El 27 de noviembre de 2025 (mañana del Día de Acción de Gracias), un terremoto de magnitud 6.0 sacudió las cercanías de Susitna, Alaska, aproximadamente a 48 kilómetros al noroeste de Anchorage, a una profundidad de entre 40 y 70 kilómetros (25-43 millas).
El sismo ocurrió a las 8:11 a. m., hora local, y tuvo su epicentro en el municipio de Matanuska-Susitna, una región sísmicamente activa debido a la subducción de la placa del Pacífico bajo la placa norteamericana. Este evento se sintió en el centro-sur de Alaska y llegó hasta Fairbanks, pero su profundidad limitó la destrucción superficial.
El terremoto causó una sacudida generalizada, aunque generalmente leve, clasificada por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) como de nivel de intensidad V (sacudida moderada) en la zona epicentral.
Los objetos pueden oscilar, los platos vibrar y algunos artículos caerse de los estantes. Miles de residentes reportaron despertarse sobresaltados, con sensaciones descritas como prolongadas y lo suficientemente fuertes como para interrumpir los preparativos navideños. Relatos personales:
Un niño en Anchorage fue arrojado de un sofá mientras veía la televisión, lo cual fue grabado en video casero.
Imágenes de vigilancia de una cafetería local muestran botellas de jarabe cayendo de los estantes.
Reportes de pequeñas perturbaciones domésticas, como fotos moviéndose en las paredes y pequeñas grietas en paneles de yeso, particularmente en zonas como Willow y el municipio de Matanuska-Susitna.
El terremoto fue detectado por los sistemas avanzados de monitoreo sísmico de Alaska, que proporcionaron alertas rápidas y datos del mecanismo focal en minutos. No se generó ni se esperaba un tsunami, según confirmó el Centro Nacional de Alerta de Tsunamis, debido al epicentro y la profundidad tierra adentro.
Consecuencias
Hasta el 28 de noviembre de 2025, no se han reportado víctimas mortales, heridos graves ni daños estructurales importantes. El USGS evaluó el riesgo como bajo: un 69% de probabilidad de cero víctimas mortales y un 65% de probabilidad de pérdidas económicas inferiores a un millón de dólares. Consecuencias menores:
Se produjeron cortes temporales de electricidad en zonas aisladas y breves interrupciones del transporte, pero no se produjeron cortes generalizados ni cierres de carreteras.
Se estiman daños muy leves (por ejemplo, reparaciones superficiales en viviendas), con costos potenciales de pocos millones si las réplicas causan más problemas menores.
En el ámbito social, aumentó la ansiedad entre los residentes, evocando recuerdos del terremoto de Anchorage de magnitud 7.1 de 2018 (que ocurrió el 30 de noviembre a una hora similar), aunque las autoridades enfatizaron que se trató de una coincidencia.
Se produjeron más de 20 terremotos menores (de hasta magnitud 3.5) en cuestión de horas, pero ninguno superó la magnitud 4.0. El monitoreo continúa, y las autoridades instan a los residentes a preparar kits de emergencia.
Alaska, el estado con mayor actividad sísmica de EE. UU., experimentó casi 500 terremotos la semana anterior, lo que pone de relieve la vulnerabilidad de la región, pero también la eficacia de los sistemas de alerta temprana para minimizarlos.
El análisis científico del Centro de Terremotos de Alaska indica que se trató de un evento típico intraplaca dentro de la subducción de la placa del Pacífico, no conectado a la zona de réplicas de Anchorage de 2018.
La profundidad disipó la energía antes de alcanzar la superficie, lo que evitó los graves impactos observados en terremotos menos profundos. Los expertos no observan un patrón estacional para estos eventos, descartando las coincidencias temporales como meras casualidades.
“La gente ciertamente sufrió fuertes sacudidas, pero la profundidad nos evitó daños significativos”, según el Centro de Terremotos de Alaska. Este evento resalta el valor de la tecnología sísmica en tiempo real y la preparación pública en una zona de alto riesgo, sin una amenaza elevada de futuros terremotos.
Se recomienda a los residentes “agacharse, cubrirse y sujetarse” durante las alertas e informar cualquier daño a través de los portales del USGS para evaluaciones continuas. Como lo expresó un sismólogo: “Es un recordatorio de que Alaska tiembla con frecuencia: manténganse preparados, no asustados”.

