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El despliegue de policías kenianos en Haití, en el marco de la misión de Apoyo Multinacional a la Seguridad (MSS), respaldada por la ONU, a partir de junio de 2024, tuvo como objetivo combatir la violencia desenfrenada de las pandillas y restablecer la estabilidad en un país donde las pandillas controlan aproximadamente el 85 % de Puerto Príncipe y han causado miles de muertes y desplazado a más de 700 000 personas.
Aproximadamente 400 policías kenianos llegaron en junio de 2024, y 217 adicionales se desplegaron para enero de 2025, lo que eleva el total a más de 600.
La misión tenía como objetivo apoyar a la Policía Nacional de Haití (PNH) en la recuperación de territorios controlados por las pandillas y la protección de infraestructuras clave como aeropuertos y edificios gubernamentales.
Si bien se han realizado algunas patrullas conjuntas y se ha respondido a ataques específicos (por ejemplo, la masacre de la pandilla Gran Grif en octubre de 2024), la misión no ha reducido significativamente el control de las pandillas, que siguen dominando Puerto Príncipe y se expanden a nuevas zonas.
La misión se ha enfrentado a obstáculos importantes, como equipo inadecuado, escasez de fondos (solo se han prometido 85 millones de dólares de los 600 millones anuales necesarios) y problemas logísticos.
Para abril de 2025, dos oficiales kenianos resultaron gravemente heridos, uno fue reportado como desaparecido (presumiblemente muerto) y la misión sufrió su primera víctima mortal en febrero de 2025.
Las pandillas han atacado a las fuerzas kenianas con creciente frecuencia, aprovechando su número limitado y las vulnerabilidades de su equipo, como los neumáticos de vehículos no reforzados.
Muchos haitianos apoyaron inicialmente la intervención debido a la grave situación de seguridad, y las encuestas indican que el 63% estaba a favor de una fuerza internacional.
Sin embargo, la frustración ha aumentado debido al lento progreso de la misión y la falta de acción decisiva contra las pandillas.
Algunos residentes locales no reportan mejoras visibles en la seguridad, con secuestros y violencia persistentes. Otros expresan escepticismo debido al historial de Haití de intervenciones extranjeras problemáticas, como la misión MINUSTAH de 2004-2017, que se vio afectada por brotes de cólera y abusos de derechos humanos.
En Kenia, el despliegue ha enfrentado críticas y recursos legales. Un fallo judicial de enero de 2024 declaró ilegal el despliegue, citando restricciones constitucionales al despliegue policial (en lugar de militar) en el extranjero.
Los críticos argumentan que los propios problemas de seguridad de Kenia deberían prevalecer y cuestionan los motivos de la misión, sugiriendo que está impulsada por la influencia estadounidense y los incentivos financieros, más que por objetivos puramente humanitarios
La violencia de pandillas ha agravado la crisis humanitaria de Haití, con más de 10.000 muertes en los últimos dos años, 5.600 solo en 2024, y la mitad de la población en situación de hambruna aguda.
La misión keniana no ha frenado esta tendencia, con importantes ataques, como el asalto a un avión de pasajeros en noviembre de 2024, que obligó al cierre del aeropuerto de Puerto Príncipe.
La misión debía crear las condiciones para las elecciones en febrero de 2026, pero el Consejo Presidencial de Transición de Haití, establecido en abril de 2024, se ha visto obstaculizado por luchas internas, lo que ha retrasado las reformas de gobernanza.
La presencia keniana no ha abordado problemas subyacentes como la corrupción policial o los vínculos entre pandillas y políticos, lo que ha limitado su impacto en la estabilidad a largo plazo.
La misión del MSS, liderada por Kenia, ha carecido de personal (actualmente unos 1000 efectivos, muy por debajo de los 2500 previstos) y de fondos, careciendo de los recursos necesarios para enfrentarse eficazmente a pandillas fuertemente armadas familiarizadas con las tácticas de guerrilla urbana.
El enfoque de la misión en la labor policial en lugar de las operaciones militares, si bien innovador, no ha sido suficiente para contrarrestar las arraigadas redes de pandillas en Haití.
Los problemas de coordinación entre la policía keniana y las fuerzas de otros países (por ejemplo, Guatemala y Jamaica) y la barrera lingüística (la mayoría de los kenianos no hablan criollo haitiano) dificultan aún más su eficacia.
El diseño de la misión, fuertemente respaldada por Estados Unidos, pero que no constituye una operación formal de mantenimiento de la paz de la ONU, depende de financiación voluntaria, la cual ha sido inconsistente.
Las propuestas de transición a una misión liderada por la ONU han encontrado resistencia por parte de Rusia y China, lo que limita las perspectivas de una financiación estable.
Los expertos argumentan que, sin abordar las causas fundamentales —corrupción, contrabando de armas y fallas de gobernanza—, la misión es una “solución miope”.
Las intervenciones extranjeras anteriores en Haití (por ejemplo, la MINUSTAH y los despliegues estadounidenses) no han logrado una estabilidad duradera, y la misión keniana corre el riesgo de repetir este patrón al priorizar la seguridad sobre las reformas sistémicas.
Si bien la misión ha logrado éxitos menores, como la reapertura breve del aeropuerto de Puerto Príncipe en mayo de 2024, estos avances han sido fugaces. Las pandillas siguen dominando y la confianza pública está decayendo.
Para que la misión tenga éxito, los expertos sugieren que necesita más personal (2500-3000), mejor equipo y centrarse en cortar el suministro de armas a las pandillas, además de reformas anticorrupción y de gobernanza. Sin estas medidas, es improbable que la misión logre sus objetivos de restablecer la seguridad y facilitar la celebración de elecciones.
Las publicaciones en X reflejan opiniones divididas: algunos elogian los esfuerzos de los oficiales kenianos en condiciones difíciles, mientras que otros califican la misión de fracaso, destacando su incapacidad para frenar el poder de las pandillas o cumplir con las expectativas haitianas.
La misión liderada por Kenia en Haití ha tenido un impacto mínimo en la reducción de la violencia de pandillas o en el logro de la estabilidad debido a la insuficiencia de recursos, los desafíos logísticos y la incapacidad de abordar los problemas políticos y estructurales más profundos del país.
Si bien ha brindado cierto apoyo a la policía haitiana, el alcance limitado de la misión y la compleja crisis de Haití sugieren que es improbable que obtenga resultados duraderos sin una ampliación significativa y reformas más amplias.
El historial de intervenciones fallidas en Haití subraya la necesidad de un enfoque más integral que vaya más allá de las medidas centradas en la seguridad.

