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}La Marcha del Pueblo, convocada por el partido Fuerza del Pueblo (FP) y liderada por el expresidente Leonel Fernández, está programada para iniciar a las 10:00 a.m. del domingo 30 de noviembre de 2025 en la intersección de la avenida Nicolás de Ovando con Albert Thomas, en el Distrito Nacional de Santo Domingo.
El recorrido pasará por sectores como La Zurza, Simón Bolívar, Ensanche Capotillo, Villas Agrícolas, Villa Juana, Villa Consuelo, Mejoramiento Social, y culminará en la avenida Duarte esquina México, donde Fernández ofrecerá un discurso. Esta movilización se presenta como una respuesta pacífica y democrática a la “mala gestión” del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), encabezado por el presidente Luis Abinader, y busca amplificar el malestar social acumulado.
Horas antes del inicio (alrededor de las 6:00-9:00 a.m. del 30 de noviembre), el ambiente en redes sociales y medios locales es de alta expectativa y movilización. Publicaciones en X (anteriormente Twitter) de figuras como Keyla Reyna, Miguel Ortega y la cuenta oficial de FP muestran un despliegue logístico final.
Caravanas desde provincias, concentraciones en barrios populares y llamados a la participación masiva con hashtags como #YoVoyMarchaDelPueblo y #MarchaFP. No se reportan incidentes mayores en las primeras horas, aunque se anticipa un cierre parcial de vías y presencia policial para garantizar el orden.
El impacto de la marcha, basado en preparativos y cobertura previa, es principalmente simbólico y mediático, con potencial para escalar en lo político:
Movilización Social y Participación. Se espera una concurrencia de miles, incluyendo militantes de FP, movimientos aliados como Convergencia Ciudadana (que lanzó spots digitales destacando el “cansancio legítimo” de la ciudadanía) y sectores independientes.
Dirigentes como Radhamés Jiménez Peña la describen como una “señal contundente” al gobierno, con énfasis en barrios vulnerables del norte del Distrito Nacional.
En X, posts de apoyo desde Nueva York (como el del grupo “300 con Leonel”) indican un respaldo transnacional, amplificando el eco en la diáspora dominicana.
La campaña previa ha generado alta viralidad, con encuestas en medios como El Nuevo Diario preguntando si la marcha es “necesaria” para exigir mejoras, reflejando polarización (respuestas mixtas en comentarios).
Cubierta de salida como Telenoticias y Paso a Paso, podría dominar las noticias del día, forzando al gobierno a responder públicamente.
Cierres viales podrían afectar el tráfico en Santo Domingo, impactando comercios locales y transporte público. No se anticipan disrupciones mayores, pero el deterioro del Metro de Santo Domingo (mencionado como símbolo de “abandono”) podría complicar el acceso de participantes.
En resumen, el impacto inmediato radica en su rol como catalizador de descontento, fortaleciendo la narrativa opositora sin alterar drásticamente el día a día, salvo en el ámbito local.
En general, las consecuencias dependen de la magnitud: una marcha masiva (miles) amplificaría el mensaje opositor, mientras que una menor podría limitarse a un evento simbólico.
No se reportan riesgos de violencia, pero el contexto de “desgobierno” invocado por FP podría escalar tensiones si el gobierno responde defensivamente.
Horas antes de su inicio, la Marcha del Pueblo emerge como un termómetro del descontento dominicano en 2025: un país golpeado por apagones crónicos, inseguridad rampante, costos de vida inalcanzables y corrupción percibida, donde el 70-80% de la población (según sondeos implícitos en coberturas) clama por soluciones.
Liderada por Leonel Fernández, no es solo una protesta partidaria, sino un llamado a la “dignidad” y “justicia social”, como lo articulan dirigentes como Miguel Ortega y JacquelineGP en X.
Su éxito radicará en transformar el malestar en momentum electoral para FP, recordando logros pasados (e.g., Metro eficiente, crecimiento económico) frente al “retroceso” actual.
En última instancia, esta marcha concluye que la democracia dominicana necesita canales efectivos para el desahogo ciudadano; ignorarla perpetuaría la brecha entre gobierno y pueblo, mientras que atenderla podría restaurar legitimidad.
Si Fernández logra un cierre inspirador, podría marcar el inicio de una oposición unificada, apuntando a 2028 como año de cambio. El pueblo dominicano, como señalan los convocantes, “no puede más”: es hora de actuar, no solo marchar.
