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Nicolás Maduro: “No a los golpes de Estado de la CIA”, mientras Donald Trump admite autorizó a operar la agencia en Venezuela

Especial para los seguidores de codigopostalrd.net

El 15 de octubre de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump confirmó públicamente que había autorizado a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a realizar operaciones encubiertas en Venezuela.

Esta inusual admisión se produjo tras un informe del New York Times que reveló un hallazgo presidencial secreto que permite a la CIA llevar a cabo operaciones letales en Venezuela y actividades más amplias en el Caribe, ya sea de forma independiente o en conjunto con las fuerzas militares estadounidenses.

La autorización forma parte de una creciente campaña de presión estadounidense contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, a quien la administración Trump califica de “narcoterrorista” involucrado en el narcotráfico y actividades delictivas.

Trump afirmó que la decisión se debió a dos factores principales: las afirmaciones de que Venezuela ha “vaciado sus cárceles” al enviar a Estados Unidos a delincuentes y personas con problemas de salud mental, lo que agrava los problemas migratorios y delictivos; y la afluencia de drogas desde Venezuela, principalmente por vía marítima, con planes de extender la interdicción a las actividades terrestres.

Sin embargo, estas afirmaciones son controvertidas. Un informe de inteligencia estadounidense desclasificado de mayo de 2025 no halló vínculos directos entre Maduro y grupos como la banda del Tren de Aragua, contradiciendo las afirmaciones del gobierno.

La nueva autoridad de la CIA se basa en las operaciones antinarcóticos existentes, pero supone una expansión significativa, permitiendo acciones agresivas previamente restringidas.

Coincide con un importante refuerzo militar estadounidense en la región, que incluye aproximadamente 10.000 soldados (principalmente en Puerto Rico), infantes de marina en buques anfibios, buques de guerra de la Armada y un submarino en el Caribe. Trump también ha invocado poderes en tiempos de guerra, como declarar un “conflicto armado no internacional” con cárteles de la droga calificados como “combatientes ilegales”, para justificar ataques sin la aprobación plena del Congreso.

La autorización y las acciones estadounidenses relacionadas ya han provocado escaladas tangibles y ramificaciones más amplias

Desde principios de septiembre de 2025, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo al menos cinco ataques con misiles contra presuntos barcos que transportaban drogas en el Caribe, matando a 27 personas, incluidas seis en el ataque más reciente, el 14 de octubre.

Trump ha compartido videos de estos ataques en redes sociales, afirmando que están dirigidos contra “narcoterroristas” y que prácticamente han detenido el narcotráfico marítimo. Sin embargo, no se han presentado pruebas contundentes al Congreso ni al público que demuestren que los barcos transportaban narcóticos, lo que genera dudas sobre la transparencia.

Expertos en derechos humanos designados por la ONU han descrito los ataques contra barcos como “ejecuciones extrajudiciales”, lo que podría violar el derecho internacional, ya que los narcotraficantes no suelen ser considerados combatientes en un conflicto armado.

Los expertos legales argumentan que las justificaciones del gobierno son escasas y que las acciones podrían constituir homicidios ilícitos.

A nivel nacional, la frustración bipartidista en el Congreso ha aumentado por la falta de supervisión, y legisladores como la senadora Jeanne Shaheen (demócrata por New Hampshire) advierten que las decisiones unilaterales corren el riesgo de arrastrar a Estados Unidos a un conflicto abierto sin autorización.

Estas medidas han aumentado los temores de una guerra más amplia en el Caribe y Sudamérica. Venezuela ha reforzado su presencia militar en la costa, y los activistas advierten sobre posibles repercusiones regionales, incluyendo impactos en países vecinos como Colombia.

Las insinuaciones de Trump sobre ataques terrestres podrían marcar un cambio en las operaciones marítimas, intensificando aún más el enfrentamiento.

La campaña se alinea con la narrativa de Trump de una “invasión” desde Venezuela, pero ha recibido críticas por eludir al Congreso y basarse en afirmaciones desacreditadas. Sienta precedentes de extralimitación ejecutiva en política exterior, lo que podría complicar las futuras administraciones.

En general, estas acciones han llevado las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela a un punto de ruptura, con costos humanos inmediatos y riesgos de inestabilidad a largo plazo, aunque Trump afirma que han salvado vidas estadounidenses al frenar el flujo de drogas.

Maduro se ha opuesto vehementemente a la escalada estadounidense, presentándola como una amenaza imperialista. El 15 de octubre de 2025, durante un evento televisado en el Consejo Nacional para la Soberanía y la Paz en Caracas, rechazó el “cambio de régimen” y criticó el historial de golpes de Estado de la CIA en Latinoamérica, citando ejemplos como el derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973, la dictadura argentina de 1976 (que provocó 30.000 desapariciones) y las intervenciones estadounidenses en Afganistán, Irak y Libia. Declaró: “No a los golpes de Estado de la CIA” y enfatizó que “Latinoamérica no los quiere, no los necesita y los repudia”.

Maduro apeló directamente al pueblo estadounidense en inglés: “No guerra, sí paz… Por favor, por favor, por favor”, instándolos a mantenerse “alerta para evitar una guerra en el Caribe y Sudamérica”.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela condenó las declaraciones de Trump como una “gravísima violación del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas”, e instó a la comunidad internacional a denunciarlas.

En el ámbito nacional, Maduro ha movilizado milicias, ha reforzado la defensa costera y ha formado el Consejo Nacional para unir a los sectores políticos y civiles en la promoción de la paz y la soberanía. Ha negado las acusaciones estadounidenses de implicación en el narcotráfico y ha descrito las acciones como una “guerra contra las drogas para un cambio de régimen”.

La autorización de la CIA otorgada por Trump parece tener como objetivo derrocar a Maduro mediante una combinación de operaciones encubiertas, ataques militares y presión económica, incluyendo una recompensa de 50 millones de dólares por Maduro.

Sin embargo, la falta de pruebas que sustenten las principales afirmaciones estadounidenses, sumada a los precedentes históricos de intervenciones de la CIA que han provocado inestabilidad prolongada (por ejemplo, Guatemala 1954, Cuba 1961, Chile 1973), sugiere un alto riesgo de fracaso o de represalias.

La estrategia puede disuadir parte del tráfico, pero ya ha causado muertes de civiles y consecuencias diplomáticas, lo que podría galvanizar la oposición latinoamericana a la “diplomacia de las cañoneras” estadounidense.

Las respuestas de Maduro enfatizan la paz mientras preparan las defensas, posicionando a Venezuela como víctima de una agresión para conseguir apoyo regional. Al 16 de octubre de 2025, la situación sigue siendo volátil, sin una resolución clara, pero con una trayectoria clara hacia una mayor confrontación a menos que se produzca una desescalada.

Las reacciones públicas en plataformas como X reflejan polarización: algunos elogian la firmeza de Trump y otros la critican como un imperialismo imprudente.

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