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El subclado K del virus de la influenza H3N2 es una variante de reciente aparición del subtipo de influenza A(H3N2), caracterizada por siete mutaciones genéticas que la distinguen de la cepa del subclado J.2 incluida en las vacunas contra la gripe estacional 2025/2026.
Este subclado representa una deriva genética más que un cambio importante, lo que significa que no indica una nueva cepa pandémica, y sus síntomas son similares a los de la gripe estacional típica, incluyendo fiebre, tos, dolor de garganta, dolores corporales y fatiga.

Se ha vuelto rápidamente dominante a principios de la temporada de gripe 2025/2026, representando entre el 86% y el 89% de los casos de H3N2 secuenciados a nivel mundial, con una circulación notable en el Reino Unido, Japón, Canadá, EE. UU. y partes de la UE.
No hay evidencia de un aumento de la virulencia o la gravedad más allá de los patrones típicos del H3N2, ni de resistencia a antivirales como los inhibidores de la neuraminidasa o el baloxavir.
El subclade K ha impulsado un inicio temprano de la temporada de gripe 2025/2026, comenzando de 3 a 5 semanas antes de los promedios recientes en regiones como el Reino Unido y Asia Oriental.
Esto ha provocado un rápido aumento de casos, especialmente entre niños, adolescentes y adultos jóvenes, quienes suelen ser los primeros afectados y los principales impulsores de la transmisión comunitaria.
En el Reino Unido, por ejemplo, el 98 % de los casos recientes de gripe A fueron H3N2, predominantemente del subclade K, lo que contribuyó a picos de positividad en las pruebas y visitas a atención médica.
A nivel mundial, temporadas de H3N2 como esta tienden a provocar una mayor morbilidad general, con hasta 50 millones de casos sintomáticos y entre 15 000 y 70 000 muertes anuales solo en la UE/EEE.
Los primeros datos sugieren que puede ser más infeccioso en algunas poblaciones, pero los indicadores generales de transmisión y gravedad siguen siendo de bajos a moderados a finales de 2025.
La cocirculación con otros virus respiratorios como el VSR y el SARS-CoV-2 podría amplificar la presión sobre los sistemas de atención sanitaria.
Históricamente, las cepas H3N2, como el subclado K, causan temporadas más graves que el H1N1. Ejemplos como el invierno de 2022-2023 en el Reino Unido duplicaron las muertes asociadas a la gripe (16 000 frente a las 8000 del año anterior).
La principal consecuencia es una epidemia potencialmente mayor debido a la menor inmunidad de la población debido a la menor exposición reciente a cepas similares, especialmente en niños pequeños, lo que resulta en un mayor número de casos en general.
Esto podría resultar en un mayor uso de la atención médica, desde atención primaria hasta camas de UCI, y un mayor absentismo escolar y laboral.
En entornos cerrados, como los centros de atención a largo plazo, los brotes pueden causar una alta morbilidad y mortalidad.
Un desajuste antigénico con las vacunas actuales implica un menor reconocimiento de anticuerpos, lo que podría reducir la eficacia de la vacuna contra la infección, aunque la protección contra la enfermedad grave sigue siendo significativa (estimada entre un 30 % y un 40 % en adultos y un 70 % y un 75 % en niños de 2 a 17 años, según datos preliminares del Reino Unido).
Este desajuste se debió a que el subclado K surgió después de la selección de cepas de la vacuna por parte de la OMS. En EE. UU., la ausencia de datos de vigilancia oportunos de los CDC desde septiembre de 2025 añade incertidumbre a las iniciativas de monitoreo y respuesta.
Sin embargo, la cepa no se asocia con una gravedad inusual ni con resistencia a los antivirales, lo que mitiga algunos riesgos.
Las autoridades sanitarias concluyen que, si bien el subclado K representa un riesgo moderado para la población general y un riesgo alto para los grupos vulnerables, no representa una amenaza significativamente nueva, y las herramientas existentes, como las vacunas y los antivirales, siguen siendo eficaces contra los resultados graves.
Se recomienda encarecidamente la vacunación para todos, especialmente para las personas en riesgo, ya que proporciona una protección significativa a pesar del desajuste, y la vacunación temprana es crucial dado el inicio prematuro de la temporada.
Otras medidas incluyen el tratamiento antiviral inmediato para los casos de alto riesgo, un mejor control de infecciones (, mascarillas, ventilación en centros sanitarios) y una vigilancia continua para monitorear la evolución y la eficacia.
Los expertos enfatizan la preparación y la vacunación para reducir las tasas de hospitalización y mortalidad, señalando que, si bien existen incertidumbres en torno a la inmunidad y el rendimiento exacto de la vacuna, el pronóstico general se alinea con las temporadas típicas de predominio del H3N2

