En el contexto dominicano, la indexación salarial se refiere al ajuste anual obligatorio de los umbrales de exención del Impuesto sobre la Renta (ISR) para los salarios, según lo establecido en el Artículo 327 del Código Tributario.
Este mecanismo vincula el nivel salarial exento a la inflación (medida por el IPC), evitando que los trabajadores de ingresos bajos y medios caigan en tramos tributarios debido al aumento del costo de vida.

El monto base exento se actualizó por última vez en 2016-2017 (alrededor de RD$416,220 anuales, o aproximadamente RD$34,685 mensuales), y no se ha ajustado desde 2017 a pesar de la inflación acumulada.
De aplicarse hoy, elevaría el umbral exento a aproximadamente RD$50,000-52,000 mensuales, lo que significa que los salarios hasta ese nivel estarían exentos de impuestos.
Esto no es un aumento salarial obligatorio directo para los trabajadores del sector privado o público, sino una medida de alivio fiscal que aumenta el salario neto neto sin costo adicional para los empleadores.
El debate se reavivó el 16 de diciembre de 2025
El 16 de diciembre de 2025, durante la aprobación urgente en el Senado del Presupuesto General del Estado para 2026, el senador Omar Fernández (partido Fuerza del Pueblo, en representación del Distrito Nacional) reavivó el tema al proponer devolver el proyecto de ley de presupuesto a comisión para enmiendas que incluyeran la indexación.


Su moción fue rechazada por la mayoría (liderada por el partido gobernante PRM), y el presupuesto se aprobó en dos lecturas sin la disposición, suspendiendo así la indexación por un año más.


Fernández criticó la decisión por ignorar un mandato legal y “perder de vista lo esencial”, argumentando que perjudica directamente la calidad de vida de los trabajadores en un contexto de alta inflación y costo de vida.


Cientos de miles de trabajadores formales (especialmente aquellos que ganan entre RD$30,000 y RD$60,000 mensuales) obtendrían mayores ingresos netos, equivalentes a recuperar el poder adquisitivo perdido.
Se estima que esto evita la pérdida efectiva de una canasta básica de alimentos completa al año por trabajador afectado debido al aumento gradual de la carga salarial. Sindicatos y partidos de oposición (incluidos Fuerza del Pueblo y PLD) lo apoyan como una cuestión de justicia social.
Un mayor ingreso disponible podría impulsar el consumo y la actividad económica.
Negativo para el gobierno: Pérdida significativa de ingresos (potencialmente decenas de miles de millones de RD$, con algunas estimaciones que cubren varias veces el costo mediante reasignaciones como la reducción de la nómina pública o el uso de fondos de deuda inactivos).
El presidente Abinader y funcionarios del gobierno argumentan que esto forzaría recortes en el gasto social, la educación, la salud o la infraestructura, o requeriría nuevos préstamos/impuestos en otras áreas.
Efectos más amplios: Mínima presión directa sobre los empleadores privados (sin aumentos forzosos), pero podría incentivar indirectamente las negociaciones salariales.
Los trabajadores continúan perdiendo ingresos reales a medida que más salarios se vuelven gravables a pesar de la ausencia de un aumento nominal, lo que exacerba la desigualdad y reduce el poder adquisitivo en un contexto inflacionario (la canasta básica cuesta aproximadamente RD$46,000 o más).
El gobierno mantiene mayores ingresos fiscales para las prioridades presupuestarias, pero enfrenta críticas por incumplimiento de la ley.
Posibles riesgos a largo plazo: aumento del empleo informal o insatisfacción laboral.
La reactivación del senador Fernández puso de relieve las divisiones políticas existentes, pero no modificó el resultado: el Presupuesto de 2026 suspende nuevamente la indexación, priorizando la estabilidad fiscal sobre el alivio fiscal inmediato.
La mayoría gobernante considera que la indexación total es fiscalmente riesgosa sin medidas compensatorias (por ejemplo, una reforma fiscal más amplia), mientras que la oposición la considera un fracaso en la protección de los trabajadores y la aplicación de la ley vigente.
Fernández ha sido el principal defensor, con el apoyo de los sindicatos, pero el problema sigue sin resolverse y es probable que resurja en futuros presupuestos o reformas. No se esperan cambios inmediatos para 2026.

