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El anuncio de una cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin para el 15 de agosto de 2025 en Alaska para debatir un posible alto el fuego en la guerra entre Rusia y Ucrania tiene importantes implicaciones para la geopolítica global, el conflicto en curso y las relaciones entre Estados Unidos, Rusia, Ucrania y sus aliados europeos.
La advertencia del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy de que Ucrania no cederá territorio complica aún más la situación.

La cumbre representa una importante iniciativa diplomática, ya que marca la primera cumbre entre Estados Unidos y Rusia desde 2021 y la primera visita de Putin a suelo estadounidense desde 2015.
Al recibir a Putin en Alaska, Trump muestra su disposición a dialogar directamente con Rusia, revirtiendo la política estadounidense de aislar a Putin como un paria tras la invasión rusa de Ucrania en 2022.
Esto podría normalizar las relaciones bilaterales en cierta medida, allanando el camino para una cooperación más amplia en cuestiones geopolíticas y económicas.
La elección de Alaska, un antiguo territorio ruso vendido a Estados Unidos en 1867, tiene una importancia simbólica. Pone de relieve los intereses económicos compartidos en el Ártico y la proximidad a Rusia, pero ha suscitado críticas por legitimar a Putin, quien enfrenta una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra.
Los críticos, incluidos exfuncionarios estadounidenses como John Bolton y Michael McFaul, argumentan que recibir a Putin en territorio estadounidense le otorga una victoria simbólica y corre el riesgo de socavar la credibilidad de Estados Unidos entre sus aliados.
La exclusión del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, de la cumbre ha generado gran preocupación en Kiev y entre sus aliados europeos.
Zelenski se ha opuesto firmemente a cualquier negociación que excluya a Ucrania, afirmando: «Cualquier decisión que se tome en nuestra contra, cualquier decisión que se tome sin Ucrania, es al mismo tiempo una decisión contra la paz».
Su advertencia de que Ucrania no cederá sus territorios al ocupante refleja la firme postura de Kiev contra la cesión de territorio, en particular Crimea y la región del Donbás, que Rusia exige como parte de un acuerdo de alto el fuego.
La presión de Zelenski para una cumbre trilateral con Ucrania subraya su convicción de que las conversaciones directas con Putin son esenciales para avanzar hacia la paz.
Su exclusión corre el riesgo de distanciar a Ucrania y podría debilitar su posición en las negociaciones, alimentando el temor de que Trump priorice un acuerdo con Rusia sobre la soberanía de Ucrania
Líderes europeos, como el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro británico Keir Starmer y otros, han expresado su apoyo a la soberanía de Ucrania y han enfatizado la necesidad de incluirla en las conversaciones de paz.
Alemania y Estonia han criticado a Trump por hacer concesiones a Putin antes del inicio de las negociaciones, como sugerir intercambios territoriales o descartar la adhesión de Ucrania a la OTAN.
La cumbre ha suscitado preocupación por un posible alejamiento de Estados Unidos de su tradicional apoyo a Ucrania y la OTAN, lo que podría desestabilizar la seguridad europea.
Publicaciones en X reflejan la percepción de que la estrategia de Trump podría “dejar a Ucrania en el olvido”, poniendo en peligro la estabilidad europea.
En el ámbito nacional, Trump se enfrenta a desafíos con un índice de aprobación del 38% y críticas por temas como el caso de Jeffrey Epstein y el débil crecimiento del empleo.
La cumbre podría servir para distraer la atención de los problemas internos y como una oportunidad para reforzar su imagen de negociador, lo que podría posicionarlo para galardones como el Premio Nobel de la Paz, que su administración ha insinuado aspirar.
Sin embargo, la base de Trump muestra un apoyo dispar a su gestión de la guerra entre Rusia y Ucrania (64% de aprobación, en comparación con una mayor aprobación en otros temas), lo que podría complicar su estrategia política si la cumbre no arroja resultados.
La sugerencia de Trump de “intercambiar territorios para beneficio tanto de Ucrania como de Rusia” ha suscitado temores de que pueda presionar a Ucrania para que ceda territorios como el Donbás y Crimea para asegurar un acuerdo rápido.
Dicho acuerdo podría socavar la soberanía de Ucrania y sentar un precedente para recompensar la agresión territorial, lo que podría alentar a Rusia a reanudar las hostilidades posteriormente.
El rechazo de Zelenski a las concesiones territoriales y su insistencia en las fronteras constitucionales de Ucrania podrían llevar a un punto muerto, prolongando el conflicto si Trump y Putin avanzan sin el consentimiento de Kiev.
La exclusión de Ucrania de la cumbre y la aparente disposición de Trump a negociar directamente con Putin han tensado las relaciones entre EE. UU. y Ucrania. Las críticas públicas de Zelenskyy al enfoque de Trump, incluso calificándolo de “terco” y desprevenido para la paz, acentúan las tensiones.
A los aliados europeos les preocupa que un acuerdo entre EE. UU. y Rusia pueda eludir sus intereses, en particular en lo que respecta a las sanciones a Rusia y las aspiraciones de Ucrania a la OTAN.
El posible papel de la UE en futuras conversaciones, como lo sugirió el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, podría mitigar este problema, pero solo si Europa se incluye realmente.
La cumbre le otorga a Putin una victoria diplomática al legitimarlo en el escenario internacional a pesar de su orden de arresto ante la CPI y la condición de paria de Rusia.
La influencia de Putin incluye las ganancias de Rusia en el campo de batalla y su resiliencia económica, pero sus exigencias —la neutralidad de Ucrania, la no adhesión a la OTAN y el levantamiento de las sanciones— podrían ser innegociables para Kiev y Occidente.
Los analistas advierten que Putin podría usar la cumbre para estancar o extraer concesiones sin comprometerse con un alto el fuego, lo que permitiría a Rusia consolidar sus ganancias territoriales y presentar a Trump como un socio.
Una cumbre exitosa podría conducir a un alto el fuego, pero solo si Trump logra acortar la distancia entre las demandas de Rusia y la negativa de Ucrania a ceder territorio.
Estados Unidos ha propuesto equipos de alto nivel para trabajar hacia una paz sostenible, pero la insistencia de Rusia en continuar la lucha durante las conversaciones y la exigencia de Ucrania de un alto el fuego inmediato complican las perspectivas.
Si la cumbre fracasa, la amenaza de Trump de imponer sanciones secundarias a los países que compren petróleo ruso podría intensificar las tensiones económicas, aunque no está claro si cumplirá.
Es probable que se prolongue el conflicto si Rusia y Ucrania no logran ponerse de acuerdo en cuestiones fundamentales como el territorio y la OTAN.
La cumbre es una prueba crucial de la capacidad negociadora de Trump y de su promesa de poner fin rápidamente a la guerra entre Rusia y Ucrania.
El éxito podría reforzar su prestigio nacional y su reputación global, pero el fracaso corre el riesgo de reforzar la percepción de ingenuidad o capitulación ante Putin, como se vio en la cumbre de Helsinki de 2018.
La firme postura de Zelenski contra las concesiones territoriales subraya la determinación de Ucrania de mantener su soberanía. Sin embargo, sin un lugar en la mesa de negociaciones, Ucrania corre el riesgo de quedar marginada en un acuerdo que prioriza las relaciones entre Estados Unidos y Rusia por encima de los intereses de Kiev. El apoyo de los líderes europeos y los aliados de la OTAN será crucial para que Ucrania mantenga su influencia.
La cumbre podría reconfigurar la política exterior estadounidense, alejándose del apoyo incondicional a Ucrania y la OTAN hacia un enfoque más transaccional con Rusia. Esto podría debilitar la cohesión de la OTAN y envalentonar a los regímenes autoritarios si se percibe que la agresión territorial es recompensada.
Por el contrario, un acuerdo equilibrado que incluya a Ucrania y respete su soberanía podría estabilizar la región, siempre que incluya sólidas garantías de seguridad, como fuerzas de paz respaldadas por Occidente.
La advertencia de Zelenski y las preocupaciones de Europa resaltan la necesidad de conversaciones de paz inclusivas. Cualquier acuerdo que excluya a Ucrania o a la UE probablemente será insostenible, como Zelenskyy ha calificado de “nacidos muertos”.
Las futuras negociaciones deben involucrar a Kiev y a sus aliados europeos para garantizar una paz duradera que aborde las preocupaciones de seguridad, territoriales y económicas.
El resultado de la cumbre sigue siendo incierto debido a las grandes diferencias en las posiciones negociadoras. Las demandas rusas de control territorial y la exclusión de Ucrania de la OTAN chocan con la insistencia ucraniana en su soberanía y el apoyo occidental.
Sin concesiones significativas de ninguna de las partes, la guerra podría continuar, con Rusia manteniendo la presión en el campo de batalla y Ucrania dependiendo de la ayuda occidental.
La cumbre Trump-Putin es una apuesta arriesgada y muy rentable, con profundas implicaciones para Ucrania, las relaciones entre Estados Unidos y Rusia y la estabilidad global.
La advertencia de Zelenskyy subraya el desafío de lograr un acuerdo de paz que respete la soberanía de Ucrania y satisfaga las demandas de Rusia.
La exclusión de Ucrania de las conversaciones iniciales podría socavar la confianza y prolongar el conflicto, pero la participación de los aliados europeos y las futuras negociaciones trilaterales podrían mitigar estos riesgos si se llevan a cabo con diligencia. El éxito de la cumbre depende de la capacidad de Trump para sortear las maniobras estratégicas de Putin y la postura innegociable de Zelenski sobre la integridad territorial.

