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La gestión económica de la República Dominicana bajo los presidentes Luis Abinader (2020-2025), Leonel Fernández (1996-2000, 2004-2012) y Danilo Medina (2012-2020) ha sido evaluada por agencias internacionales de calificación crediticia como Fitch Ratings, Moody’s y S&P Global, con evaluaciones que reflejan la capacidad de cada administración para enfrentar los desafíos económicos, implementar reformas y mantener la estabilidad.

Luis Abinader, elegido en 2020 y reelegido en 2024, heredó una economía afectada por la pandemia de COVID-19, que provocó una contracción del 6% del PIB en 2020 debido a la paralización de los sectores turístico y manufacturero.
Su administración priorizó la disciplina fiscal, las medidas anticorrupción y las reformas estructurales alineadas con la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (END 2030), adoptada inicialmente durante el gobierno de Fernández.
Las políticas clave incluyeron recuperación económica, la recuperación pospandémica fue sólida, con un crecimiento del PIB del 12,3% en 2021 y del 4,9% en 2022, impulsado por el turismo (11 millones de llegadas en 2024, que contribuyeron con el 20% del PIB) y las remesas (USD 10.800 millones en 2024, 8,8% del PIB). El crecimiento se desaceleró al 2,3 % en 2023 debido a las dificultades globales, pero se proyectó al 5 % para 2024 y al 4,5 % para 2025.
El gobierno de Abinader redujo gradualmente el gasto relacionado con la pandemia, reduciendo la relación deuda/PIB del 50 % en 2021 al 46,7 % para septiembre de 2024. La deuda pública alcanzó el 58 % del PIB en 2024, y se espera que la disciplina fiscal reduzca el déficit al 3 % para 2025.
Los esfuerzos se centraron en la consolidación fiscal (ampliación de la base imponible, reducción de la evasión), la expansión de las energías renovables (con el objetivo de alcanzar el 25 % de la matriz energética para 2025) y la atracción de inversión extranjera directa (IED), que alcanzó los 3960 millones de dólares en 2022, principalmente en turismo y energías renovables.
La persistente desigualdad, la pobreza (más del 40% de la ciudadanía en situación de vulnerabilidad) y las tensiones con Haití por la migración y la seguridad plantearon riesgos. El fracaso de una reforma fiscal integral en 2024 puso de manifiesto las limitaciones para abordar las debilidades fiscales estructurales.
Fitch Ratings ratificó la calificación de República Dominicana en BB- con Perspectiva Positiva en noviembre de 2024, lo que refleja un sólido crecimiento, una disminución de la carga de la deuda y un entorno fiscal prudente. La reelección en 2024 indicó la continuidad de las políticas, lo que podría impulsar nuevas reformas para abordar las limitaciones de calificación.
Moody’s: Calificó al país con Ba3 con Perspectiva Positiva, equilibrando el sólido crecimiento y los riesgos de liquidez contenidos con una menor solidez fiscal e institucional. La robusta recuperación pospandemia y la disminución de la deuda fueron factores positivos.
Las Consultas del Artículo IV de 2023 y 2024 elogiaron las políticas sólidas de Abinader, incluida una política monetaria eficaz (reduciendo la tasa de referencia del 8,5% al 6% en 2024) y la supervisión del sector financiero, que estabilizó la inflación en el 4,8% en 2024. El FMI destacó el potencial para una mayor estabilidad a través de reformas fiscales y eléctricas.
Las calificaciones BB- y Ba3 con perspectivas positivas mejoraron la confianza de los inversionistas, reduciendo los costos de financiamiento y apoyando las entradas de IED. El turismo y las remesas sostuvieron el consumo, mientras que la restricción fiscal estabilizó los indicadores de deuda, posicionando a la República Dominicana como un destino de inversión resiliente.
La alta desigualdad y la pobreza limitaron el crecimiento inclusivo, mientras que el muro fronterizo y las políticas migratorias restrictivas tensaron las relaciones con Haití y EE. UU., lo que podría afectar las relaciones comerciales y diplomáticas. El fracaso de una reforma fiscal integral en 2024 podría retrasar las mejoras estructurales.
El sólido mandato de Abinader tras su reelección ofrece oportunidades para reformas laborales, sanitarias y educativas, y se espera la votación de la ley laboral a principios de 2025. Sin embargo, los riesgos climáticos (huracanes que cuestan el 0,5 % del PIB anual) y la inestabilidad de Haití siguen siendo motivo de preocupación.
La gestión económica de Abinader ha sido valorada positivamente por las agencias de calificación crediticia por su resiliencia y enfoque reformista, lo que ha contribuido a la estabilidad de las calificaciones y a las perspectivas positivas. La disciplina fiscal continua y las reformas estructurales podrían llevar a mejoras en la calificación, pero abordar la desigualdad, las vulnerabilidades climáticas y las tensiones regionales es crucial para un progreso sostenido.

Leonel Fernández (1996-2000, 2004-2012) Contexto Económico y Gestión.
Leonel Fernández, presidente durante los períodos 1996-2000 y 2004-2012, lideró el país durante períodos de modernización y crecimiento económico, pero enfrentó los desafíos de las crisis financieras globales y problemas estructurales internos.
Fernández impulsó la liberalización económica, promoviendo el turismo, las zonas francas (ZF) y las remesas como nuevos motores de crecimiento, reemplazando exportaciones tradicionales como el azúcar.
La Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 se conceptualizó durante este período, sentando las bases para reformas a largo plazo. El crecimiento promedió entre el 5% y el 7% anual, pero la desigualdad y el clientelismo persistieron.
Fernández regresó en medio de una crisis bancaria (2003-2004) que condujo a un incumplimiento y una rebaja de la calificación a DDD por parte de Fitch. Su administración estabilizó la economía mediante inversiones en infraestructura (por ejemplo, el metro de Santo Domingo) y programas sociales.
El crecimiento promedió entre el 5% y el 6%, impulsado por el turismo y las Zonas Francas. La reforma constitucional de 2010 y el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros abordaron la migración, pero fueron criticados por su limitada eficacia.
La crisis financiera mundial de 2008 tensó las finanzas públicas y el problema de la migración haitiana complicó las relaciones bilaterales.
En 2003, la República Dominicana fue rebajada a DDD debido a un canje de deuda en dificultades tras la crisis bancaria. Para 2011, las calificaciones mejoraron a B (Fitch), lo que refleja la recuperación y el crecimiento. Las mejoras a B+ en 2015 (después de Fernández) sugieren que sus mandatos posteriores sentaron las bases para la estabilidad.
FMI y Banco Mundial: La adopción de la END 2030 por parte de Fernández fue elogiada por fomentar el consenso entre partidos sobre los objetivos económicos.
El enfoque de Fernández en la infraestructura y la diversificación económica fortaleció la posición de la República Dominicana como líder económico regional. Las bases para la END 2030 facilitaron la planificación a largo plazo, lo que benefició a futuras administraciones. Las mejoras de calificación para 2011 reflejaron la recuperación de la crisis de 2003-2004.
La gestión económica de Fernández logró un crecimiento y una diversificación significativos. Las agencias de crédito reconocieron los esfuerzos de recuperación, lo que sentó una base mixta para las administraciones posteriores.

Danilo Medina (2012-2016, 2016-2020) Contexto y gestión económica.
La presidencia de Danilo Medina (2012-2020) se basó en las reformas de Fernández, centrándose en el gasto social, la educación y el crecimiento económico.
Su administración enfrentó la fase final de la recuperación de la crisis de 2008 y, posteriormente, la pandemia de COVID-19. Entre las políticas clave se incluyen: 2012-2016, Medina priorizó la educación (asignando el 4% del PIB), los programas sociales y la infraestructura, manteniendo un crecimiento anual del 6-7%, uno de los más altos de América Latina.
El turismo y las zonas francas se expandieron, y las tasas de pobreza disminuyeron significativamente. El Plan Nacional para la Regularización de Extranjeros continuó, aunque su implementación fue criticada por su ineficacia.
El crecimiento se mantuvo sólido (5-6%) hasta que la pandemia de 2020 interrumpió el turismo y la industria manufacturera. La administración de Medina aumentó el gasto público para mitigar la crisis, elevando la ratio deuda/PIB.
Las calificaciones mejoraron de B a B+ en 2015, lo que refleja un sólido crecimiento y la reducción de la pobreza. Para 2020, las calificaciones se estabilizaron en BB-, con perspectiva estable, ya que la pandemia planteó nuevos riesgos. Fitch observó vulnerabilidades fiscales debido al aumento del gasto.
Moody’s: Calificación Ba3 para 2020, equilibrando el crecimiento con el aumento de la deuda y los desafíos institucionales.
El FMI elogió el historial de crecimiento y las inversiones sociales de Medina, El Banco Mundial observó avances en la reducción de la pobreza, pero enfatizó la necesidad de un crecimiento inclusivo y una mejor gestión de las finanzas públicas.
El enfoque de Medina en la educación y los programas sociales redujo la pobreza y apoyó el crecimiento, mejorando las calificaciones crediticias a niveles BB-/Ba3.
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