
“stábamos en Emaús celebrando el encuentro de los discípulos con el Resucitado cuando llegó la noticia de la muerte del Papa Francisco.
“Fue un momento doloroso y desorientador porque esperaba, por las imágenes de ayer, volver a ver pronto al Santo Padre”.
Lo indicó a ANSA por teléfono desde Jerusalén el vicario de la Custodia de Tierra Santa, el padre Ibrahim Faltas.
El buen Padre nos ha dejado, siempre cerca de los últimos, de los pobres, de los indefensos. Su última bendición al mundo fue el consuelo para quienes sufren por su ausencia.
Sus últimas palabras, susurradas con suavidad pero firmeza, fueron la siempre firme petición de paz para Tierra Santa y para el mundo en guerra —subraya el franciscano—. Fueron doce años intensos de un pontificado que dejará una huella imborrable en la historia.
El Papa Francisco fue un verdadero testigo de Cristo, defensor de la justicia, amigo de la verdad, firme defensor de la esperanza y la paz, un hombre sencillo y profundo, un padre amoroso de una humanidad frágil y herida.

