
Como resultado, desde 2021, la plantilla se ha llenado de jugadores que entrenan en el extranjero como expatriados o hijos de haitianos residentes en otros países.
Un factor es la inestabilidad constante de Haití, que ha obligado al país a depender continuamente de jugadores residentes en el extranjero. Otra consecuencia, quizás más crítica, es que Haití se beneficia de la constante y alta exposición de los jugadores en el campo y de las instalaciones de entrenamiento mejoradas para garantizar un estado físico óptimo.
Está claro que la estrategia, aunque surgida de la necesidad, está dando frutos.
De cara a la competición, el núcleo de los Grenadiers está compuesto por jugadores de la Major League Soccer (MLS) de EE. UU., Sudamérica, Europa y las ligas profesionales de Canadá. Un jugador reside en los países del Golfo. Francia, en particular, es el principal foco de talento para Haití. Varios de los principales internacionales haitianos se formaron en academias y clubes franceses, e incluso jugaron para Francia en las categorías inferiores antes de optar por representar a la patria de sus padres.
No es de extrañar que la estrella emergente de Haití sea Bellegarde, un talentoso mediocampista que actualmente juega en el club inglés Wolverhampton Wanderers, nacido en Francia de padres haitianos. Conocido por su versatilidad —capaz de jugar en posiciones de centro, defensa y mediocampo ofensivo—, el jugador de 27 años disputó 35 partidos de la Premier League solo la temporada pasada, anotando dos goles y dando siete asistencias. Con su creciente influencia en la máxima categoría, Bellegarde fue convocado para su debut internacional antes de esta serie clasificatoria.
Otros jugadores destacados a tener en cuenta durante la final incluyen:
Fafà Picault , el veterano extremo ahora en el Inter Miami CF, añade ritmo y creatividad al ataque de los Granaderos.
En el mediocampo, Danley Jean-Jacques , quien se unió al Philadelphia Union después de tener un impacto en la Ligue 2 francesa con el FC Metz, aporta energía juvenil y apoyo defensivo.
En ataque, Louicius Don Deedson, quien firmó recientemente con el FC Dallas, hace pareja con el veterano delantero Duckens Nazon del club Esteghlal FC de la Liga Profesional del Golfo Pérsico. Don Deedson puede estirar las defensas con su velocidad y movimiento.
Frantzdy Pierrot, del club AEK Atenas de la Superliga griega, también ofrece más movilidad en ataque y opciones de marcar goles con su presencia rápida y fuerte.
El veterano portero y capitán Johnny Placide del SC Bastia de la Ligue 2 francesa aporta seguridad y experiencia.
Ricardo Adé del club Liga Deportiva Universitaria de Quito (LDU Quito) de la Liga Profesional Ecuatoriana aporta solidez, equilibrio y control del ritmo de juego en el corazón de la defensa de Haití.
Se siente un impulso más amplio en el fútbol haitiano
La campaña masculina coincide con un momento álgido para el fútbol haitiano en todas las categorías. La selección masculina sub-17 aseguró recientemente su lugar en la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA en Catar este noviembre. La selección femenina también lanzará su candidatura para la Copa Mundial de 2027 y las Olimpiadas de 2028 .
Las Granadières sorprendieron al mundo con su debut en la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023 contra la poderosa Inglaterra, a la postre subcampeona del torneo. Con Melchie Dumornay y otras jugadoras entrenando en el extranjero en su plantilla, Haití ayudó a la CONCACAF a conseguir seis plazas en el torneo por primera vez en la historia.
En las eliminatorias del Campeonato Femenino de la Concacaf 2026, son las favoritas en el Grupo D contra República Dominicana, Surinam, Belice y Anguila. Las mujeres de Haití también podrían asegurar un lugar tanto en la Copa Mundial de la FIFA 2027 en Brasil como en los Juegos Olímpicos de 2028 en Los Ángeles.
En conjunto, todos estos éxitos ponen de relieve un renacimiento del fútbol haitiano, impulsado en gran medida por los jugadores de la diáspora y los campos de entrenamiento en el extranjero.
Sin duda, los Granaderos mayores enfrentan numerosos desafíos en su camino de seis partidos hacia el Mundial. Costa Rica y Honduras cuentan con una infraestructura más sólida y plantillas más completas. Pero, para muchos observadores y aficionados al fútbol, el optimismo es alto. Ver a una nación azotada por la crisis obtener un puesto en el Mundial sería más que una victoria deportiva. Sería un símbolo de esperanza, un momento de emocionante alivio.

