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Un controvertido video musical con escenas eróticas explícitas, lenguaje vulgar y temas que promueven contenido sexual fue filmado dentro de un aula de la Escuela Lilian Portalatín Sosa, una escuela primaria pública en el barrio Invivienda de Santo Domingo Este, República Dominicana.
El video, protagonizado por las creadoras de contenido digital “Menor Queen” y Pamela Sandoval (conocida como “Shupamela”), se difundió en redes sociales, lo que generó una reacción inmediata por su carácter inapropiado en un entorno educativo.
La publicación del video provocó indignación pública generalizada en redes sociales, medios de comunicación y círculos políticos, lo que puso de manifiesto la preocupación por la profanación de espacios educativos.
Los críticos argumentaron que permitir este tipo de contenido en una escuela socava el rol de la institución como “espacio sagrado para el aprendizaje y los valores”, lo que podría normalizar la vulgaridad y la sexualización para los jóvenes estudiantes.
Las publicaciones que condenaban el video acumularon miles de visualizaciones. Los usuarios lo describieron como “asqueante”, “promiscuo” y una “maldita maldición” que expone a los niños a influencias nocivas, como letras que incitan a las relaciones sexuales entre menores.
El incidente alimentó el debate sobre la necesidad de proteger a los menores de los medios explícitos, y algunos usuarios cuestionaron cómo se autorizó dicha grabación durante el horario escolar o en un centro destinado a menores.
Al 30 de septiembre de 2025, el incidente había generado rápidas respuestas oficiales, aunque no se habían anunciado resoluciones definitivas:
El Ministerio de Educación, encabezado por el ministro Luis Miguel de Camps, inició una investigación sobre cómo se permitió la filmación, y la Policía Escolar confirmó la ubicación e identificó a los autores involucrados.
La congresista Seline Méndez condenó públicamente el acto y propuso un protocolo integral para prevenir futuros abusos en las escuelas públicas.
Este incluye permisos obligatorios para actividades no educativas, comisiones de revisión de contenido (con la participación de docentes, padres y directores), registro de visitantes, restricciones de equipo y un régimen de sanciones para las infracciones. Enfatizó las campañas internas para fortalecer las escuelas como espacios de aprendizaje y valores.
Exige sanciones ejemplares, incluyendo el despido de directores de escuelas que pudieran tener acceso autorizado y posibles cargos penales contra los cineastas por poner en peligro a menores o violar las normas del espacio público.
El incidente pone de relieve una vulnerabilidad crítica en la supervisión de las instalaciones educativas públicas, revelando cómo los protocolos laxos pueden permitir que producciones externas comprometan la seguridad infantil y la integridad institucional.
Si bien los creadores del video y las autoridades escolares se enfrentan al escrutinio público, el suceso ha impulsado reformas sistémicas para salvaguardar las escuelas como entornos protegidos.
Las medidas propuestas por Méndez, de adoptarse, podrían sentar un precedente para los controles a nivel nacional, haciendo hincapié en la prevención mediante la autorización y la participación comunitaria.
En definitiva, el consenso es que estas violaciones no pueden quedar impunes, priorizando el restablecimiento de la confianza en el sistema educativo y la protección de la juventud dominicana frente a contenidos de explotación. Mientras continúan las investigaciones, la atención se centra en responsabilizar a todas las partes para evitar que se repitan.

