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El 20 de noviembre de 2025 (penúltimo día de la conferencia), se produjo un incendio en la Zona Azul del recinto de la COP30 en Belém, Pará, Brasil.
El recinto, una gran estructura temporal construida sobre un antiguo aeródromo (Centro de Convenciones y Ferias Hangar), contaba con pabellones tipo carpa para las exposiciones de los países y eventos paralelos.
El incendio comenzó entre las 14:00 y las 14:15 hora local en el Pabellón de los Países, cerca de los pabellones de China, África Oriental y otros similares.
Entre las posibles causas se incluyen una falla eléctrica, como un cortocircuito, una toma de corriente sobrecargada, un generador averiado o un aparato sobrecalentado, como un microondas. Las llamas atravesaron el techo de lona, creando un agujero visible y llenando parte del recinto de humo. Impacto y respuesta inmediatos
Las sirenas provocaron la evacuación inmediata de miles de delegados, negociadores, periodistas y personal (más de 50 000 asistentes en total a la cumbre).
Testigos presenciales describieron pánico, con gente corriendo y gritando «¡fuego!» en varios idiomas, y cierto caos mientras la multitud se dirigía hacia las salidas. Toda la Zona Azul (el área restringida para las negociaciones oficiales) se cerró para realizar controles de seguridad.
Los bomberos y el personal presente en el lugar extinguieron el incendio en aproximadamente 6 minutos utilizando extintores y mangueras. Los daños se limitaron al área del pabellón, sin que se produjera ningún derrumbe estructural.
Trece personas recibieron atención médica en el lugar por inhalación de humo (algunos socorristas y asistentes expuestos a gases tóxicos). Algunos necesitaron oxígeno, pero no se registraron lesiones graves ni hospitalizaciones.
La Zona Azul permaneció cerrada durante aproximadamente 7 horas (hasta alrededor de las 20:00 o 21:00, hora local) mientras los bomberos realizaban las inspecciones. Las negociaciones se interrumpieron durante este período, lo que provocó la suspensión de las reuniones programadas.
El incidente ocurrió durante una fase crítica: la COP30 ya había incumplido el plazo del miércoles para alcanzar acuerdos clave sobre financiación climática, hojas de ruta para la transición hacia combustibles fósiles y contribuciones nacionales actualizadas (CND).
El incendio retrasó las consultas sobre los borradores de texto (incluida la decisión de Brasil sobre combustibles fósiles, conocida como “mutirão”) y obligó a trasladar algunos debates al ámbito virtual o a posponerlos. Dado que la cumbre estaba programada para finalizar el 21 de noviembre, el incidente aumentó la presión y la posibilidad de que se extendiera el horario (algo común en las COP).
El incidente intensificó las críticas existentes a la organización de la cumbre por parte de Brasil: la ONU había expresado antes de la cumbre su preocupación por la infraestructura (por ejemplo, riesgos eléctricos, filtraciones, puertas defectuosas).
La instalación temporal de carpas en una zona amazónica cálida y húmeda fue objeto de escrutinio en materia de seguridad. Los medios de comunicación destacaron la ironía: una cumbre climática interrumpida por un incendio en medio de debates sobre fenómenos meteorológicos extremos y emisiones.
Los videos en redes sociales que mostraban llamas y evacuaciones se viralizaron, y algunos comentaristas bromearon sobre las tensas conversaciones climáticas o la cumbre “quedándose en cenizas”. Esto eclipsó aspectos positivos como los debates centrados en el Amazonas, pero no provocó la cancelación total del evento.
La sede reabrió sus puertas la noche del 20 de noviembre, lo que permitió una reanudación limitada de las actividades. Las sesiones plenarias completas se reanudaron el 21 de noviembre, y las negociaciones continuaron para alcanzar un acuerdo final.
No hay indicios de incendio provocado ni de mala intención; las autoridades lo atribuyen a un problema eléctrico accidental en una instalación temporal de alta demanda.
El incidente resultó ser de menor magnitud —rápidamente controlado y sin víctimas mortales—, pero puso de relieve los riesgos de los eventos multitudinarios en instalaciones improvisadas con plazos ajustados. Podría impulsar la revisión de los estándares para la organización de la COP (por ejemplo, la seguridad contra incendios en estructuras temporales).
En definitiva, el incendio supuso una interrupción dramática pero pasajera, en lugar de poner fin a la cumbre. La COP30 se centró en sus principales objetivos: mejorar la financiación climática, aumentar la financiación para la adaptación y avanzar (o estancarse) en la legislación sobre la eliminación gradual de los combustibles fósiles. El evento puso de relieve tanto la urgencia de la acción climática como los desafíos reales que supone organizar negociaciones mundiales en regiones vulnerables como la Amazonía.
Se trató de un incidente aislado en el marco de una conferencia ya de por sí tensa y retrasada, no de una catástrofe que paralizara la COP30 definitivamente.

