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Alza del dólar impacta hoy la economía dominicana, según mediciones

Introducción al auge del dólar en la República Dominicana

El auge del dólar se refiere a la apreciación del dólar estadounidense (USD) frente al peso dominicano (DOP), lo que significa que se necesitan más pesos para comprar un USD.

Al 5 de noviembre de 2025, el tipo de cambio se sitúa en aproximadamente 64,25 DOP por USD ayer, hoy a 64.15 Peso, frente a los cerca de 60 DOP de principios de año.

Esta tendencia se aceleró en los últimos meses, con fluctuaciones diarias que mostraron un aumento del 0,21 % tan solo el 3 de noviembre, impulsado por factores globales como las altas tasas de interés estadounidenses sostenidas, la fortaleza de la economía estadounidense bajo la administración Trump y el aumento de la demanda de USD en los mercados emergentes.

El Banco Central de la República Dominicana (BCRD) proyecta una leve depreciación del peso a finales de año, hasta 62,3 DOP por USD, pero datos recientes indican que el ritmo de fortalecimiento del dólar ha superado estas previsiones, lo que genera preocupación por la inflación importada y las presiones económicas.

La economía de la República Dominicana, que depende en gran medida de las importaciones (como combustibles, alimentos y materias primas) y del turismo estadounidense, experimenta diversos efectos derivados de un dólar estadounidense más fuerte.

Un dólar más fuerte encarece las importaciones, lo que alimenta directamente la inflación. Por ejemplo, los precios de los combustibles refinados aumentaron en septiembre de 2025 debido a las fluctuaciones del mercado internacional, con el dólar cerrando a 64,02 DOP.

Esto ha provocado un aumento en los costos de la energía a nivel nacional, lo que afecta el transporte y los gastos de los hogares. La inflación general, que se moderó a alrededor del 4 % a mediados de año, corre el riesgo de superar el 5 % para fin de año si la tendencia persiste, lo que afectará desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos.

La República Dominicana presenta un déficit comercial estructural, importando mucho más de lo que exporta. En 2025, el aumento de los costos en USD ha ampliado esta brecha, y las exportaciones no tradicionales (por ejemplo, textiles) se enfrentan a dificultades similares a la caída del 17 % registrada en 2006 debido a la reversión de la apreciación del peso.

Si bien los ingresos por turismo (el 47 % provenientes de visitantes estadounidenses) proporcionan un colchón en USD, una desaceleración del crecimiento en EE. UU. podría reducir las entradas de divisas, lo que agravaría el desequilibrio.

Efectos sectoriales:

Turismo y remesas: Positivo para la competitividad: los turistas estadounidenses encuentran vacaciones más económicas en República Dominicana, lo que podría impulsar la llegada de visitantes.

Las remesas de la diáspora dominicana en EE. UU. (más de 10 000 millones de dólares anuales) se revalorizan en pesos dominicanos, lo que favorece el consumo.

Industria manufacturera y agricultura: Los exportadores, como los productores de zonas francas, se benefician de ventas al exterior más baratas, pero los importadores (por ejemplo, de maquinaria) se enfrentan a mayores costos, lo que reduce sus márgenes de beneficio.

Construcción e inmobiliaria: El aumento de los costos de los materiales importados (acero, cemento) ha ralentizado los proyectos, lo que contribuye a las señales mixtas del segundo trimestre de 2025 en sectores clave.

Consecuencias del alza del dólar

Las consecuencias a corto y mediano plazo repercuten en la estabilidad macroeconómica y la dinámica social

Los sectores de la construcción y el comercio minorista, que ya muestran resultados mixtos en el segundo trimestre, podrían contraerse entre un 2 % y un 3 % si las tasas superan los 65 dólares por dólar.

Presiones fiscales y de deuda: Con el 40 % de la deuda pública denominada en dólares estadounidenses, los costos de servicio aumentan, lo que podría incrementar el déficit fiscal entre un 1 % y un 2 % (actualmente en torno al 3 % del PIB). Esto supone una presión adicional sobre el gasto público en programas sociales en un contexto electoral o de cambios en las políticas.

El aumento del costo de vida erosiona el poder adquisitivo, ampliando la desigualdad; el coeficiente de Gini, que ya se sitúa en 0,42, podría empeorar. Las zonas rurales, dependientes de fertilizantes importados, se enfrentan a riesgos en la producción agrícola, lo que podría aumentar la inseguridad alimentaria para el 20 % de los hogares.

La estabilidad del peso a principios de 2025 (la quinta moneda más apreciada de América Latina en abril) se ha revertido, lo que ha motivado intervenciones del Banco Central de la República Dominicana (BCRD). La salida de capitales hacia activos estadounidenses de mayor rendimiento podría presionar las reservas, si bien estas se mantienen sólidas, superando los 15 000 millones de dólares.

En un contexto más amplio, la dolarización parcial de la República Dominicana (por ejemplo, el uso generalizado del dólar estadounidense en contratos) amplifica estos efectos, como se ha visto en episodios anteriores donde las perturbaciones externas eludieron las reservas cambiarias.

El fortalecimiento del dólar subraya la vulnerabilidad de la República Dominicana a la política monetaria estadounidense y a los ciclos mundiales de las materias primas, destacando la necesidad de diversificar la economía más allá del turismo y las remesas.

Si bien las consecuencias a corto plazo, como la inflación (potencialmente de +1 a +2 puntos porcentuales) y la desaceleración del crecimiento, plantean desafíos, la resiliencia de la economía —impulsada por sólidos fundamentos como una tasa de desempleo del 7% y la expansión del sector servicios— mitiga los riesgos más graves.

Los responsables de la política económica deberían priorizar los subsidios focalizados para productos básicos, la promoción de las exportaciones y los mecanismos de cobertura para estabilizar el peso.

De cara a 2026, una normalización proyectada de las tasas de interés en EE. UU. podría aliviar las presiones, permitiendo un crecimiento del PIB superior al 4% si el turismo se recupera.

Sin embargo, sin reformas estructurales (por ejemplo, el impulso de la producción local), la fortaleza recurrente del USD podría afianzar los ciclos inflacionarios, poniendo en peligro la posición de la República Dominicana como país de renta media-alta.

Los inversores deberían seguir de cerca las actualizaciones del Banco Central de la República Dominicana (BCRD), ya que la tasa proyectada para finales de 2025 de 62,3 pesos dominicanos por dólar estadounidense (DOP/USD) ahora parece optimista dada la trayectoria de noviembre. En general, este episodio refuerza la interconexión de la economía dominicana con la de EE. UU., convirtiendo una fortaleza bilateral en un arma de doble filo.

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