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El “conteo final a las 16:26” se refiere a un momento crucial en el proceso de recuento de votos para las elecciones presidenciales de Honduras del 30 de noviembre de 2025, según lo informado por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Aproximadamente a las 16:26 hora local (CST) del 5 de diciembre de 2025, coincidiendo con la fecha actual, el CNE anunció un recuento casi completo de más del 99 % de los distritos electorales, declarando ganador a Nasry “Tito” Asfura, del conservador Partido Nacional (PN), con el 40,28 % de los votos, superando a Salvador Nasralla, del centrista Partido Liberal (PL), con el 39,45 %.

Esto se produjo tras días de fallos técnicos, acusaciones de fraude y presión internacional, con la candidata Rixi Moncada, del partido gobernante de izquierda LIBRE, muy por detrás, con cerca del 19 %.
El anuncio culminó una contienda electoral muy reñida que había experimentado un cambio drástico, con Asfura tomando la delantera en las últimas horas en medio de disputas por un 17% de votos inconsistentes.
Este resultado puso fin a un proceso polémico plagado de un sitio web de resultados colapsado, recuentos detenidos e interferencias externas, pero inmediatamente provocó la indignación de la oposición y los observadores.
La declaración tiene un efecto dominó inmediato en las esferas política, económica y social de Honduras, una nación que ya lidia con la pobreza (que afecta al 60% de su población), las presiones migratorias y el legado de la narcoviolencia.
La victoria refuerza el dominio conservador, pero profundiza las divisiones. Nasralla, quien lideraba intermitentemente (por ejemplo, por 19,000 votos con el 68% escrutado el 3 de diciembre), se negó a reconocer su derrota, calificándolo de “fraude monumental” y prometiendo protestas callejeras que recuerdan los disturbios poselectorales de 2017 que dejaron más de 30 muertos.

Moncada, de LIBRE, elegido personalmente por la presidenta saliente Xiomara Castro, condenó el resultado como un golpe de Estado orquestado por Estados Unidos, haciéndose eco de sus advertencias preelectorales sobre manipulación.
Marlon Ochoa, miembro del CNE, destacó fallas sistémicas, señalando que el 86.6% de las 15,297 actas procesadas (13,246 actas) presentaban inconsistencias entre los registros biométricos y el sistema digital TREP, lo que totaliza una discrepancia de 982,142 votos, lo que alimenta las denuncias de manipulación algorítmica.
La victoria de Asfura valida la agresiva intervención del presidente Donald Trump, incluyendo su respaldo preelectoral, la amenaza de recortar la ayuda (“un infierno si Asfura pierde”) y el indulto al expresidente Juan Orlando Hernández (condenado en 2024 por facilitar el contrabando de más de 400 toneladas de cocaína).
Esto podría impulsar una mayor cooperación en materia de seguridad en Estados Unidos, ataques antinarcóticos a “narcolanchas” y controles migratorios, objetivos declarados de Trump para frenar el flujo de centroamericanos hacia la frontera con Estados Unidos.
Sin embargo, corre el riesgo de sufrir represalias: izquierdistas hondureños como el expresidente Manuel Zelaya lo calificaron de “intromisión imperialista”, lo que podría tensar las relaciones con los demócratas estadounidenses y los organismos multilaterales.
Los mercados reaccionaron con volatilidad; las primas de riesgo de Honduras (diferencias cambiarias y diferenciales de CDS) se dispararon entre 20 y 30 puntos básicos tras el anuncio debido a la incertidumbre.
Los líderes empresariales, ya recelosos de la integridad electoral (como expresó el subsecretario estadounidense Christopher Landau antes de las elecciones), temen un retraso en la inversión.
Un Asfura respaldado por Trump podría priorizar los acuerdos comerciales proestadounidenses, pero las disputas prolongadas podrían desalentar la inversión extranjera directa (IED), exacerbando la inflación y la pobreza en medio de las presiones mundiales sobre las materias primas.
La declaración de las 16:26 ha desatado una cascada de consecuencias, amplificando las tensiones preexistentes derivadas de las irregularidades electorales (por ejemplo, el cierre militar de colegios electorales, la expulsión de observadores y seis asesinatos políticos preelectorales).
Las protestas estallaron inmediatamente en centros urbanos, con enfrentamientos entre partidarios de Nasralla y la policía; se reportaron más de 20 arrestos al anochecer.
Al igual que en 2017, esto podría escalar a manifestaciones generalizadas, lo que incrementaría la tasa de homicidios de Honduras (que ya es la más alta de Latinoamérica, con aproximadamente 35 por cada 100.000 votos).
Los bastiones rurales de LIBRE podrían sufrir sabotajes contra la infraestructura, mientras que la base urbana de Asfura se moviliza en apoyo.
Las demandas por fraude son inminentes; Nasralla invocó la “curva de Batson” (un guiño a las fluctuaciones electorales nocturnas manipuladas del pasado), exigiendo un recuento completo del 17 % de los votos inconsistentes. La OEA, que detectó irregularidades con anticipación, podría mediar, pero las amenazas de Trump complican la neutralidad.
El indulto de Hernández —presentado como la reversión de un montaje— refuerza la legitimidad de la PN, pero socava la credibilidad anticorrupción de Estados Unidos, lo que podría inspirar demandas similares en casos relacionados con el narcotráfico a nivel regional.
Los gobiernos de Nicaragua y Venezuela denunciaron el resultado como una “ingeniería del régimen” estadounidense, vinculándolo con la apropiación de petróleo de Venezuela por parte de Trump (rechazando los acuerdos de Maduro con Chevron para obtener influencia).
Esto podría aumentar la migración centroamericana (Honduras genera entre el 15% y el 20% de los encuentros fronterizos con Estados Unidos), con manifestantes desplazados que huyen hacia el norte. En términos económicos, los activos de mercados emergentes de América Latina (por ejemplo, el ETF ILF) cayeron entre un 1% y un 2% por temores a un impacto negativo en la gobernanza.
Los críticos argumentan que el momento del recuento —después de una falla de la “pantalla en blanco” a las 3:24 a. m. que supuestamente alteró los datos— erosiona la confianza en las instituciones, según informes de Reuters y la BBC. Trump lo celebró como una “victoria justa”, pero sin pruebas, sus acusaciones de fraude (por ejemplo, acusar al CNE de detener los recuentos) solo avivaron las divisiones.
El recuento final a las 16:26 consolida la victoria de Asfura en un proceso viciado, lo que indica un giro conservador respecto a la era LIBRE de Castro y acerca a Honduras a la visión hemisférica de Trump, priorizando la lucha contra el narcotráfico sobre las reformas sociales.
Sin embargo, expone profundas vulnerabilidades: fallas técnicas, intromisiones externas y discrepancias no resueltas que amenazan con una crisis de legitimidad, similar a las controvertidas elecciones venezolanas de 2018.
Para Honduras, la estabilidad depende de auditorías y concesiones rápidas; sin ellas, la recuperación económica se estanca, el malestar se agrava y la migración se dispara.
A nivel mundial, subraya la influencia de Estados Unidos en Latinoamérica, pero a costa de las normas democráticas: una “victoria” para la realpolitik, pero pírrica si genera caos a largo plazo. La presión internacional por la transparencia sigue siendo crucial para evitar una escalada.

