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Surgió “de la nada”, “chancea” Donald Trump a Zohran Mamdani, admitiendo apoyo de votantes de Trump en Queens por el nuevo alcalde
El 21 de noviembre de 2025, el alcalde electo de la ciudad de Nueva York, Zohran Mamdani, socialista demócrata de 34 años y asambleísta estatal que ganó unas elecciones históricas el 4 de noviembre, se reunió con el presidente Donald Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
El encuentro, la primera interacción en persona de Mamdani con el presidente, desafió las expectativas de confrontación —alimentadas por meses de ataques públicos de Trump, que lo calificaban de “lunático comunista” y “yihadista”, y de críticas de Mamdani a Trump como “déspota”— y, en cambio, se desarrolló como una conversación sorprendentemente cordial y productiva.
Ambos líderes salieron elogiándose mutuamente y enfatizando prioridades compartidas como la asequibilidad de la vivienda, los precios de los alimentos, la reducción de la delincuencia y la ayuda para el costo de vida de los neoyorquinos de clase trabajadora.
Trump, originario de Nueva York, incluso expresó un renovado afecto por la ciudad y su deseo de colaborar, mientras que Mamdani destacó las oportunidades de colaboración entre el gobierno federal y la ciudad a pesar de sus diferencias ideológicas.
La reunión privada duró aproximadamente una hora, seguida de una comparecencia conjunta ante la prensa donde Trump le dio una palmadita en el brazo a Mamdani y bromeó sobre el rápido ascenso de su campaña “de la nada”. Mamdani, a su vez, señaló que uno de cada diez votantes de Trump en Queens lo había apoyado, lo que subraya coincidencias inesperadas en sus propuestas populistas.
El impacto más inmediato de la reunión fue una rápida desescalada de las tensiones, lo que la posicionó como un posible punto de inflexión en las relaciones entre los gobiernos federal y local de Estados Unidos durante el segundo mandato de Trump.
Transformó una disputa que se estaba gestando en buena voluntad pública, con Trump publicando fotos en Truth Social y declarando: “Quiero que haga un gran trabajo”. Esto neutralizó los ataques del Partido Republicano contra Mamdani como una “amenaza socialista”, complicando los mensajes republicanos antes de futuras elecciones. El equipo de Mamdani lo describió como “alentador”, señalando su enfoque pragmático hacia la gobernanza.
Destacó puntos comunes bipartidistas sobre el populismo económico; por ejemplo, los aranceles de Trump para reducir los costos de los alimentos se alinean con el impulso de Mamdani para lograr viviendas asequibles y gravar a los ricos.
Abrió las puertas a la ayuda federal para el presupuesto de más de $100 mil millones de dólares de la Ciudad de Nueva York, que depende de Washington para la financiación del transporte y la seguridad.
Como primer alcalde musulmán y del sur de Asia de Nueva York (y el más joven en más de un siglo), la cálida recepción de Mamdani por parte de Trump (una figura que alguna vez propuso una prohibición de viajar a los musulmanes) sirvió como una reprimenda a la retórica nativista. Impulsó la imagen de Mamdani como alguien que construye puentes, energizando a los votantes progresistas y al mismo tiempo atrayendo a los moderados.
Generó una amplia cobertura como “extrañamente amigable”, con clips virales de sus bromas dominando las redes sociales. En X, las reacciones variaron desde partidarios del MAGA que lo saludaron como un “movimiento de poder” de Trump hasta izquierdistas que celebraron el aplomo de Mamdani, aunque algunos activistas de extrema izquierda protestaron frente a la Casa Blanca, denunciando cualquier compromiso con Trump.
Se modeló un diálogo interpartidista en medio de las disputas de Trump con otros alcaldes demócratas (por ejemplo, en Chicago y Los Ángeles).
Se abordó sutilmente la defensa de Mamdani de los derechos palestinos, ya que, según se informa, este recaudó fondos estadounidenses para Israel durante las conversaciones, aunque Trump se desvió hacia asuntos internos.
En el ámbito económico, las promesas de asequibilidad podrían poner a prueba las promesas arancelarias de Trump frente al papel financiero global de Nueva York, donde los conservadores habían advertido de un “éxodo de multimillonarios” bajo el gobierno de Mamdani.
No se produjeron anuncios políticos importantes, pero asesores de ambas partes indicaron que habría llamadas de seguimiento sobre temas específicos como la cooperación con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) (un punto álgido del pasado) y la ayuda en caso de desastre.
Este encuentro en la Oficina Oval subraya las realidades pragmáticas de la gobernanza. Los adversarios ideológicos pueden buscar beneficios mutuos cuando las prioridades de los votantes coinciden, como ocurrió aquí con los asuntos económicos.
Para Mamdani, esto valida su estrategia de acercamiento postelectoral —que evoca su apertura previa a la reunión a “trabajar juntos para servir a los neoyorquinos”— y lo posiciona como un negociador astuto capaz de obtener concesiones de una administración hostil.
Trump, por su parte, demostró una flexibilidad que humaniza su marca “América Primero”, expandiendo potencialmente su influencia en bastiones urbanos sin comprometer a sus partidarios más fieles.
En última instancia, el éxito de la reunión se medirá por los resultados: si genera ayuda tangible para los 8,5 millones de residentes de Nueva York en medio de la inflación y las crisis inmobiliarias, podría anunciar una inusual era de distensión.
Sin embargo, si no se cumplen, se corre el riesgo de reavivar las hostilidades, exponiendo la fragilidad de esta “improbable alianza”. Como dijo Trump: “Amamos a Nueva York”, un sentimiento que, por ahora, trasciende la política.

