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La selección de nuevos jueces para la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de la República Dominicana estuvo a cargo del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), órgano constitucional presidido por el presidente Luis Abinader e integrado por figuras políticas y judiciales.
Este proceso comenzó a finales de septiembre de 2025 con el anuncio de una reforma para abordar los mandatos vencidos, las vacantes y las evaluaciones de desempeño de los jueces en ejercicio.

Las evaluaciones comenzaron el 2 de octubre de 2025, centrándose en criterios como la productividad jurisdiccional, la integridad, la independencia, la disciplina y la reputación de los jueces con siete años de servicio.
Tres jueces titulares —Pilar Jiménez Ortiz, Manuel Alexis Read Ortiz y Moisés Ferrer Landrón— no fueron ratificados, lo que provocó la apertura de vacantes.
El CNM priorizó a los candidatos de la carrera judicial (al menos tres de cinco), garantizando el equilibrio de género y la selección basada en el mérito.
El 19 de diciembre de 2025, el CNM finalizó la selección de cinco nuevos jueces durante una sesión en el Palacio Nacional de Santo Domingo:
Edison Francisco Alarcón Polanco (de carrera judicial, exjuez de la Corte de Apelaciones del Distrito Nacional).
Miguelina Ureña Núñez (de carrera judicial, exjueza de la Corte de Apelaciones del Distrito Nacional).
Manuel Aurelio Victoria (de carrera judicial; también mencionado como Manuel Hernández Victoria en algunas fuentes, exjuez de la Corte de Apelaciones del Distrito Nacional).
Yorlin Lisett Vásquez Castro (abogada de ejercicio privado, especialista en derecho económico y tributario; reconocida como una de las juezas más jóvenes a sus 35 años).
Namphi Andrés Rodríguez (abogada de ejercicio privado, especialista en derecho público).
Además, Nancy Salcedo Fernández fue designada como segunda suplente del presidente de la CSJ, Luis Henry Molina. Los nuevos jueces juraron el 22 de diciembre de 2025 en el Palacio Nacional.
Con esto se completó la primera fase de la reforma, con una renovación más amplia prevista para abril de 2026 para reemplazar a los jueces que alcancen el límite de su mandato.
La selección se ha considerado ampliamente como un paso hacia la modernización y el fortalecimiento del sistema judicial dominicano, en particular a la luz de las mejoras del país en las clasificaciones globales del estado de derecho (subió 11 posiciones hasta el puesto 76 en el Índice del Proyecto de Justicia Mundial 2025, con mejoras en eficiencia, transparencia y control del poder gubernamental). Los principales impactos incluyen:
Fortalecimiento institucional y eficiencia: El CNM enfatizó que los nombramientos reafirman el compromiso con un poder judicial independiente, eficiente y basado en el mérito.
Al priorizar a jueces con sólidas trayectorias en derecho civil, penal, laboral y constitucional, el proceso busca reducir la acumulación de casos, mejorar los tiempos de resolución de los mismos y aumentar la productividad general, problemas que han afectado a la CSJ en los últimos años.
Esto podría conducir a una tramitación más rápida de casos de alto perfil, como escándalos de corrupción como el fraude del SENASA (que involucró más de RD$15 mil millones), lo que podría aumentar la confianza pública en el sistema.
Diversidad y Representación: Las selecciones lograron un equilibrio de género e incluyeron una combinación de jueces de carrera y expertos externos, cumpliendo con los requisitos constitucionales.
Se espera que esto aporte nuevas perspectivas, especialmente en áreas como el derecho económico y público, lo que podría influir en las decisiones sobre asuntos complejos como disputas fiscales o la rendición de cuentas gubernamental.
Reacciones políticas y sociales: Las respuestas iniciales han sido abrumadoramente positivas. El Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), una organización empresarial clave, afirmó que los nuevos jueces complementarán la labor de la CSJ y tendrán un impacto positivo en el sistema judicial.
La Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) calificó las selecciones de “excelentes”, destacando la trayectoria profesional de los jueces.
Incluso figuras de la oposición como Abel Martínez elogiaron las selecciones, señalando que comprometen a los jueces a fortalecer un sistema de justicia independiente más allá de las meras apariencias.
El Colegio de Abogados de la República Dominicana (CARD) también apoyó el proceso, considerándolo competitivo y basado en el mérito. Sin embargo, algunos sectores políticos y judiciales han expresado su preocupación por la posible influencia partidista debido a la composición del CNM (con una mayoría de figuras políticas, incluyendo al partido de Abinader).
No se reportaron irregularidades concretas en esta ronda, pero ha generado debates sobre la necesidad de una mayor despolitización.
Consecuencias sociales más amplias: Como aspecto positivo, la reforma podría contribuir a las reformas judiciales en curso, como la digitalización y la reducción de demoras, en consonancia con el “Plan Justicia del Futuro 2034” para una justicia más accesible.
Esto podría aumentar el atractivo de la República Dominicana para la inversión al señalar un entorno legal estable. Por el contrario, la persistente percepción de interferencia política podría erosionar la confianza pública, especialmente en medio de casos de corrupción de alto perfil donde las presiones mediáticas y sociales ya cuestionan la independencia judicial. Si no se aborda, esto podría generar críticas constantes por parte de grupos de la sociedad civil como Participación Ciudadana.
Esta selección marca un avance significativo en los esfuerzos de reforma judicial de la República Dominicana, culminando un proceso transparente y basado en el mérito, que ha obtenido apoyo intersectorial.
Recalca el compromiso con la limitación de mandatos, la rotación basada en el desempeño y la renovación institucional, lo que podría conducir a una Corte Suprema de Justicia más equilibrada y eficiente.
Sin embargo, para aprovechar plenamente estos beneficios y generar una confianza pública duradera, los procesos futuros deben priorizar una mayor transparencia, la reducción de la influencia política en el CNM y un énfasis en las trayectorias judiciales.
Dado lo reciente de los nombramientos (apenas unos días antes del 21 de diciembre de 2025), las consecuencias a largo plazo dependerán del desempeño de los jueces en los próximos casos y de la finalización de la fase de 2026. En general, representa un avance hacia un poder judicial que sirva mejor a los principios democráticos y al Estado de derecho.

