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Donald Trump, durante su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, ha buscado activamente el reconocimiento de sus esfuerzos diplomáticos, afirmando haber puesto fin o contribuido significativamente a la resolución de los conflictos entre Azerbaiyán y Armenia, Camboya y Tailandia, Israel e Irán, Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC), India y Pakistán, Egipto y Etiopía, y Serbia y Kosovo.

Estas afirmaciones se han vinculado a su candidatura al Premio Nobel de la Paz, un galardón que ha anhelado abiertamente, como lo demuestran sus declaraciones y el apoyo de varios líderes mundiales.
El acuerdo de paz firmado el 8 de agosto de 2025 en la Casa Blanca entre el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, y el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, se considera un logro diplomático significativo.
El acuerdo busca poner fin a décadas de conflicto por Nagorno-Karabaj, y ambos líderes respaldan a Trump para el Premio Nobel de la Paz. El acuerdo incluye disposiciones para el cese de los combates, la apertura del comercio y el respeto a la soberanía, y Estados Unidos obtiene derechos de desarrollo en el Corredor Zangezur (denominado la Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional).
Este acuerdo contrarresta la influencia rusa e iraní en el Cáucaso Sur, fortaleciendo los intereses estratégicos de Estados Unidos.
Trump facilitó un alto el fuego en julio de 2025 tras los enfrentamientos fronterizos que causaron decenas de muertos y cientos de miles de desplazados.
Aprovechando las negociaciones comerciales, presionó a ambas naciones para que acordaran una tregua, lo que le valió una nominación al Nobel del primer ministro camboyano, Hun Manet. Sin embargo, los informes de violencia continua sugieren la fragilidad del alto el fuego.
Trump afirma haber negociado un alto el fuego tras los ataques estadounidenses contra las instalaciones nucleares iraníes, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lo nominó para el Premio Nobel.
Sin embargo, la estabilidad del alto el fuego es cuestionable, e Irán ha negado haberlo violado, mientras que las tensiones persistentes sugieren una participación limitada de Estados Unidos en los esfuerzos directos de paz.
Un acuerdo de paz negociado por Estados Unidos en junio de 2025 pretendía poner fin a décadas de violencia en el este de la República Democrática del Congo. Los ministros de Asuntos Exteriores de Ruanda y el Congo firmaron un acuerdo. Sin embargo, el grupo rebelde M23, respaldado por Ruanda, rechazó el acuerdo y los combates continúan, lo que indica un éxito limitado. Ruanda y Gabón respaldaron a Trump para el Premio Nobel
Trump afirma haber mediado un alto el fuego en mayo de 2025 tras un breve conflicto, y Pakistán lo nominó para el Premio Nobel. Sin embargo, el primer ministro indio, Narendra Modi, y el secretario de Relaciones Exteriores, Vikram Misri, han negado la participación de Estados Unidos, afirmando que el alto el fuego fue resultado de negociaciones directas. Esta disputa desmiente la afirmación de Trump.
La afirmación de Trump de resolver las tensiones sobre la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) es exagerada. No se ha alcanzado un acuerdo vinculante, a pesar de sus llamamientos a un acuerdo. Egipto y Sudán siguen oponiéndose a la presa, y la participación de Trump parece limitarse a la retórica.
Trump cita un acuerdo de normalización económica de 2020 de su primer mandato, pero no hay evidencia de una guerra reciente ni de nuevas contribuciones significativas en 2025. Las afirmaciones de prevenir una guerra carecen de fundamento, ya que no había ningún conflicto importante inminente.
Líderes de Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Israel, Pakistán, Ruanda y Gabón han nominado o respaldado a Trump para el Premio Nobel de la Paz, a menudo citando sus intervenciones diplomáticas. Sin embargo, estos respaldos provienen de países con líderes autoritarios o con intereses estratégicos en alinearse con Estados Unidos, lo que sugiere posibles motivos para congraciarse con Trump.
Críticos, incluido el exasesor de Seguridad Nacional John Bolton, argumentan que algunas nominaciones (por ejemplo, las de Pakistán e Israel) son halagos estratégicos para ganarse el favor de Trump, en lugar de un reconocimiento genuino de una paz duradera.
Los criterios del Comité Nobel, basados en el testamento de Alfred Nobel, enfatizan la “fraternidad entre naciones”, lo que podría entrar en conflicto con las políticas de “Estados Unidos primero” de Trump, como la imposición de aranceles elevados que tensan las relaciones con sus aliados.
La campaña de Trump ha galvanizado a sus partidarios, con funcionarios de la Casa Blanca y legisladores republicanos (por ejemplo, los representantes Darrell Issa y Buddy Carter) amplificando sus afirmaciones, presentándolo como un “pacificador en jefe”. Publicaciones en redes sociales sobre X reflejan este sentimiento, con usuarios como @libsoftiktok y @charliekirk11 pidiendo el reconocimiento inmediato del Nobel.
Críticos, incluyendo analistas y exfuncionarios como Celeste Wallander, reconocen algunos éxitos (por ejemplo, India-Pakistán), pero destacan las exageraciones y la naturaleza temporal de algunos acuerdos. El fracaso en la resolución de conflictos importantes como Rusia-Ucrania e Israel-Hamás debilita su narrativa.
El acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán y el alto el fuego entre Camboya y Tailandia demuestran la capacidad de Trump para aprovechar el poder económico y militar de Estados Unidos e influir en naciones más pequeñas. La obtención de derechos de desarrollo por parte de Estados Unidos en el Cáucaso refuerza su influencia geopolítica sobre Rusia e Irán.
Varios acuerdos, como los de Camboya y Tailandia y Ruanda y la República Democrática del Congo, son inestables, con informes de violencia continua. La falta de resolución de problemas subyacentes (por ejemplo, disputas fronterizas, dinámicas de grupos rebeldes) podría socavar la estabilidad a largo plazo.
El enfoque de Trump en victorias rápidas podría priorizar la apariencia sobre la sustancia. Por ejemplo, su afirmación de resolver las tensiones entre Egipto y Etiopía carece de pruebas de un acuerdo concreto, lo que podría distanciar a Egipto y Sudán. Su apoyo a Israel, incluyendo ataques contra Irán, ha generado críticas de Pakistán y otros países, lo que ha complicado su imagen de “pacificador”.
La campaña de Trump refuerza su imagen nacional entre sus partidarios, reforzando su narrativa de superar a predecesores como Barack Obama, de quien se ha burlado por ganar el Premio Nobel en 2009.
Sin embargo, sus exageradas afirmaciones (por ejemplo, India-Pakistán, Egipto-Etiopía) podrían perder credibilidad si se analizan con lupa, sobre todo porque funcionarios y analistas indios cuestionan su papel
El secretismo del Comité del Nobel y el sello de 50 años en las listas de candidatos hacen que no quede claro si Trump es un contendiente serio. Sus nominaciones, aunque numerosas, provienen de figuras controvertidas, y el comité podría priorizar la paz duradera sobre los ceses del fuego temporales.
Los fracasos en conflictos importantes (por ejemplo, Rusia-Ucrania, Israel-Hamás) y las críticas internacionales a sus políticas (por ejemplo, la hambruna en Gaza, las cumbres con Corea del Norte) podrían reducir sus posibilidades, ya que el comité valora la “fraternidad entre naciones” sostenida.
El enfoque de Trump, que vincula los acuerdos de paz a la influencia comercial (por ejemplo, amenazando con detener el comercio con Camboya y Tailandia), refleja una estrategia de prioridad económica que se alinea con su agenda de “Estados Unidos primero”. Esto ha demostrado ser eficaz en algunos casos, pero corre el riesgo de distanciarse de los socios si se percibe como coercitivo.
Su enfoque en acuerdos rápidos y de alto perfil puede desviar recursos de esfuerzos multilaterales más profundos necesarios para una paz duradera, como lo señalaron ex embajadores estadounidenses que pidieron un compromiso sostenido en el Cáucaso.

