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La infraestructura sanitaria de Haití se ha visto gravemente afectada debido a la violencia pandillera, la inestabilidad política y desastres naturales, como el terremoto de 2010.

Aproximadamente dos tercios de los centros médicos no funcionan debido a la violencia, los secuestros y los asesinatos de profesionales de la salud.
Esto ha provocado la falta de acceso a atención prenatal, servicios de parto seguro y atención médica de emergencia, lo que obliga a muchas mujeres embarazadas a buscar atención al otro lado de la frontera, en la República Dominicana.
En Haití, la tasa de mortalidad materna es significativamente mayor (1 de cada 93 mujeres corre el riesgo de morir durante el parto a lo largo de su vida) en comparación con la República Dominicana (1 de cada 320), lo que convierte a los hospitales dominicanos en una opción más segura para el parto.
La República Dominicana y Haití comparten la isla de La Española, con ciudades fronterizas como Jimaní a solo una hora en coche de Puerto Príncipe. Esta proximidad facilita que las mujeres haitianas crucen la frontera, a menudo a pie o en motocicleta, para acceder a los hospitales.
Los hospitales públicos dominicanos ofrecen atención médica gratuita, independientemente de su estatus migratorio, lo que atrae a mujeres haitianas que no pueden acceder o costear la atención médica en Haití. Hasta el 35 % de las pacientes de maternidad en los hospitales de Puerto Príncipe, y porcentajes aún mayores en los hospitales fronterizos, son haitianas.
La grave situación humanitaria de Haití, marcada por la pobreza, la desnutrición, los brotes de cólera y la creciente violencia de género, obliga a las mujeres a buscar entornos más seguros para dar a luz. Muchas llegan desnutridas, anémicas o con afecciones médicas sin tratar, tras haber recibido poca o ninguna atención prenatal.
El terremoto de 2010 exacerbó estos problemas, desplazando a muchos haitianos y destruyendo la infraestructura sanitaria, lo que provocó una tendencia sostenida de migración en busca de atención médica.
Los hospitales dominicanos ofrecen mejores condiciones en comparación con Haití, con personal médico cualificado que atiende casi el 98% de los partos. Esto contrasta con Haití, donde las mujeres a menudo dan a luz en casa sin asistencia médica, lo que aumenta el riesgo de complicaciones.
Los hospitales dominicanos, diseñados para atender a una población de aproximadamente 7 millones de personas, están desbordados por la demanda adicional de migrantes haitianos.
Por ejemplo, el Hospital Los Mina atiende entre 12 000 y 13 000 nacimientos al año, superando con creces su capacidad de 1500 a 2000. Hasta el 80 % de los partos en algunos hospitales públicos son de madres extranjeras, principalmente haitianas, lo que sobrecarga los recursos y la infraestructura.
Esto ha provocado escasez de camas, suministros médicos y personal, y algunos hospitales dan de alta a las madres tan solo ocho horas después del parto debido a la falta de espacio.
La afluencia de migrantes haitianos ha alimentado el sentimiento antihaitiano en la República Dominicana, y algunos grupos nacionalistas, como la “Antigua Orden Dominicana”, han hecho campaña contra la “haitianización” del país.
Muchos dominicanos perciben a los migrantes haitianos como una sobrecarga de los servicios públicos, incluida la atención médica, y como una fuente de empleos y recursos.
La falta de ciudadanía por nacimiento para los hijos de inmigrantes indocumentados desde 2010, reforzada por un fallo judicial de 2013, significa que los niños nacidos de madres haitianas en la República Dominicana a menudo carecen de ciudadanía, lo que crea problemas de apatridia y limita su acceso a los servicios.
Muchas mujeres haitianas llegan con problemas de salud, como desnutrición y anemia, lo que aumenta el riesgo de complicaciones durante el parto. La falta de atención prenatal implica que los médicos a menudo no están preparados para problemas como la hemorragia materna, una de las principales causas de muerte.
A pesar de contar con mejores instalaciones, el alto volumen de pacientes puede resultar en una atención deficiente, y algunas mujeres fallecen debido a retrasos o complicaciones.
Las mujeres haitianas se enfrentan a barreras lingüísticas, discriminación y miedo a la deportación, lo que puede disuadirlas de buscar atención hasta que surgen emergencias.
La dependencia de los hospitales dominicanos ha creado un ciclo en el que las mujeres se arriesgan a cruzar la frontera peligrosamente, a menudo durante el parto, para acceder a la atención, llegando a veces demasiado tarde para evitar consecuencias adversas.
En abril de 2025, el gobierno dominicano, bajo la presidencia de Luis Abinader, implementó una política que exigía a los hospitales del Servicio Nacional de Salud (SNS) verificar la identificación, las cartas de empleo y el comprobante de residencia de los pacientes, con el objetivo de combatir eficazmente a los migrantes haitianos indocumentados.
Esta política, parte de una ofensiva más amplia contra la inmigración ilegal, incluyó la deportación de mujeres embarazadas, madres primerizas y niños de los hospitales.
El primer día de la ofensiva, 135 mujeres y niños haitianos, incluyendo 48 embarazadas y 39 madres primerizas, fueron detenidos en 33 hospitales públicos y deportados a Haití tras obtener una autorización médica. La política implica la presencia de agentes de inmigración en los hospitales para verificar la documentación.
El gobierno de Abinader ha implementado objetivos de deportación agresivos, expulsando a más de 180,000 haitianos en el primer trimestre de 2025 y con el objetivo de alcanzar 10,000 deportaciones semanales desde octubre de 2024.
Abinader ha presentado la política como una medida para proteger los recursos dominicanos, argumentando que la generosidad del país no será explotada. Afirma que el sistema de salud no puede cubrir las necesidades de ambas naciones, citando la presión que suponen aproximadamente 33,000 madres haitianas que dan a luz anualmente en hospitales dominicanos.
La política ha provocado una drástica reducción de mujeres haitianas que dan a luz en hospitales dominicanos, según informaron medios locales. Esto ha aliviado la presión sobre los centros de salud pública, y las autoridades han observado una disminución en el número de pacientes haitianas que buscan tratamiento.
Sin embargo, esto no ha mejorado significativamente la situación económica ni social general en la República Dominicana, como afirman algunos críticos.
El miedo a la deportación ha llevado a muchas mujeres haitianas a evitar los hospitales, optando por partos domiciliarios inseguros. Un caso notable es el de Lourdia Jean-Pierre, quien falleció de una hemorragia posparto en mayo de 2025 tras dar a luz en su domicilio por temor a la deportación. Su caso desató la indignación internacional y una petición con más de 800 firmas exigiendo justicia.
La ONU informó que 900 mujeres embarazadas o en período de lactancia fueron deportadas en un mes, muchas de ellas llegando a Haití en condiciones de vulnerabilidad y sin acceso a atención médica. Esto ha aumentado el riesgo de mortalidad materna y neonatal, especialmente dado el colapso del sistema de salud de Haití.
La ONU, Amnistía Internacional y otros grupos de derechos humanos han condenado la política como “cruel”, “racista” y “misógina”, argumentando que viola el derecho internacional, incluido el principio de no devolución, que prohíbe devolver a personas a lugares donde sus vidas corren peligro.
Los informes indican tratos inhumanos, incluyendo redadas nocturnas, palizas y deportaciones de mujeres en labor de parto, algunas de las cuales fueron separadas de sus recién nacidos. Se informó que una mujer fue deportada durante el parto y otras sufrieron abusos durante la detención.
El Colegio Dominicano de Médicos calificó las deportaciones de “inhumanas”, advirtiendo que disuaden a los migrantes indocumentados de buscar atención urgente, lo que agrava los riesgos para la salud.
La política ha intensificado el sentimiento antihaitiano, con grupos nacionalistas que se burlan de los deportados y abogan por medidas más estrictas.
El consejo presidencial de transición de Haití y la ONU han instado al diálogo bilateral y criticado la violación de los derechos humanos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha instado a la República Dominicana a garantizar el acceso a la atención médica, independientemente de su estatus migratorio.
Grupos de defensa, incluyendo organizaciones feministas y de trabajadores, protestaron frente al Ministerio de Salud dominicano en mayo de 2025, exigiendo el fin de las redadas en hospitales.
Esta política agrava la crisis de apatridia, ya que a los niños nacidos de madres haitianas indocumentadas en la República Dominicana se les niega la ciudadanía, dejándolos sin protección legal.
Las mujeres y los niños deportados enfrentan una vulnerabilidad extrema en Haití, con acceso limitado a alimentos, alojamiento y atención médica, agravada por la continua violencia de pandillas y la falta de ayuda humanitaria.
La principal causa de que las mujeres haitianas busquen atención médica en la República Dominicana es el colapso casi total del sistema de salud haitiano, exacerbado por la violencia y la pobreza. Si no se aborda esta causa raíz, la migración en busca de atención médica persistirá.
Si bien la política del gobierno de Abinader ha reducido el número de nacimientos de haitianos en hospitales dominicanos, ha trasladado la carga a Haití, donde la infraestructura sanitaria inadecuada pone en peligro vidas.
La política también ha provocado consecuencias trágicas, como muertes maternas y una mayor vulnerabilidad de las personas deportadas. Preocupaciones de derechos humanos: Las deportaciones y la represión hospitalaria han sido ampliamente criticadas como violaciones de las normas internacionales de derechos humanos, en particular por afectar a grupos vulnerables como mujeres embarazadas y recién nacidos.
Esta política podría afianzar aún más la discriminación y el sentimiento antihaitiano.
La crisis pone de relieve la necesidad de cooperación bilateral y apoyo internacional para reconstruir el sistema de salud de Haití y abordar la migración de forma humana.
El sistema de salud de la República Dominicana no puede soportar la carga de forma sostenible por sí solo, pero las deportaciones sin abordar los problemas subyacentes de Haití son insostenibles y peligrosas.

