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Honduras celebró elecciones generales el 30 de noviembre de 2025 para elegir un nuevo presidente, 128 miembros del Congreso Nacional y funcionarios locales.
La votación se produjo en un contexto de alta polarización, con acusaciones de fraude por parte de todos los partidos principales, violencia electoral y una injerencia estadounidense sin precedentes mediante el respaldo del presidente Donald Trump al candidato del Partido Nacional, Nasry “Tito” Asfura, y su anuncio de indulto al expresidente Juan Orlando Hernández (condenado en Estados Unidos por narcotráfico).

Los resultados preliminares, basados en aproximadamente el 44% de los colegios electorales contabilizados hasta el 1 de diciembre, muestran una contienda muy reñida entre Asfura y el candidato del Partido Liberal, Salvador Nasralla, con Rixi Moncada, del partido gobernante LIBRE, a la zaga.
Se esperan los resultados oficiales en 30 días, pero el estrecho margen y las acusaciones de fraude aumentan el riesgo de controversias.

Fuente: Cálculos preliminares del Consejo Nacional Electoral (CNE); los resultados completos del Congreso están pendientes, pero indican una legislatura fragmentada sin una mayoría clara.
Impactos inmediatos de los resultados preliminares
El ajustado resultado ya ha intensificado las tensiones existentes, con posibles repercusiones en la estabilidad nacional y las relaciones internacionales:
Polarización política y acusaciones de fraude. Todos los candidatos han denunciado anticipadamente un posible fraude, lo que ha socavado la confianza en el CNE.
LIBRE se ha comprometido a no aceptar los resultados preliminares sin un recuento completo de las papeletas, mientras que los partidos de oposición citan grabaciones de audio filtradas de presunta manipulación de votos por parte del Partido Nacional.
Esto evoca la violencia de las elecciones de 2017, donde las protestas posteriores a la votación causaron más de 30 muertes.
Observadores internacionales de la OEA y la UE han instado a la transparencia, pero los retrasos en el recuento de votos (por ejemplo, en zonas urbanas como Tegucigalpa y San Pedro Sula) podrían agravar la inestabilidad.
Influencia de EE. UU. y dinámica de la ayuda: El apoyo explícito de Trump a Asfura, incluyendo amenazas de recortar la ayuda estadounidense (193 millones de dólares en el año fiscal 2024), ha inyectado presión externa, lo que podría influir en los votantes conservadores, temerosos de las consecuencias económicas.
Su indulto a Hernández ha sido criticado por favorecer la corrupción, posiblemente envalentonando a los simpatizantes del Partido Nacional, pero alejando a los votantes anticorrupción.
Si Asfura gana, podría restablecer lazos más estrechos entre EE. UU. y Honduras en materia de migración y seguridad; una victoria de Nasralla o Moncada podría tensarlos, exacerbando la dependencia de Honduras de las remesas (25 % del PIB).
Violencia y seguridad en las campañas electorales: Durante el ciclo electoral se produjeron seis asesinatos por motivos políticos (cuatro de ellos contra candidatos de LIBRE) y un ataque a un mitin de LIBRE en el que murió un niño. Los resultados preliminares podrían provocar nuevos incidentes, especialmente en un país que se encuentra en estado de emergencia parcial por la violencia de pandillas.
Los resultados podrían reconfigurar la trayectoria de Honduras, dadas sus vulnerabilidades económicas (tasa de pobreza del 63%, vulnerabilidad a huracanes y migración) y el historial mixto de la administración saliente de LIBRE bajo la presidencia de Xiomara Castro (crecimiento modesto del PIB del 2% anual, aumentos del salario mínimo, pero desigualdad persistente).
Victoria de Asfura (Partido Nacional): Probables reformas proempresariales, incentivos a la inversión extranjera y alineación con las iniciativas antidrogas de EE. UU.
Podrían revertir los aumentos del gasto social de Castro, pero impulsar la infraestructura (legado de Asfura como alcalde). Riesgo de revivir los escándalos de corrupción de la era Hernández.
Victoria de Nasralla (Partido Liberal): Enfoque populista en una “economía abierta”, posibles recortes a las relaciones con Venezuela/Cuba y énfasis en la lucha contra la corrupción. Podría estabilizar el Congreso mediante alianzas centristas, pero enfrentar fracturas internas en el partido.
Sorpresa de Moncada (LIBRE): Continuación del socialismo democrático, expansión de los programas sociales y reformas respaldadas por el FMI. Podría profundizar las tensiones en EE. UU., con el riesgo de recortes de la ayuda y medidas enérgicas contra la migración, al tiempo que se aborda la pobreza mediante un crecimiento impulsado por las remesas.
Ramaciones económicas y sociales: Un resultado controvertido podría disuadir a los inversores, agravar el desempleo (principal preocupación de los votantes) y el desplazamiento interno. La fragmentación del Congreso podría obstaculizar las reformas en materia de servicios públicos y seguridad, perpetuando la alta migración hacia EE. UU.
Estabilidad regional: Una mayor participación de EE. UU. indica un retorno al intervencionismo, lo que podría intensificar las tensiones con Venezuela (aliado de LIBRE). El monitoreo de la OEA/UE busca prevenir una crisis como la de 2017, pero su fracaso podría generar denuncias de fraude en toda América Latina.
Estos resultados preliminares subrayan la frágil democracia de Honduras, donde la intromisión externa y la desconfianza interna amenazan el progreso. Si bien el mandato de Castro generó avances graduales (por ejemplo, un aumento del 12 % del salario mínimo real desde 2022), la contienda pone de relieve la fatiga del electorado ante la corrupción y la desigualdad.
Una victoria de Nasralla o Asfura se inclinaría hacia el conservadurismo, lo que podría estabilizar las relaciones con EE. UU. a costa de la equidad social; una victoria de Moncada afirmaría la continuidad de la izquierda, pero invitaría al aislamiento.
En última instancia, el legado de las elecciones depende de un recuento final creíble: un fracaso conlleva el riesgo de protestas, estancamiento económico y una pérdida de confianza en las instituciones, perpetuando los ciclos de pobreza y migración.
La presión internacional por la transparencia sigue siendo crucial para evitar la crisis, pero la resiliencia de los hondureños determinará si esta votación fomenta la unidad o la división

