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Eusebio Poncela, figura destacada del cine, el teatro y la televisión españoles, falleció el 27 de agosto de 2025 a los 79 años en su casa de El Escorial, Madrid, a causa de un cáncer.
Su fallecimiento marca el final de una carrera de casi seis décadas que dejó una huella imborrable en el arte español e internacional.
La carrera de Poncela se caracterizó por su audacia al asumir roles complejos, a menudo poco convencionales, lo que lo convirtió en un icono cultural durante la Transición española posfranquista.
Su trabajo abarcó teatro, cine y televisión, con destacadas actuaciones en cine. Poncela se hizo famoso gracias a sus papeles en clásicos de culto como Arrebato (1979) de Iván Zulueta, una exploración revolucionaria de la adicción a la heroína y la obsesión artística, y La ley del deseo (1987) y Matador (1986) de Pedro Almodóvar, donde encarnó personajes intensos, hedonistas y marginales.
Su interpretación de Pablo Quintero en La ley del deseo, un director de cine gay enredado en una apasionada y trágica historia de amor, fue particularmente icónica, consolidando su estatus como símbolo del espíritu rebelde de la Movida Madrileña.
Su papel de Dante en Martín (Hache) (1997) de Adolfo Aristarain, con su memorable diálogo sobre “mentes jodidas”, tuvo una gran repercusión, lo que le valió un Cóndor de Plata al Mejor Actor de Reparto en Argentina.
Su interpretación de Carlos Deza en Los gozos y las sombras (1982) le dio gran popularidad, demostrando su capacidad para transmitir profundidad en las adaptaciones literarias.
Papeles posteriores en series como El Ministerio del Tiempo, Carlos, Rey Emperador (donde ganó un Premio Iris por su interpretación del Cardenal Cisneros) y Merlí: Sapere Aude destacaron su versatilidad. Su último papel como el Dr. Tomás Marlow en el thriller Matices, de SkyShowtime, que se estrenará en 2025, subrayó su perdurable magnetismo.
A finales de la década de 1960, Poncela perfeccionó su arte en el teatro independiente, interpretando obras de Lorca, Shakespeare y Müller. Su presencia escénica, marcada por una voz imponente y un aura enigmática, lo convirtió en un referente del teatro español.
La disposición de Poncela a interpretar personajes marginados —a menudo queer, con problemas o rebeldes— desafió las normas sociales durante y después del franquismo.
Su franqueza sobre su homosexualidad, su adicción a las drogas y su visión anarquista del mundo lo convirtieron en una figura de autenticidad y desafío, que resonó entre el público y los artistas por igual.
La muerte de Poncela ha tenido repercusiones inmediatas en el ámbito cultural. La comunidad artística española, incluyendo la Academia de Cine y la Unión de Actores y Actrices, expresó su profundo dolor, con homenajes que destacaron sus contribuciones al cine, el teatro y la televisión.
Publicaciones en X, como las de @fotogramas_es y @LaEtxebarria, reflejan el sentimiento generalizado de pérdida, destacando su elegancia, intensidad y espíritu inquebrantable.
Su fallecimiento, junto con el de Verónica Echegui, ha reavivado el debate sobre la fragilidad de los íconos culturales y la necesidad de preservar su legado. Antonio Banderas, excoprotagonista, destacó la fugacidad de la vida en su homenaje, subrayando el impacto emocional en sus compañeros.
La muerte de Poncela ha revitalizado su filmografía, con medios como El Confidencial y EL PAÍS destacando sus papeles en Arrebato, La ley del deseo y Martín (Hache). Esto podría dar lugar a reestrenos o retrospectivas, como se vio con la restauración de Cabecita rubia en Argentina en 2022.
Coraje artístico: Su elección de papeles —a menudo provocativos o adelantados a su tiempo, como los personajes homosexuales de La semana del asesino (1972) y La ley del deseo— trascendió fronteras en una época conservadora en España. Sus actuaciones contribuyeron a normalizar la diversidad de identidades en los medios de comunicación tradicionales.
Desde el teatro en la década de 1960 hasta su último papel en 2025, la capacidad de Poncela para adaptarse a distintos medios y géneros lo convirtió en una figura única. Su trabajo con directores como Almodóvar, Zulueta, Saura y Aristarain mostró su diversidad, desde artistas atormentados hasta figuras históricas de renombre.
La franqueza de Poncela sobre sus luchas con la adicción a la heroína, su sexualidad y su rechazo al conformismo político (“Soy anarquista”, declaró) lo convirtieron en un símbolo de la vida auténtica, incluso a costa de su propio éxito. Su traslado a Ushuaia, Argentina, para superar una adicción ejemplifica su resiliencia.
Su trabajo en Argentina, en particular Martín (Hache) y Cabecita rubia, forjó una conexión duradera con el cine latinoamericano, lo que le valió un público fiel y premios como el Cóndor de Plata.
El legado de Eusebio Poncela es multifacético y perdurable: Ícono Cinematográfico: Sus papeles en Arrebato y La ley del deseo se consideran hitos del cine español, influyendo en generaciones de cineastas y actores. Estas películas, junto con Martín (Hache), siguen siendo referentes por su audaz exploración de la identidad, el deseo y la adicción.
Sus primeros trabajos en el teatro independiente español durante los últimos años del franquismo ayudaron a redefinir la escenografía española, fusionando las tradiciones clásicas y vanguardistas.
Desde Los gozos y las sombras hasta Matices, los papeles televisivos de Poncela aportaron profundidad literaria e histórica a la pantalla chica, lo que le valió elogios de la crítica y premios como el Premio Iris.
Como artista gay de clase trabajadora que lidió con la adicción y los prejuicios sociales, la historia de Poncela es tan impactante como sus actuaciones. Su individualidad sin complejos y su rechazo a los estereotipos siguen inspirando a comunidades y artistas marginados.
Su trabajo en Argentina y sus colaboraciones con directores internacionales como Gillo Pontecorvo (Operación Ogro) extendieron su influencia más allá de España, convirtiéndolo en una figura de relevancia cinematográfica mundial.
El fallecimiento de Eusebio Poncela el 27 de agosto de 2025 cierra un capítulo en una carrera que moldeó la cultura española con su audacia, profundidad y autenticidad. Su legado reside no solo en sus inolvidables actuaciones, sino también en su desafío a las convenciones, convirtiéndolo en un referente para los artistas que se atreven a vivir y crear a su manera. Con la afluencia de homenajes, es probable que su obra experimente un renovado reconocimiento, garantizando que su enigmática presencia y su voz grave permanezcan grabadas en la conciencia cultural.

