Especial para los seguidores de codigopostalrd.net
En agosto de 2015, Donald Trump participó en una sesión fotográfica para la revista TIME con un águila calva de 27 años llamada Tío Sam, como parte de un reportaje de portada que destacaba su posición como candidato presidencial republicano y finalista del premio Persona del Año 2015 de TIME.
La sesión fotográfica, ideada por el fotógrafo Martin Schoeller, buscaba emparejar a Trump con el águila calva, símbolo de la fuerza y la libertad estadounidenses, para reflejar su lema de campaña “Make America Great Again”
La sesión fotográfica cobró gran relevancia cuando TIME publicó imágenes entre bastidores en diciembre de 2015, que mostraban al águila, Tío Sam, abalanzándose sobre Trump y batiendo sus alas, despeinándolo y causándole un respingo.
El video se volvió viral, y medios como The Independent, The Guardian, Business Insider y NBC informaron sobre el incidente, a menudo con un tono humorístico o crítico. Las redes sociales amplificaron el momento, con publicaciones y memes que circularon ampliamente, algunos sugiriendo que la reacción del águila simbolizaba la desaprobación de Trump. Por ejemplo, una publicación de 2025 X hizo referencia al evento con humor, insinuando que el águila rechazaba el patriotismo de Trump.
El incidente se convirtió en un punto de encuentro cultural, con frases como “ni siquiera el águila quiere que ‘Haga a Estados Unidos grande de nuevo'” apareciendo en línea, lo que refleja el sentimiento público crítico hacia Trump.
Las imágenes retrataron a Trump de forma vulnerable, ya que parecía sorprendido y preocupado por su cabello, preguntando: “¿Cómo se ve mi cabello?”. Esto lo humanizó para algunos, pero dio pie a los críticos que lo usaron para burlarse de su preocupación por la imagen.
“Lo que harías por una portada: esta ave es realmente peligrosa, pero hermosa”, resaltó su disposición a soportar la incomodidad por la publicidad, reforzando su imagen de experto en medios.
El evento se yuxtapuso con la retórica de campaña de Trump, y algunos medios, como IFLScience, notaron ironía dado su escepticismo hacia la ciencia y el cambio climático, temas relevantes para la conservación del águila calva.
En 2016, los fotógrafos de vida silvestre Robert Rozinski y Wendy Shattil demandaron a la campaña de Trump por usar una foto diferente de un águila calva (no de la sesión de TIME) sin permiso en productos de campaña. La demanda destacó las dificultades de capturar dichas imágenes y el supuesto uso no autorizado, aunque el resultado no se detalla en las fuentes disponibles. Este incidente subrayó los riesgos legales del uso de imágenes de vida silvestre en campañas políticas.
Una discusión en Reddit cuestionó si la sesión de fotos de TIME violó la Ley del Tratado de Aves Migratorias o la Ley Lacey, dado el estatus de protección de las águilas calvas. Sin embargo, el consenso fue que el águila fue manipulada por un profesional con licencia (Jonathan Wood) y permisos, y no se presentaron cargos legales serios por infracciones.
La sesión de fotos no alteró significativamente la trayectoria de la campaña de Trump en 2016, ya que se mantuvo como el favorito del Partido Republicano. Sin embargo, esto contribuyó a la polarizada cobertura mediática de su candidatura, ya que los críticos utilizaron el incidente para destacar sus debilidades percibidas y sus partidarios lo consideraron una distracción humorística menor.
La publicación de las tomas descartadas por parte de TIME fue interpretada por algunos como un intento de burlarse de Trump, especialmente después de que criticara a la revista por no nombrarlo Persona del Año (Angela Merkel ganó en 2015). Esto alimentó su narrativa de sesgo mediático, un tema recurrente en su campaña.
El incidente destacó indirectamente la conservación del águila calva. El águila, conocida como el Tío Sam, era un ave no liberable debido a lesiones (le faltaba parte de un ala y estaba ciega de un ojo), lo que puso de relieve los desafíos de la gestión de animales salvajes.
En 2025, debates posteriores vincularon a la administración Trump con posibles amenazas a los hábitats del águila calva, como los recortes propuestos a las protecciones de la Ley de Parques Nacionales y Especies en Peligro de Extinción. Aunque no estaban directamente relacionados con la sesión de fotos, estos informes enmarcaron la interacción de Trump con el águila en un contexto más amplio de política ambiental.
La sesión de fotos como momento mediático: El evento fue un momento fugaz pero memorable en la campaña de Trump de 2016, que ilustró la naturaleza impredecible de trabajar con animales salvajes y el papel de los medios en amplificar tales incidentes. Las imágenes virales subrayaron la capacidad de Trump para generar atención, tanto positiva como negativa, y su habilidad para convertir incluso los contratiempos en temas de conversación.
Si bien la reacción del águila probablemente se debió a sus instintos territoriales y a la incomodidad del viaje (como explicó su cuidador, Jonathan Wood), las interpretaciones públicas a menudo le atribuyeron un significado político. Esto refleja cómo los medios y el discurso público pueden transformar eventos neutrales en narrativas simbólicas.
La sesión de fotos no tuvo un impacto sustancial en la carrera política de Trump, sino que se convirtió en una anécdota cultural, resurgiendo en debates años después (por ejemplo, la publicación de 2025 X).
El incidente puso de relieve los desafíos de utilizar animales salvajes en escenarios simulados. El cuidador del Tío Sam observó la irritabilidad y el comportamiento territorial del ave, lo que sugiere que una mejor preparación podría haber mitigado el percance.
Para futuras campañas políticas, el evento sirve como advertencia sobre los riesgos de utilizar fauna silvestre protegida para imágenes simbólicas, tanto en términos de bienestar animal como de posibles problemas legales (como se vio en la demanda de 2016).
La sesión fotográfica atrajo indirectamente la atención hacia la conservación del águila calva, un caso de éxito bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción, que rescató a la especie de la casi extinción en la década de 1960. Sin embargo, los informes de 2025 advirtieron que los cambios de política bajo la administración Trump podrían amenazar los hábitats de las águilas, lo que sugiere una desconexión entre el uso simbólico del águila y la política ambiental real.
La sesión fotográfica de Trump con el águila calva fue un incidente menor pero muy publicitado que generó revuelo mediático, generó comentarios humorísticos y críticos, y planteó pequeñas cuestiones legales. Si bien no tuvo un impacto duradero en la trayectoria política de Trump, sigue siendo una anécdota notable que refleja la intersección de la política, los medios de comunicación y el simbolismo de la vida silvestre.

