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El 23 de octubre de 2025, los precios del petróleo se dispararon más de un 5% tras el anuncio de nuevas sanciones estadounidenses contra las dos mayores petroleras rusas, Rosneft y Lukoil.

Estas medidas, impuestas por la administración Trump, buscan privar a Moscú de los ingresos necesarios para financiar su guerra en Ucrania e impulsar un alto el fuego inmediato.
El crudo Brent subió a alrededor de 66 dólares por barril, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) subió a aproximadamente 61 dólares por barril, marcando la mayor ganancia en un solo día desde la escalada del conflicto entre Israel e Irán a principios de año.
Las sanciones se suman a medidas similares tomadas por el Reino Unido la semana pasada y al 19.º paquete de sanciones de la UE, que incluye la prohibición de las importaciones de gas natural licuado ruso. Rusia ha calificado estas medidas de contraproducentes, y funcionarios como Maria Zakharova y Dmitry Medvedev las han calificado de ineficaces y similares a un acto de guerra.
Las sanciones amenazan el suministro mundial de petróleo, ya que Rosneft y Lukoil representan alrededor del 5% de la producción mundial (5,3 millones de barriles diarios) y el 47% de las exportaciones marítimas de crudo de Rusia (3,5 millones de bpd en 2025).
El temor a una reducción en los volúmenes desencadenó el aumento de precios, aunque las exportaciones rusas solo han disminuido modestamente desde 2022 (de 8 millones de bpd a 7,5 millones de bpd) debido a tácticas de elusión como las flotas fantasma.
Los principales compradores están reevaluando sus compras. India, que recibe el 40% de las exportaciones rusas (1,9 millones de bpd), está revisando sus compras ante la presión estadounidense relacionada con los acuerdos comerciales, lo que podría afectar negativamente a su sector de refinación, donde Rosneft posee una participación del 49% en una refinería clave.
Se espera que Turquía suspenda sus importaciones, mientras que China —el mayor comprador con 2,1 millones de bpd— podría reducirlas inicialmente si los precios suben, pero es improbable que cumpla plenamente, dadas sus críticas a las sanciones anteriores.
Los mercados bursátiles reaccionaron negativamente, con caídas en Asia (por ejemplo, Tokio y Hong Kong) y la preocupación por el fin del repunte tecnológico en Wall Street.
El precio del oro subió ligeramente alrededor de un 1%, hasta los 4.075 dólares por onza, como activo refugio. Por el contrario, el FTSE 100 alcanzó un nuevo máximo, impulsado por las acciones energéticas.
Los bonos del Tesoro estadounidense se enfrentaron a una mayor presión por el alza del petróleo, lo que exacerbó los temores inflacionarios.
Las materias primas en general, incluidas las importaciones de fertilizantes estadounidenses procedentes de Rusia (principal proveedor de UAN y urea), podrían experimentar subidas de precios, lo que afectaría a los agricultores, que ya se enfrentan a costes de insumos entre un 10% y un 50% más elevados en comparación con hace dos años.
El aumento de los precios del petróleo se traduce en un aumento de los costos energéticos a nivel mundial, lo que podría afectar gravemente a los consumidores estadounidenses y poner a prueba la tolerancia pública ante las prioridades nacionales de Trump. Esto podría impulsar la inflación a corto plazo, con el gas natural subiendo también a 4 dólares por millón de BTU siguiendo patrones estacionales.
Las sanciones aumentan la presión sobre Putin, y Trump espera que promuevan una rápida solución en Ucrania para evitar consecuencias económicas prolongadas.
El presidente ucraniano, Zelenskyy, las calificó de “muy importantes” para las negociaciones. Sin embargo, corren el riesgo de tensar las relaciones entre Estados Unidos y China, ya que Trump planea conversaciones sobre las importaciones de petróleo ruso de China, pero ha evitado una aplicación agresiva de las sanciones para preservar las conversaciones comerciales.
Si India y China (75% de las ventas de crudo de Rusia) reducen significativamente sus compras, se podrían desplazar hasta 4 millones de bpd, lo que provocaría turbulencias en el mercado a pesar del actual exceso de oferta.
La aplicación de sanciones secundarias podría perturbar el comercio mundial, generando volatilidad y precios más altos si las alternativas no son suficientes.
Las vastas reservas de Rusia (80 mil millones de barriles, la octava a nivel mundial) se enfrentan a una devaluación, pero Asia podría absorber las exportaciones redireccionadas.
Las tensiones más amplias entre Estados Unidos y China, incluyendo posibles restricciones a la exportación de software, aumentan los riesgos de una guerra comercial, lo que inquieta a los inversores.
Para Estados Unidos, esto pone a prueba la tolerancia al sufrimiento de Trump, ya que la persistencia de precios altos podría socavar su agenda.
La reducción de las exportaciones rusas podría acelerar la transición hacia fuentes de energía alternativas, pero la dependencia a corto plazo del petróleo podría retrasar las transiciones. Industrias como la refinación en India y la agricultura en Estados Unidos enfrentan presiones de costos.
Las sanciones representan una estrategia arriesgada para poner fin rápidamente al conflicto en Ucrania, aprovechando el actual exceso de oferta de petróleo (la AIE prevé un excedente de 2,35 millones de bpd en 2025, que aumentará a 4 millones en 2026) para minimizar los riesgos a largo plazo para los precios.
Trump ha expresado su optimismo de que serán “de corta duración” y conducirán a una resolución, y el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, ha enfatizado la necesidad de “detener la masacre”.
Sin embargo, su éxito depende de una aplicación rigurosa y de las respuestas de compradores clave como China e India, y se espera que se dé mayor claridad en las próximas semanas.
Si la evasión continúa, los impactos podrían ser mínimos; de lo contrario, se espera una volatilidad continua, posibles nuevos mínimos en el petróleo si persiste el exceso de oferta y tensiones geopolíticas más amplias. En general, esta medida subraya la naturaleza entrelazada de la energía, la geopolítica y la economía global, con riesgos de escalada si las negociaciones fracasan.

