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El referéndum en Taiwán, celebrado el 26 de julio de 2025, tuvo como objetivo revocar el mandato de 24 legisladores del Kuomintang (KMT), acusados de ser “pro-China” debido a su aparente alineamiento con los intereses de Pekín.
Este evento, conocido como la “Gran Revocatoria” o “dabamian”, marcó un hito en el panorama político taiwanés, impulsado por la preocupación por la influencia china y la polarización política.
El fracaso en la revocación de los 24 legisladores del KMT garantizó que este, junto con sus aliados, como el Partido Popular de Taiwán (TPP), mantuviera su escasa mayoría en el Yuan Legislativo taiwanés. Esto mantuvo el estancamiento político entre el gobernante Partido Democrático Progresista (PPD), liderado por el presidente Lai Ching-te, y la oposición, lo cual ha sido una fuente de tensión desde las elecciones de enero de 2024, donde el PPD ganó la presidencia, pero no la legislatura.
El continuo control de la legislatura por parte de la oposición limita la capacidad del PPD para aprobar su agenda legislativa, prolongando el estancamiento y potencialmente paralizando las políticas destinadas a fortalecer la autonomía de Taiwán y contrarrestar la influencia china.
La campaña de destitución, impulsada por el movimiento Bluebird y grupos cívicos, profundizó el ya polarizado ambiente político de Taiwán. Las acusaciones de afiliaciones “pro-China” contra legisladores del KMT y las contradenuncias de que el PPD orquestó la destitución para anular los resultados electorales de 2024 aumentaron la desconfianza entre las facciones políticas.
La campaña estuvo marcada por incidentes de violencia, doxing y firmas falsificadas, incluidas las de votantes fallecidos, lo que erosionó aún más la confianza pública en el proceso político. Esto sugiere que el intento de revocatoria, aunque fracasó, dejó una marca duradera en la sociedad polarizada de Taiwán.
El fracaso de la revocatoria representó un duro golpe político para el presidente Lai y el PPD, quienes se habían alineado con grupos pro revocatoria en las últimas etapas de la campaña. Publicaciones en redes sociales sobre X describieron a Lai como un “presidente saliente”, lo que reflejaba la percepción de que la influencia de su administración se había debilitado.
El apoyo del PPD a la revocatoria, a pesar de distanciarse inicialmente, podría haber dañado su credibilidad entre los moderados, quienes la percibieron como un intento de subvertir los resultados electorales democráticos.
La supervivencia de los 24 legisladores del KMT, considerados relativamente más afines a China que el PPD, fue interpretada por algunos como una victoria para Pekín.
Publicaciones en X sugirieron que el resultado era una “buena noticia para Pekín” y un revés para quienes se oponen a la influencia china en Taiwán.
Sin embargo, la retención de escaños por parte del KMT no se traduce necesariamente en una influencia china directa, ya que los legisladores defendieron sus reuniones con funcionarios chinos como necesarias para el diálogo a través del Estrecho.
Las votaciones revocatorias requerían una participación de al menos el 25% de los votantes registrados en cada distrito, con una mayoría que aprobara la revocatoria para su éxito. Los primeros resultados indicaron que la mayoría votó en contra en todos los distritos, y en muchos casos la participación no alcanzó el umbral. Esto sugiere una falta de apoyo público generalizado a la revocatoria, posiblemente debido al cansancio del electorado, el escepticismo ante las acusaciones o la lealtad al KMT.
Los analistas políticos señalaron que los partidarios de la revocatoria estaban más motivados para votar, pero su número era insuficiente, mientras que los votantes de la oposición, aunque menos motivados, eran lo suficientemente numerosos como para asegurar el voto en contra.
El intento de revocatoria, a pesar de su fracaso, puso de relieve el singular mecanismo de revocatoria de Taiwán, amparado por la Ley de Referéndum, que permite a los ciudadanos impugnar a los funcionarios electos a mitad de mandato. Los analistas sugieren que esto podría consolidar la idea de que los mandatos de cuatro años están condicionados al desempeño, lo que podría fomentar futuros intentos de revocatoria y aumentar la rendición de cuentas política.
Sin embargo, la controversia en torno a la revocatoria, incluidas las acusaciones de fraude y manipulación política, podría impulsar demandas de reforma del proceso para prevenir abusos o garantizar la imparcialidad.
La capacidad del KMT para resistir la campaña de revocatoria demuestra la persistencia de su base de apoyo, especialmente en los distritos leales al partido. Esta resiliencia subraya el papel del KMT como contrapeso significativo al PPD, a pesar de las acusaciones de excesiva proximidad a China.
Si bien la preocupación por la influencia china impulsó la campaña de revocatoria, el hecho de que no se expulsara a ningún legislador sugiere que el sentimiento antichino, aunque fuerte entre algunos grupos, no tuvo la resonancia suficiente como para superar el umbral de participación del 25% ni convencer a los votantes moderados. Esto podría reflejar una aceptación pragmática del diálogo con China entre algunos votantes taiwaneses.
Analistas como Wen-ti Sung sugirieron que el resultado ajustado, pero no concluyente, podría obligar al PPD y al KMT a buscar un acuerdo para romper el estancamiento legislativo. Esto podría conducir a una gobernanza más colaborativa, lo que algunos consideran un posible resultado positivo para la democracia taiwanesa.
La influencia de Pekín sigue siendo un punto álgido: La campaña de destitución estuvo impulsada por el temor a la infiltración china, en particular a través de reuniones de legisladores del KMT con funcionarios chinos y proyectos de ley que se percibían como un debilitamiento de las defensas de Taiwán. Si bien la destitución fracasó, es probable que estas preocupaciones persistan, condicionando los futuros debates políticos y elecciones.
La Gran Destitución, impulsada por el movimiento Bluebird, puso de manifiesto el vibrante activismo cívico de Taiwán y su compromiso con los procesos democráticos. Si bien el esfuerzo fracasó, demostró el poder de los movimientos de base para desafiar las amenazas percibidas a la soberanía nacional y la democracia.
Con siete votaciones de destitución más programadas para agosto de 2025, la batalla política no ha terminado. El resultado de estas votaciones podría influir aún más en el equilibrio legislativo y la opinión pública. Si también fracasan, podría reducir el entusiasmo por futuras campañas de revocación; si tienen éxito, podría animar a los activistas a atacar a más legisladores.

