Especial para los seguidores de codigopostalrd.net
La tormenta tropical Melissa, la decimotercera tormenta con nombre de la temporada de huracanes del Atlántico de 2025, se formó a partir de una onda tropical monitoreada desde el 16 de octubre y comenzó a impactar el Caribe el 23 de octubre.
Caracterizada por su movimiento inusualmente lento (hasta 3 km/h), la tormenta se estancó sobre el Caribe central, lo que provocó lluvias intensas y prolongadas en La Española, incluido el sur de Haití.
Para el 25 de octubre de 2025, Melissa se había fortalecido hasta convertirse en huracán y se pronosticaba que alcanzaría la categoría mayor (categoría 3+) para el fin de semana, lo que agravaría los riesgos de inundación en zonas vulnerables.
El paso de Melissa trajo consigo constantes franjas de lluvia intensa al sur de Haití, con pronósticos de 30 a 90 cm (1 a 3 pies) hasta principios de la próxima semana, especialmente en el suroeste de la península.
Se reportaron al menos tres muertes, incluyendo la de un anciano por la caída de un árbol en la ciudad costera de Marigot el 23 de octubre, y otras dos en un deslizamiento de tierra al sur de Puerto Príncipe el 24 de octubre.
Se registraron cinco heridos por las inundaciones en la región central de Haití, y los recuentos provisionales sugieren la posibilidad de más a medida que continúan las evaluaciones.
Las inundaciones repentinas inundaron carreteras y zonas bajas, mientras que los suelos saturados en el terreno escarpado de Haití provocaron múltiples deslizamientos de tierra.
El suroeste de Haití enfrentó el mayor riesgo, con inundaciones repentinas “catastróficas” que ya desplazaban comunidades y dañaban la infraestructura.
Los extensos derrumbes de carreteras y edificios aislaron aldeas remotas, lo que podría dejar varados a los residentes durante días. La erosión empeoró en las laderas deforestadas, un problema crónico agravado por la lentitud de la tormenta, que permitió que las lluvias se acumularan sin alivio.
Los impactos de la tormenta agravaron las vulnerabilidades preexistentes de Haití, como la inestabilidad política, la violencia de pandillas y la recuperación de desastres anteriores como el terremoto de 2021 y el huracán Matthew (2016).
Las Naciones Unidas y las autoridades locales activaron más de 100 refugios de emergencia en el sur de Haití, albergando a miles de personas que huían de las inundaciones.
El acceso al agua potable y a los alimentos se volvió crítico debido a los cortes de electricidad y la interrupción de las líneas de suministro, lo que aumentó el riesgo de brotes de enfermedades en condiciones de hacinamiento. La actividad de pandillas en Puerto Príncipe dificultó aún más las labores de rescate.
Las pérdidas agrícolas fueron graves, con campos inundados que destruyeron cultivos en una nación donde el 60% de la población depende de la agricultura.
Los daños en carreteras y puentes podrían costar millones en reparaciones, aislando mercados y retrasando la ayuda. La lenta tormenta prolongó las interrupciones, similar al diluvio de varios días del huracán Harvey (2017), pero en un contexto más frágil. Tensión
Si bien se centró en Haití, las lluvias de Melissa también afectaron a la vecina República Dominicana, lo que presionó los recursos transfronterizos. Los pronósticos indicaron amenazas continuas hasta la próxima semana, con la posibilidad de que la tormenta se convierta en un huracán de categoría 4, lo que aumentaría las dificultades para la evacuación.
La trayectoria de Melissa subraya la creciente ferocidad de las tormentas caribeñas impulsadas por el cambio climático: las temperaturas superficiales del mar excepcionalmente cálidas (impulsadas por las emisiones de combustibles fósiles) permitieron una rápida intensificación, con tres de los cuatro huracanes del Atlántico de 2025 exhibiendo esta característica.
La trayectoria casi estacionaria de la tormenta amplificó los totales de lluvia, un patrón que los expertos vinculan con atmósferas más cálidas que retienen más humedad, hasta un 7 % más por grado de calentamiento.
En Haití, la topografía escarpada y la deforestación convirtieron las lluvias regulares en deslizamientos de tierra mortales, similares a los impactos del huracán Helene en 2024 en Carolina del Norte. Conclusiones clave para la preparación futura:
Las alertas de tormenta tropical emitidas el 24 de octubre permitieron el establecimiento de algunos refugios, pero la violencia de pandillas retrasó las respuestas; la coordinación internacional (por ejemplo, los refugios de la ONU) resultó vital.
Las inversiones en barreras contra inundaciones y reforestación podrían mitigar la erosión, como se observó en los esfuerzos posteriores al huracán Matthew, que redujeron algunas pérdidas.
Las tormentas lentas como Melissa resaltan la necesidad de modelos regionales que predigan “bombas de lluvia” en lugar de viento; el gobierno de Haití y sus socios deben priorizar los sistemas de drenaje y los simulacros comunitarios.
Mientras Melissa se dirige hacia Jamaica y Cuba, su paso por Haití sirve como un duro recordatorio: en un mundo en calentamiento, incluso las tormentas tropicales “menores” pueden causar una gran devastación a los más expuestos. El monitoreo continuo del Centro Nacional de Huracanes enfatiza las acciones de protección inmediatas para salvaguardar vidas.

