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El 12 de octubre de 2025, Camerún celebrará elecciones presidenciales. El presidente en ejercicio, Paul Biya, de 92 años, aspira a un octavo mandato tras 43 años en el poder desde 1982.
El candidato presidencial Paul Biya, de 92 años y presidente desde 1982, envía su estatua a sus campañas, ya que no puede asistir en persona debido a su avanzada edad, y la gente lo aclama. ¿Qué le pasa a África?
Biya, el jefe de Estado en funciones de mayor edad del mundo, anunció su candidatura en julio de 2025 a pesar de las numerosas peticiones nacionales e internacionales de su retirada debido a su edad, problemas de salud y escasas apariciones públicas.
Ha estado prácticamente ausente del país, residiendo, según informes, en Suiza o Francia. Las elecciones lo enfrentan a un grupo fragmentado de 11 candidatos de la oposición, incluyendo al exministro Issa Tchiroma Bakary como contrincante sorpresa, pero no ha surgido un frente unificado.
El Movimiento Democrático Popular de Camerún (CPDM), partido gobernante de Biya, domina las instituciones estatales, y los observadores anticipan ampliamente su victoria, que podría extender su mandato hasta 2032, cuando tendría 99 años.
Las elecciones comenzaron hoy en medio de bajas expectativas de participación en zonas de conflicto como las regiones anglófonas, donde los separatistas han prohibido la participación.
Esta situación pone de relieve debates más amplios sobre el retroceso democrático en África, donde líderes como Biya han desmantelado los límites de mandato (en 2008) para consolidar el poder.
La presidencia de Biya ha generado una combinación de relativa estabilidad y profundos desafíos, a menudo descritos como un “mando de hierro” que prioriza la supervivencia del régimen sobre el desarrollo inclusivo. Si bien sus partidarios le atribuyen el crecimiento económico y la infraestructura, sus críticos destacan el estancamiento, la corrupción y los abusos de los derechos humanos.
Los impactos reflejan un régimen que ha priorizado la consolidación de las élites sobre el progreso general, fomentando el resentimiento entre la juventud urbana y grupos marginados como los anglófonos.
La opinión pública en X (anteriormente Twitter) se hace eco de esto: los usuarios denuncian el gobierno de Biya como una “maldición” para Camerún, con publicaciones como “Dios llame a tu hijo cansado, libere a África de este desastre” que cobran fuerza.
La decisión de Biya de volver a presentarse, ignorando las peticiones de jubilación de la sociedad civil, líderes de la oposición como Maurice Kamto (a quien se le prohibió presentarse) e incluso algunos aliados del CPDM, amplifica las tensiones existentes.
Su campaña, minimalista —un mitín en octubre con efigies y vídeos generados por IA—, ha generado reacciones negativas, y los jóvenes se burlan de los intentos de “deepfake” calificándolos de desesperados.
La división de la oposición , la ausencia de un candidato único contra Biya, debilita las opciones, pero impulsa a figuras marginales como Tchiroma, considerado por algunos como un representante de la “revuelta”.
Esto conlleva el riesgo de protestas poselectorales, como en 2018, cuando más de 100 personas murieron en enfrentamientos.
Tensión social y económica: En un contexto de inflación del 7% e inseguridad alimentaria que afecta a 3,2 millones de personas, la campaña desvía recursos, sobornos del CPDM a observadores, reportados en 50.000 CFA/~83 dólares cada uno.
En Ambazonia, la votación anticipada bajo custodia militar pone de manifiesto la privación de derechos, lo que podría reavivar la violencia.
Observadores de la UE, la UA y la Commonwealth (liderados por el exlíder guineano Sékouba Konaté) están presentes, pero sus informes a menudo critican sin tomar medidas. El apoyo tácito de Francia (a través de vínculos económicos) genera acusaciones de neocolonialismo, mientras que los llamados de Estados Unidos y el Reino Unido a unas elecciones “creíbles” tienen poco peso.
La fragilidad de Biya genera temores de un vacío de poder; no existe un sucesor claro, lo que podría provocar luchas internas en la élite o una intervención militar si muere en el cargo.
Las publicaciones X muestran un creciente cinismo —”Los cameruneses están condenados” a votar en medio del fraude—, con campañas de la diáspora instando al boicot.
Las manifestaciones de mototaxi a favor de Biya en Duala contrastan con las concentraciones de la oposición, lo que señala las divisiones entre las zonas urbanas y rurales.
En general, la candidatura consolida la percepción de Camerún como un “feudo personal”, erosionando la confianza en las instituciones y alimentando las narrativas separatistas en el oeste angloparlante.

