black River o Treasure Beach (parroquia de St. Elizabeth, al oeste de Kingston) alrededor de las 02:00-06:00 del martes con vientos de categoría 5 (vientos de 259-265 km/h). Su lento avance (8 km/h) lo mantiene estancado sobre Jamaica durante 12 a 18 horas, maximizando las precipitaciones.
Tras tocar tierra: Se debilitará a categoría 3 sobre el este de Cuba el martes por la noche (Guantánamo/Santiago), luego a categoría 2 sobre el sureste de Bahamas/Turcas y Caicos el miércoles.
Acelerará hacia el noreste hacia el Atlántico abierto el jueves, alejándose de la costa este de EE. UU., pero podría causar fuertes olas y corrientes de resaca hasta principios de noviembre. No se espera que toque tierra en EE. UU., pero podría haber marejadas indirectas que alcancen Florida/Carolinas.
Esta trayectoria, confirmada por el aviso del NHC del domingo a las 23:00, situó a Jamaica en el peor de los casos, con la pared del ojo rozando toda la costa centro-sur.
El huracán Melissa representó un antes y un después para Jamaica, similar a Katrina (2005) para Nueva Orleans o María (2017) para Puerto Rico; potencialmente la tormenta más destructiva en la historia registrada de la isla debido a su escala y estancamiento.
Las huellas del cambio climático fueron evidentes: el calentamiento de las aguas del Caribe impulsó una rápida intensificación (de categoría 1 a 5 en aproximadamente 48 horas), mientras que las corrientes de dirección más lentas (de un sistema de alta presión bloqueador) prolongaron el embate.
A las 00:16, la resiliencia de la isla brilló gracias a las medidas proactivas: 881 refugios abiertos, más de 20 000 soldados movilizados y promesas de ayuda internacional de EE. UU., el Reino Unido y CARICOM en camino. Sin embargo, el costo humano era inmenso.
La recuperación requerirá apoyo global: las necesidades inmediatas incluyen helicópteros de búsqueda y rescate, purificación de agua y alojamiento temporal para decenas de miles de personas.
A largo plazo, Jamaica debe acelerar la construcción de infraestructura resiliente (por ejemplo, carreteras elevadas, barreras contra inundaciones) en medio de una temporada hiperactiva que indica un aumento de los riesgos climáticos.
La histórica valentía de los jamaicanos, que se recuperó de Gilbert, Ivan (2004) y Dean (2007), ofrece esperanza, pero esta tormenta subraya la urgente necesidad de reducir las emisiones y financiar la adaptación. Nuestras oraciones y solidaridad están con la isla; como publicó un usuario de X: “Jamaica es fuerte; hemos superado peores, pero esta es una pesadilla. Cuídense, familia”.

