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El terremoto de magnitud 7,5 que azotó el Pasaje de Drake el 21 de agosto de 2025 tuvo varios impactos y consecuencias notables, aunque su ubicación remota y la ausencia de daños generalizados limitaron sus efectos generales.
El terremoto se produjo en el Pasaje de Drake, un canal oceánico sísmicamente activo entre el extremo sur de Sudamérica (Cabo de Hornos, Chile) y la Península Antártica, con una anchura aproximada de 800 a 1000 km y una profundidad promedio de 3400 metros.
El epicentro se localizó a unos 700 km al sureste de Ushuaia, Argentina, y a 258 km al noroeste de la Base Frei de Chile en la Antártida, a una profundidad de 10 a 11 km.
La región se encuentra cerca de límites tectónicos complejos donde interactúan las placas Sudamericana y Antártica, con la Zona de Fractura de Shackleton en transición de una zona de subducción a una falla de desgarre.
Este entorno tectónico hace que la zona sea propensa a la actividad sísmica, aunque los terremotos de gran magnitud (de magnitud 7+) son relativamente raros, ocurriendo aproximadamente cada 60 a 65 años.
El sismo se sintió en ciudades del sur de Chile y Argentina, incluyendo Ushuaia (57.000 habitantes), Puerto Williams (1.900), Punta Arenas y Timaukel. La intensidad percibida más alta alcanzó el nivel IV en la Escala de Intensidad de Mercalli Modificada en Timaukel. Aproximadamente 1.000 personas experimentaron temblores moderados y 284.000 experimentaron temblores leves.
No se reportaron daños estructurales significativos ni víctimas en Chile ni Argentina, probablemente debido a la distancia del sismo a zonas densamente pobladas y a la preparación de las comunidades locales.
El Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile emitió una breve alerta de tsunami para su territorio antártico y la región de Magallanes, alertando sobre posibles olas de tsunami de 0,3 a 3 metros sobre el nivel de la marea en algunas costas chilenas y antárticas. El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico (PTWC) también advirtió posibles olas peligrosas en un radio de 300 km del epicentro. Sin embargo, la alerta se levantó posteriormente y no se materializó ninguna amenaza generalizada de tsunami.
En respuesta, las autoridades chilenas evacuaron las zonas costeras de la Región de Magallanes y suspendieron las actividades acuáticas en el Canal Beagle durante al menos tres horas. La evacuación se reportó como tranquila, lo que refleja la eficacia de las medidas de preparación.
Una réplica de magnitud 5,1 se produjo aproximadamente una hora después del evento principal, y algunas fuentes informaron de hasta 50 réplicas, la mayor de ellas de magnitud 6,4. Estas réplicas no generaron mayor preocupación por la posibilidad de tsunami ni daños significativos.
La ubicación remota del epicentro, lejos de los principales centros de población, minimizó el impacto humano y económico. El Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) estimó un 85,5 % de probabilidad de pérdidas económicas de entre 0 y 1 millón de dólares, con una baja probabilidad de superar el millón de dólares, clasificando el impacto económico como mínimo (Nivel VERDE).
La suspensión temporal de las actividades acuáticas en el Canal Beagle y la evacuación de las zonas costeras causaron interrupciones a corto plazo, pero no se reportaron consecuencias económicas ni sociales a largo plazo.
El Pasaje de Drake es crucial para la circulación oceánica global, en particular la Corriente Circumpolar Antártica, que influye en el clima y la biodiversidad marina. Si bien el terremoto en sí no causó daños ambientales reportados, su potencial para provocar deslizamientos submarinos o desplazamientos de agua resalta la necesidad de un monitoreo continuo de la actividad tectónica y del lecho marino de la región.
El evento subraya la importancia geológica del Pasaje de Drake, que se abrió hace entre 17 y 49 millones de años y alteró los patrones climáticos globales. Estos terremotos proporcionan datos valiosos para comprender los procesos tectónicos en esta región.
La evacuación tranquila y organizada en zonas como Punta Arenas y Puerto Williams sugiere que las comunidades locales están bien preparadas para eventos sísmicos, probablemente debido a su ubicación en el Anillo de Fuego del Pacífico, una región conocida por sus frecuentes terremotos. Esta preparación probablemente mitigó el pánico potencial o los impactos secundarios.

