Por Jacob Steinberg en el Estadio de Breslavia, The Guardian
Corrían 65 minutos cuando un frío se apoderó del Stadion Wroclaw y la llama del Real Betis se apagó. Ese fue el momento en que Cold Palmer finalmente emergió, decidió que ya era suficiente y se apoderó con fuerza de una final que corría el riesgo de escapársele al Chelsea. Ese fue el momento en que se evitó el desastre, se desvanecieron las esperanzas del Betis de ganar la UEFA Conference League y quedó claro que Todd Boehly, Behdad Eghbali y el resto del cuerpo técnico del Chelsea estarían en el campo al final del partido, disfrutando de la victoria tras conseguir su primer título en el fútbol masculino desde que asumieron el cargo en 2022.
La previsibilidad del resultado no hizo que la sensación fuera menos agradable para Boehly y Eghbali tras una temporada que comenzó con sus diferencias muy expuestas. Sin embargo, en realidad, todo giraba en torno a una persona muy especial. Ha habido innumerables fichajes bajo la dirección del Chelsea, pero ninguno tan inteligente como los 40 millones de libras que se gastaron en la compra de Palmer, procedente del Manchester City.
Es un talento único, un inconformista cuya personalidad y habilidad definieron esta contienda. ¿Y qué si el Chelsea todavía se parece al Cole Palmer FC en tiempos difíciles? Habrían estado perdidos sin él, quien aceptó la responsabilidad de anular la ventaja de 1-0 del Betis, impulsando una remontada con magníficas asistencias a Enzo Fernández y Nicolas Jackson.
No podría haber mejor demostración de por qué Palmer merece escuchar el himno de la Champions League antes de su próximo compromiso europeo. Fueron cinco minutos asombrosos para el jugador de 23 años. El Betis buscaba su primer trofeo europeo, pero la brecha financiera se notó al final. No hubo romanticismo en que Manuel Pellegrini, el chileno de 71 años, y su grupo de marginados de la Premier League perdieran fuelle y sucumbieran a una derrota por 4-1 tras los goles de Moisés Caicedo y Jadon Sancho, quien espera haber hecho lo suficiente para que su cesión del Manchester United se haga definitiva.
Lo curioso es que el Chelsea fue abucheado al descanso. Estuvieron pésimos durante la primera parte, perdiendo por un gol descuidado y sin aportar nada en ataque. Enzo Maresca, que se deleitaba con la crítica tras asegurar la clasificación para la Champions League el fin de semana pasado, falló estrepitosamente su táctica inicial. Malo Gusto, lateral derecho de profesión, tuvo una pesadilla como mediocampista auxiliar. El Betis se adelantó con Abde Ezzalzouli y podría haber tenido más. Menos mal que el Chelsea emergió con más intensidad en la segunda mitad.
Había sido un alivio centrarse en el fútbol tras dos días empañados por la violencia absurda que afectó a los aficionados de ambos equipos en el centro de la ciudad. El anhelo provenía del Betis, que estaba emocionado por estar en su primera final europea. El Chelsea, en cambio, no llenó su cupo.
Tuvieron dificultades durante los primeros 30 minutos. Recordé a Gary Neville calificando al Chelsea de “un dineral” tras perder contra los jóvenes del Liverpool en la final de la Copa Carabao de la temporada pasada. Los toques fueron flojos y la batalla táctica inicial la ganó Pellegrini, aprovechando el espacio que dejaba Gusto al entrar desde el lateral derecho. El francés fue uno de los cinco cambios de Maresca y fue el culpable del gol del Betis en el minuto 9, tras un pase flojo al centro del campo interceptado, que permitió a Isco habilitar a Ezzalzouli para que disparara raso y batiera a Filip Jörgensen.
El Chelsea estaba desastroso. Ezzalzouli atormentaba a Gusto. Isco, cinco veces campeón de Europa con el Real Madrid, dominaba el partido. Jörgensen atajó un disparo de Marc Bartra y Benoît Badiashile realizó un bloqueo vital para impedirle el gol a Johnny Cardoso.
Maresca, quien considera a Pellegrini su padre futbolístico, aprovechó el descanso para corregir su error al dejar fuera a Reece James. El capitán sustituyó a Gusto y le dio al Chelsea más aplomo por la derecha. El ambiente cambió, el Betis se cansaba. Antony era el Antony del Manchester United por la derecha del Betis. La salida cojeando de Ezzalzouli fue un duro golpe para Pellegrini.
El Chelsea tomó el control del mediocampo, con Fernández y Caicedo dominando. Pero aun así, esperábamos a Palmer. Ha tenido dificultades desde Navidad. Los goles y las asistencias se han esfumado. Encontró el momento justo para destacar. Su influencia creció y el Chelsea empató cuando envió un centro ligero a Fernández, quien se coló de cabeza para batir a Adrián.
Ahora Palmer era incontenible. Pronto se deshizo del suplente del Betis, Jesús Rodríguez, y metió otro centro desde la derecha para que Jackson rematara con el pecho. Consideremos la deuda que el delantero tenía con su compañero tras su reciente expulsión contra el Newcastle.

