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El 14 de octubre de 2025, el líder de la oposición camerunesa, Issa Tchiroma Bakary, representante de la coalición Unión por el Cambio, declaró públicamente su victoria en las elecciones presidenciales celebradas el 12 de octubre de 2025.
En una declaración compartida en redes sociales, el exministro de 76 años instó al presidente en ejercicio, Paul Biya —de 92 años y en el poder desde 1982—, a reconocer la derrota y respetar la voluntad popular.
Issa Tchiroma denuncia fraude electoral en un nuevo video.
Existen pruebas contundentes que apuntan a una falsificación masiva de actas de votación. Los resultados reales publicados en los colegios electorales se contradicen con los de ELECAM.
Tchiroma reivindicó una victoria aplastante basándose en recuentos no oficiales de los colegios electorales, prometiendo publicar resultados regionales detallados, aunque advirtió que ignorar el resultado podría hundir al país en la agitación.
No se esperan los resultados oficiales de la Comisión Electoral (ELECAM) hasta el 26 de octubre de 2025, y la ley camerunesa prohíbe el anuncio prematuro de resultados, y el gobierno considera estas acciones una “línea roja”.
Partidarios de ambos bandos han compartido actas de recuento no verificadas en línea, lo que ha alimentado las afirmaciones de victoria de las distintas facciones.
Este acontecimiento se produce en medio de críticas persistentes al gobierno de 43 años de Biya, incluyendo acusaciones de irregularidades electorales, represión de la disidencia y crisis persistentes como el conflicto anglófono en las regiones noroeste y suroeste.
Tchiroma, antiguo aliado de Biya y portavoz del gobierno, se posicionó como un candidato pro cambio, generando un entusiasmo inesperado a pesar de la fragmentación de la oposición. Las elecciones registraron una baja participación electoral en algunas zonas debido a las preocupaciones por la seguridad y los boicots
a afirmación tiene efectos inmediatos y potenciales en múltiples sectores:
La declaración de Tchiroma ha aumentado la tensión, recordando las elecciones de 2018, donde el líder opositor Maurice Kamto hizo una afirmación similar, lo que condujo a su arresto y a protestas generalizadas dispersadas por las fuerzas de seguridad.
Desafía al régimen arraigado de Biya, lo que podría galvanizar a los partidarios de la oposición y exponer las divisiones dentro del gobernante Movimiento Democrático Popular de Camerún (CPDM).
Los informes indican que Tchiroma huyó brevemente de su ciudad natal en medio de amenazas de arresto, pero posteriormente declaró que estaba a salvo.
Observadores internacionales, incluidos los de la Unión Africana, han pedido calma y transparencia, pero la situación podría tensar las relaciones con Francia, un aliado clave del gobierno de Biya.
El anuncio ha generado reacciones diversas en redes sociales y en las comunidades. Los partidarios de la oposición lo celebran como una señal de cambio inminente, con llamamientos a la movilización si los resultados son cuestionados.
Sin embargo, corre el riesgo de exacerbar las divisiones étnicas y regionales, especialmente en las regiones anglófonas, donde el conflicto separatista ha desplazado a más de 700.000 personas y ha causado la muerte de miles desde 2017.
Tchiroma ha abogado previamente por el diálogo sobre soluciones militares a la crisis, lo cual podría resultar atractivo para las poblaciones afectadas, pero también generar reacciones negativas de los sectores más radicales.
La opinión pública está polarizada, y algunos consideran el prolongado gobierno de Biya una fuente de sufrimiento, como lo ha expresado su propia hija, Brenda Biya, en declaraciones recientes.
Camerún, nación productora de petróleo con sectores agrícolas y mineros, se enfrenta a una incertidumbre que podría disuadir a los inversores.
La afirmación podría generar volatilidad en el mercado a corto plazo, con posibles huelgas o interrupciones en centros urbanos como Yaundé y Duala. Problemas persistentes como la inflación (alrededor del 6-7 % en 2025) y el desempleo juvenil (superior al 30 %) podrían agravarse si la inestabilidad se intensifica, afectando las remesas y el comercio con vecinos como Nigeria y Chad.
Podrían surgir efectos positivos si una transición pacífica aumenta la confianza en la gobernanza, desbloqueando potencialmente la ayuda de organismos como el FMI.
Las consecuencias a corto plazo ya se están manifestando, ya que el gobierno ha rechazado la afirmación de Tchiroma y afirmado que solo ELECAM puede declarar los resultados.
Las autoridades han amenazado con emprender acciones legales, lo que genera temores de arrestos, cortes de internet o medidas de seguridad similares a las de 2018.
Podrían estallar protestas, especialmente si los resultados oficiales favorecen a Biya, lo que generaría preocupaciones sobre derechos humanos y posibles sanciones internacionales.
Si Biya es declarado ganador (como se anticipa ampliamente dados los patrones históricos), podría perpetuarse el autoritarismo, frenar las reformas e intensificar la crisis anglófona, lo que provocaría un mayor aislamiento y emigración.
Si la afirmación de Tchiroma se mantiene o da lugar a un resultado controvertido, podría forzar negociaciones o un acuerdo para compartir el poder, lo que marcaría un cambio inusual en la política camerunesa.
Sin embargo, esto también podría desencadenar violencia o una intervención militar, dada la lealtad de las fuerzas armadas a Biya. Las consecuencias regionales más amplias incluyen la inspiración para movimientos de oposición en estados autocráticos vecinos como Guinea Ecuatorial o Gabón, al tiempo que tensionan la estabilidad de África Central en medio de amenazas de Boko Haram en el norte.
Este episodio subraya la fragilidad de los procesos democráticos de Camerún bajo el largo mandato de Biya, donde las elecciones a menudo sirven como rituales para legitimar el poder en lugar de propiciar el cambio.
La audaz decisión de Tchiroma pone de manifiesto la creciente frustración con la gerontocracia y el estancamiento, pero sin verificación independiente ni respaldo institucional, corre el riesgo de ser considerada una postura prematura.
La verdadera prueba reside en el anuncio de ELECAM y la respuesta de las fuerzas de seguridad y la comunidad internacional. En última instancia, podría reforzar el control de Biya —extendiendo su mandato a 50 años— o catalizar un momento crucial para la rendición de cuentas y la renovación en una de las presidencias más duraderas de África.
Al 15 de octubre de 2025, la nación permanece en vilo, con llamados a una resolución pacífica que enfatizan la necesidad de priorizar la unidad nacional sobre las ambiciones personales

