
El año pasado, Donald Trump prometió que pondría fin a la guerra de Ucrania en “24 horas”.
La semana pasada, dijo que no se resolvería hasta que él y el presidente ruso, Vladimir Putin, pudieran “reunirse” y resolverlo en persona.
El lunes el terreno volvió a moverse.
Después de una conversación telefónica de dos horas con Putin, éste dijo que las condiciones de un acuerdo de paz sólo podrían negociarse entre Rusia y Ucrania, y tal vez con la ayuda del Papa.
Aún así, el presidente estadounidense no ha perdido su optimismo sobre la perspectiva de paz, publicando en las redes sociales que los combatientes “iniciarán inmediatamente” las negociaciones para un alto el fuego y el fin de la guerra.
Ese sentimiento contrastaba un poco con la opinión rusa. Putin solo afirmó que su país está dispuesto a colaborar con Ucrania para elaborar un “memorando sobre un posible futuro acuerdo de paz”.
Las conversaciones sobre memorandos y un “posible futuro” de paz no parecen ser el tipo de base sólida sobre la cual se puedan construir rápidamente acuerdos duraderos.
Putin volvió a enfatizar que cualquier resolución tendría que abordar las “causas fundamentales” de la guerra, que Rusia ha afirmado en el pasado que son el deseo de Ucrania de tener vínculos más estrechos con Europa.
Existe la posibilidad de que la última opinión de Trump sobre la guerra en Ucrania pueda ser una señal de que Estados Unidos finalmente abandonará la mesa de negociaciones.
“Hay muchos egos involucrados, pero creo que algo va a pasar”, dijo Trump el lunes por la tarde. “Y si no, simplemente me retiraré y tendrán que seguir adelante”.
Sin embargo, una medida de ese tipo conlleva su propio conjunto de preguntas y riesgos.
Si Estados Unidos se desentiende de la guerra, como también han amenazado el vicepresidente J.D. Vance y el secretario de Estado Marco Rubio, ¿significa eso que Estados Unidos también pondría fin a todo apoyo militar y de inteligencia a Ucrania?
Y si ese es el caso, entonces puede ser un desarrollo que Rusia, con sus mayores recursos en comparación con una Ucrania aislada del apoyo estadounidense, acogería con agrado .
Esa perspectiva es suficiente para preocupar al presidente ucraniano, Volodomyr Zelensky.
“Es crucial para todos nosotros que Estados Unidos no se distancie de las conversaciones y de la búsqueda de la paz”, dijo el lunes después de la llamada entre Trump y Putin.
La frenética negociación de paz de Trump da una pista de lo que realmente quiere
Dejando a un lado la retórica del lunes, parece que Ucrania y Rusia están dispuestos a continuar las conversaciones, y cualquier tipo de diálogo supone un avance tras casi tres años de guerra. Aún está por determinar si el equipo ruso será mayor que la delegación de bajo nivel que viajó a Estambul para reunirse con los ucranianos el viernes pasado.
Trump mantiene la promesa de reducir las sanciones a Rusia, así como nuevos acuerdos comerciales e inversión económica, como incentivo para que Putin avance hacia un acuerdo de paz. Lo mencionó nuevamente en sus comentarios posteriores a la llamada. Sin embargo, no se abordaron las consecuencias negativas, como nuevas sanciones a la banca rusa y las exportaciones energéticas.
El presidente estadounidense advirtió el mes pasado que no toleraría que Putin “me presionara” y afirmó que Rusia no debería atacar zonas civiles. Sin embargo, ayer, Rusia lanzó su mayor ataque con drones de la guerra contra ciudades ucranianas, y la llamada del lunes entre ambos líderes mundiales deja claro que cualquier alto el fuego o acuerdo de paz parece aún lejano.


