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República Dominicana se encuentra en el pico de su temporada de huracanes en el Atlántico, y hoy, domingo 28 de septiembre, las condiciones se ven afectadas por los remanentes de una potente onda tropical que se intensificó hasta convertirse en la Depresión Tropical Nueve (anteriormente Invest 94L).
Este sistema, ubicado cerca del este de Cuba, está generando inestabilidad generalizada en todo el Caribe, incluyendo República Dominicana.
En general, se espera un clima cálido y húmedo con lluvias y tormentas eléctricas dispersas, especialmente en las provincias del Norte, Centro, Este y Sur.
Las temperaturas máximas oscilan entre 30 y 32 °C (86 y 90 °F) a lo largo de la costa, y las mínimas entre 24 y 26 °C (75 y 79 °F). Los vientos son moderados (10-20 km/h) del este-sureste, con ráfagas de hasta 40 km/h en zonas con tormenta.
La acumulación de lluvia podría alcanzar entre 25 y 50 mm en las zonas afectadas, con una probabilidad de precipitación del 40 al 60 %.
No se espera que hoy ningún huracán importante toque tierra directamente, pero el huracán Humberto (categoría 5, con vientos de más de 260 km/h) se dirige hacia el norte a unos 500 km de la costa, lo que contribuye a aumentar la humedad y el oleaje a lo largo de las costas del norte.

La onda tropical trajo fuertes lluvias desde el viernes 26 de septiembre, con efectos máximos el sábado 27 de septiembre, lo que provocó inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra y sobrecarga de infraestructura.
A la fecha, las labores de recuperación están en marcha, pero las lluvias intermitentes continúan agravando los problemas en zonas bajas y ribereñas. Los principales impactos incluyen:
Más de 2555 personas fueron desplazadas en varias provincias, con 511 viviendas dañadas o destruidas. Cientos de personas fueron evacuadas preventivamente, evitando un mayor número de víctimas, aunque se reportan al menos 26 heridos o fallecidos por incidentes relacionados con las inundaciones.
Provincias como Santo Domingo, Azua, La Altagracia, La Romana, El Seibo, Peravia y Pedernales son las más afectadas, con comunidades aisladas por el colapso de puentes y la crecida de ríos.
En infraestructura y servicios públicos, unos 602 666 residentes se quedaron sin agua potable debido a fuentes contaminadas y plantas de tratamiento dañadas.
Los apagones afectaron las zonas norte y central durante la noche, junto con el cierre de carreteras debido a escombros e inundaciones. Los aeropuertos de Punta Cana y Santo Domingo reportan retrasos menores, pero permanecen operativos.
La agricultura enfrenta pérdidas por la inundación de campos (por ejemplo, arroz y plátanos en Azua), lo que podría afectar el suministro de alimentos.
El turismo en zonas de playa como Punta Cana ve reducida su actividad debido al oleaje agitado y las alertas, aunque los centros turísticos no reportan daños estructurales importantes. La erosión costera está empeorando debido al oleaje de Humberto.

Los servicios de emergencia están distribuyendo ayuda, pero las lluvias persistentes aumentan el riesgo de nuevas inundaciones en zonas vulnerables. Entre los problemas de salud se incluyen las enfermedades transmitidas por el agua debido a suministros contaminados, y las escuelas e iglesias (utilizadas como refugios) podrían cerrar.
Las interrupciones en los viajes podrían extenderse hasta el lunes, y la Embajada de EE. UU. ha emitido avisos que instan a la precaución a los estadounidenses. Las repercusiones económicas incluyen la paralización de los mercados locales y una ligera disminución del turismo.
A medida que la Depresión Tropical Nueve se acerca a las Bahamas, es posible que regresen condiciones más secas a mediados de semana, lo que permitirá realizar evaluaciones.
Los costos de recuperación podrían superar los millones en ayuda para la reconstrucción y la restauración del suministro de agua. El aumento de la humedad podría impulsar la actividad de los mosquitos, aumentando así el riesgo de dengue, un problema recurrente en la temporada de lluvias.
Este evento subraya la exposición de República Dominicana a la intensificación de los sistemas tropicales, con un 2025 que ya se perfila como un año con tormentas con poco nombre, pero con una alta variabilidad de las precipitaciones. Las inundaciones recurrentes ponen a prueba la resiliencia, lo que podría retrasar proyectos de infraestructura y exacerbar la pobreza en las zonas rurales.
Conclusiones
Las condiciones actuales reflejan el perfil clásico de septiembre en República Dominicana: caluroso, húmedo e inestable, amplificado por la variabilidad climática.
Si bien las alertas tempranas del Instituto Nacional de Meteorología (Indomet) y organismos internacionales como el Centro Nacional de Huracanes (CNH) mitigaron la pérdida de vidas, el evento pone de relieve vulnerabilidades sistémicas: infraestructura obsoleta, asentamientos informales en llanuras aluviales y dependencia de la agricultura de secano.
Las evacuaciones robustas demuestran una mejor preparación desde eventos como el huracán Fiona (2022).
Las implicaciones más amplias apuntan al papel del cambio climático en la sobrealimentación de perturbaciones como esta onda tropical, lo que provoca “bombas de lluvia” más frecuentes que los huracanes.
Para República Dominicana, un país donde el 70% de su PIB se vincula a sectores sensibles al clima (turismo, agricultura), las conclusiones enfatizan la inversión en sistemas hídricos resilientes, la restauración de manglares para la protección costera y la cooperación regional a través de CARICOM para la elaboración de pronósticos conjuntos. Como nota alentadora, el pronóstico de cielos más despejados para el martes indica una rápida recuperación, pero la adaptación constante es clave para proteger esta isla paradisíaca de futuras tormentas.

