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Abel Martínez, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en las elecciones generales de la República Dominicana de 2024, desempeñó un papel importante en el panorama político, aunque su campaña no le aseguró la presidencia.
Martínez, un político experimentado, exalcalde de Santiago de los Caballeros (2016-2024) y expresidente de la Cámara de Diputados (2010-2016), se posicionó como un candidato pro-ley con una plataforma de seguridad centrada en la tecnología.
Su campaña enfatizó la lucha contra la inflación, la delincuencia y la inmigración, abogando particularmente por un control más estricto de la migración haitiana, incluyendo un sistema de vigilancia fronteriza 24/7 y una prisión de máxima seguridad.
También propuso importantes inversiones en agricultura, como $4 mil millones en financiamiento y un fondo de $500 millones para tecnología agrícola. Estas políticas conectaron con los votantes preocupados por la seguridad y los desafíos económicos, pero no fueron suficientes para superar la ventaja del presidente en ejercicio.
Martínez obtuvo el 10,39% de los votos (453.468 votos), ubicándose en tercer lugar, detrás del presidente en ejercicio Luis Abinader (57,5%) del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Leonel Fernández (28,9%) de la Fuerza del Pueblo (FP).
Su bajo porcentaje de votos puso de manifiesto el debilitamiento de la posición del PLD tras perder dominio en 2020, agravado por escándalos de corrupción que erosionaron la confianza pública.
La candidatura de Martínez marcó un cambio generacional dentro del PLD, ya que representó un liderazgo más joven en comparación con veteranos como Danilo Medina.
Su selección como candidato del PLD en octubre de 2023, con el 81% de los votos en las primarias, demostró un fuerte apoyo interno, pero también expuso tensiones internas, como la renuncia del jefe de campaña, Francisco Javier García, debido a diferencias estratégicas.
El PLD, que dominó la política dominicana entre 2004 y 2020, continuó perdiendo influencia. El tercer puesto de Martínez subrayó la lucha del partido por recuperar la confianza del electorado en medio de acusaciones de corrupción contra anteriores administraciones del PLD, incluyendo las de Danilo Medina.
La sólida organización del partido no logró contrarrestar la percepción pública de corrupción, que la plataforma anticorrupción de Abinader capitalizó eficazmente.
La división de la oposición en dos partidos principales —PLD y FP— redujo su capacidad para competir eficazmente contra Abinader. A pesar de un acuerdo dentro de la Alianza Opositora (Rescate RD) para consolidar el apoyo en una posible segunda vuelta, la mayoría de Abinader en la primera vuelta eliminó esta posibilidad.
La campaña de Martínez, si bien alineada con los objetivos de Rescate RD, no logró movilizar el apoyo suficiente para forzar una segunda vuelta.
El enfoque de Martínez en la seguridad y la inmigración tuvo eco en segmentos del electorado, reforzando una postura de línea dura sobre la migración haitiana, compartida por todos los candidatos principales.
Sus propuestas, como la creación de una comisión para gestionar la crisis fronteriza, destacaron la relevancia de las relaciones dominico-haitianas en las elecciones. Sin embargo, estos temas se vieron eclipsados por el amplio atractivo de Abinader y su historial de gestión económica.
Martínez contó con el fuerte respaldo de Medina, presidente del PLD y figura clave en el partido. Medina juramentó a Martínez como candidato del PLD durante la asamblea de octubre de 2023, lo que demuestra la unidad del partido. Sin embargo, la vinculación de Medina con escándalos de corrupción, incluyendo investigaciones de alto perfil a exmiembros del gabinete, probablemente obstaculizó la campaña de Martínez al empañar la imagen del PLD. Su relación fue de apoyo mutuo, pero se vio lastrada por los problemas de gobernanza del partido en el pasado
Martínez criticó abiertamente el gobierno de Abinader, centrándose en temas como los altos precios de los alimentos y el combustible, los apagones y la insuficiencia de los servicios públicos durante eventos de campaña como la “Marcha por la Esperanza” del PLD en julio de 2023.
A pesar de ello, después de las elecciones, Martínez mostró su disposición a colaborar constructivamente, recibiendo a Abinader en su casa el 23 de mayo de 2024, poco después de las elecciones.
Martínez expresó su disposición a apoyar acciones positivas para el país desde la plataforma del PLD, mostrando un enfoque pragmático a pesar de su rivalidad.
Esta reunión puso de relieve los esfuerzos de Abinader por generar consenso y el reconocimiento de Martínez de la necesidad de cooperación en un panorama político polarizado.
Abel Martínez y Leonel Fernández fueron rivales electorales, con Fernández obteniendo un apoyo significativamente mayor (alrededor del 20-24%) en las encuestas que el 10-11% de Martínez.
Su relación se complicó con la salida de Fernández del PLD en 2019 tras denunciar fraude en las primarias presidenciales, lo que debilitó al PLD y creó una oposición dividida.
Como parte de Rescate RD, ambos acordaron apoyarse mutuamente en una posible segunda vuelta contra Abinader, pero la mayor base electoral de Fernández y su prominencia histórica eclipsaron a Martínez. Su rivalidad refleja la mayor fragmentación de la oposición.
Martínez fue una figura clave en la alianza Rescate RD, que incluía al PLD, FP y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). La alianza buscaba unificar las fuerzas de la oposición contra el PRM de Abinader, con un pacto para apoyar al candidato (Martínez o Fernández) que avanzara a la segunda vuelta.
Sin embargo, la contundente victoria de Abinader en la primera vuelta (57.5%) invalidó esta estrategia. La campaña de Martínez se benefició de la fuerza organizativa del PLD, pero la incapacidad de la alianza para consolidar el apoyo electoral desde el principio limitó su eficacia.
La campaña de Martínez tuvo dificultades para diferenciarse del FP de Fernández, que contaba con una base electoral más amplia. Su enfoque en temas locales, como el saneamiento en Santiago, y preocupaciones nacionales, como la seguridad, no generó un amplio apoyo.
La reputación empañada del PLD y la división de la oposición impidieron que Rescate RD pudiera plantear un desafío serio al dominio de Abinader.
A pesar de su derrota electoral, su prominencia como líder joven del PLD lo posiciona como una figura potencial para futuras elecciones. Su experiencia como alcalde de Santiago y su campaña nacional han consolidado su perfil, pero debe sortear los desafíos internos del PLD y la percepción pública de corrupción para mantenerse viable.
Publicaciones en X sugieren especulaciones sobre su rol dentro del PLD, y algunos alegan tensiones internas en el partido, aunque estas afirmaciones no son concluyentes.
El pobre desempeño del PLD bajo la dirección de Martínez indica la necesidad de que el partido aborde sus escándalos de corrupción y reconstruya la confianza. Las prácticas clientelistas del partido, como se señala en algunos análisis, han alejado a los votantes, y la campaña de Martínez no pudo superar este legado.
La campaña de Martínez destacó las fortalezas de Abinader, en particular su gestión económica y su capacidad anticorrupción, que conectaron con los votantes. La incapacidad de la oposición para unificarse permitió a Abinader obtener una victoria aplastante, reforzando el dominio del PRM.
La estrategia de unidad condicional de Rescate RD fue insuficiente contra un presidente popular. La efectividad de la alianza se vio limitada por las campañas separadas del PLD y el FP y las rivalidades históricas, en particular entre Fernández y la dirigencia del PLD.
La campaña de Martínez, si bien no tuvo éxito, subrayó temas clave como la inmigración, la seguridad y la desigualdad económica que seguirán influyendo en la política dominicana. Su pragmática interacción postelectoral con Abinader sugiere un posible cambio hacia una política de oposición más colaborativa, aunque la recuperación del PLD sigue siendo incierta.
La candidatura presidencial de Abel Martínez para 2024 tuvo un impacto electoral limitado debido al debilitamiento del PLD y la fragmentación de la oposición. Sus relaciones con Medina (apoyándolo, pero lastradas por acusaciones de corrupción), Abinader (competitivo pero cooperativo tras las elecciones) y Fernández (rival dentro de una alianza tensa) reflejan la compleja dinámica de la política dominicana. La alianza Rescate-RD, aunque estratégica, no logró contrarrestar el dominio de Abinader, lo que dejó a Martínez y al PLD con la tarea de reagruparse para afrontar futuros desafíos.

