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El Senado de los Estados Unidos confirmó a Leah Francis Campos como Embajadora de Estados Unidos en la República Dominicana el 7 de octubre de 2025, mediante votación oral durante el 119.º Congreso. Nominada por el presidente Donald Trump en diciembre de 2024.
Campos sucede a la exembajadora Robin Bernstein, cuyo mandato finalizó en 2020, dejando el puesto vacante durante casi cinco años bajo la administración Biden, con un liderazgo únicamente interino.
Esta confirmación marca uno de los primeros nombramientos diplomáticos de la administración Trump en el hemisferio occidental, lo que indica un enfoque renovado en la interacción con el Caribe y Latinoamérica.
Campos, residente de Virginia y de ascendencia hispana (con herencia mexicana y española), aporta al cargo una sólida trayectoria en inteligencia, política exterior y estrategia del sector privado
. Católica devota y madre de cuatro hijos, obtuvo una licenciatura en Ciencias Políticas por la Universidad Estatal de Arizona (1994) y una maestría en Asuntos Públicos e Internacionales por la Universidad de Pittsburgh (1997), y habla español con fluidez
Función y contribuciones clave: Carrera temprana (década de 1990-2012)Oficial de la CIA durante más de una década, concentrándose en Europa occidental y América Latina; influyó en su decisión de postularse para el Congreso en el noveno distrito de Arizona (primaria republicana fallida en 2012).
Servicio en el Congreso (2013-2019): Asesora principal y directora de personal del Subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes para el Hemisferio Occidental; asesoró al presidente Ed Royce (republicano por California) sobre la política para América Latina y el Caribe, actuando como líder republicano en asuntos regionales y enlace con la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional.
Sector privado (2019-presente); Asesora estratégica sénior en SAS Institute, una empresa estadounidense de datos e inteligencia artificial, especializada en América Latina, el sur de Europa, Oriente Medio y África.
Durante su audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado en mayo de 2025, Campos enfatizó su compromiso con los intereses nacionales de Estados Unidos, basándose en su experiencia en inteligencia y políticas.
La confirmación tiene impactos inmediatos y simbólicos en las relaciones entre Estados Unidos y la República Dominicana (RD), una alianza bilateral clave con un valor de más de 20 mil millones de dólares en comercio anual y crucial para la migración, la seguridad y la estabilidad económica de la región.
Tras cinco años de liderazgo interino, la vacante del puesto restablece la plena presencia diplomática, lo que podría acelerar iniciativas estancadas.
Las primeras reacciones destacan este impulso “histórico y estratégico” para las relaciones, con el apoyo bipartidista del Congreso, incluyendo las felicitaciones del representante Adriano Espaillat (demócrata por Nueva York), quien representa a una gran comunidad dominicana-estadounidense.
Campos ha prometido prioridades que incluyen una mayor seguridad fronteriza en la frontera entre la República Dominicana y Haití para frenar la migración ilegal —un problema acuciante en medio de la inestabilidad haitiana— y contrarrestar la creciente presencia económica de China en la República Dominicana (que cambió su reconocimiento diplomático de Taiwán a Pekín en 2018).
Su postura de “América Primero”, elogiada por grupos republicanos, podría intensificar los esfuerzos de Estados Unidos para limitar las inversiones chinas en infraestructura (por ejemplo, puertos y proyectos energéticos), a la vez que promueve el comercio con Estados Unidos en el marco del CAFTA-DR.
Como católica hispana, el perfil de Campos tiene eco en la República Dominicana, predominantemente católica, lo que podría fomentar los lazos interpersonales. Las reacciones en redes sociales celebraron su fe, con imágenes de ella con un crucifijo que se hicieron virales entre el público conservador y católico.
El discurso público en plataformas como X (anteriormente Twitter) muestra un sentimiento predominantemente positivo, con más de 2400 “me gusta” en publicaciones que elogian sus cualificaciones y valores familiares, aunque algunos criticaron retrasos administrativos previos.
Las consecuencias a corto plazo incluyen la simplificación de los canales diplomáticos para iniciativas conjuntas, como:
Cooperación en Migración y Seguridad, Se espera un aumento de la ayuda estadounidense para las patrullas fronterizas de República Dominicana y las iniciativas contra la trata de personas, lo que podría reducir los flujos migratorios irregulares hacia EE. UU. entre un 10 % y un 20 % el próximo año, según los patrones históricos de puestos similares.
Cambios económicos y geopolíticos. Un mayor escrutinio de los acuerdos con China podría dar lugar a alternativas respaldadas por EE. UU. en turismo, energías renovables y tecnología (aprovechando su experiencia en SAS), lo que fortalecería el papel de República Dominicana en las cadenas de suministro estadounidenses.
Esto se alinea con la estrategia más amplia de Trump para América Latina, posiblemente influyendo en las elecciones o las alianzas en la Cuenca del Caribe.
: El nombramiento revitaliza las bases republicanas, presentando a Trump como un candidato decisivo en política exterior tras el estancamiento de la era Biden, pero podría atraer el escrutinio de los progresistas si se endurecen las políticas migratorias.
A largo plazo, el mandato de Campos podría consolidar a RD como un socio estable de EE. UU. frente a amenazas regionales como la influencia venezolana o el desplazamiento climático, aunque el éxito depende del compromiso recíproco del presidente RD, Luis Abinader.
La confirmación de Campos representa un triunfo pragmático para la diplomacia estadounidense, al aportar experiencia especializada a un puesto vital en medio de la competencia geopolítica en las Américas.
Subraya la intención de la administración Trump de priorizar la seguridad hemisférica por encima de la inercia multilateral, lo que probablemente generará avances tangibles en el control migratorio y la resiliencia económica.
Si bien no hubo controversias importantes que empañaran el proceso, su conservadurismo y fe sin complejos pueden polarizar el discurso; sin embargo, su trayectoria la posiciona para promover eficazmente la prosperidad mutua. En general, este nombramiento refuerza la alianza entre EE. UU. y RD como piedra angular de la estabilidad caribeña, con indicadores iniciales que apuntan a resultados proactivos y basados en los intereses de ambos.

