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René Antonio Fortunato (1 de febrero de 1958 – 19 de julio de 2025) fue un cineasta, documentalista, periodista e historiador dominicano, considerado uno de los más grandes cronistas visuales de la historia de la República Dominicana.
Nacido en Santo Domingo, estudió Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), así como cine en Venezuela y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba.
Desde los 16 años se involucró en actividades cinematográficas, comenzando como aficionado y luego trabajando en producción sonora y periodismo, escribiendo sobre cine en medios como Listín Diario, La Noticia y El Caribe.
Su carrera despegó con su primer documental, Tras las huellas de Palau (1985), y se consolidó con Abril: La trinchera del honor (1988), que le valió reconocimiento nacional e internacional.
Fortunato dedicó su vida a documentar la historia política y social dominicana, con un enfoque crítico y riguroso, utilizando material de archivo y una narrativa que combinaba emotividad con precisión histórica.
Su obra abarca momentos clave del siglo XX en la República Dominicana, como la dictadura de Rafael Trujillo, los gobiernos de Joaquín Balaguer, la Revolución de Abril de 1965 y el ascenso de la democracia en 1978.
Entre sus documentales más destacados están Trujillo: El poder del jefe (trilogía), Balaguer: La herencia del tirano, Juan Bosch: Presidente en la frontera imperial, Caamaño: Militar a guerrillero y El triunfo de la democracia (2025), su última obra estrenada pocos días antes de su fallecimiento.
El trabajo de Fortunato tuvo un impacto profundo en la cultura, la educación y la conciencia histórica de la República Dominicana. Su cine no solo documentó hechos históricos, sino que sirvió como una herramienta educativa que fomentó la reflexión y el debate en espacios académicos, políticos y mediáticos. Su compromiso con la verdad histórica y la identidad dominicana lo convirtió en un referente ineludible para entender los procesos políticos y sociales del país.
Fortunato creó un archivo audiovisual sin precedentes, rescatando momentos olvidados o poco conocidos de la historia dominicana. Sus documentales, basados en rigurosas investigaciones, combinaron imágenes y sonidos de época con testimonios orales, ofreciendo una mirada crítica a eventos como la dictadura de Trujillo, la represión de Balaguer y las luchas democráticas. Obras como Abril: La trinchera del honor y El triunfo de la democracia se convirtieron en referencias obligadas en la educación histórica del país.
Sus documentales han sido utilizados en aulas, círculos políticos y medios de comunicación, contribuyendo a formar una ciudadanía más crítica e informada. Al abordar temas como la represión, el racismo político (especialmente contra José Francisco Peña Gómez) y la corrupción, Fortunato despertó una conciencia histórica que trascendió generaciones.
Su trabajo fue galardonado con premios como el Pitirre al Mejor Documental del Caribe en el Festival Internacional de Cine de San Juan (1990) por Abril: La trinchera del honor y el LASA Film Award de la Latin American Studies Association (1995) por El poder del jefe II. Estos reconocimientos destacaron su capacidad para narrar la historia dominicana con relevancia universal.
Fortunato concebía el cine como un proyecto de vida y una herramienta de lucha social. Desde los años 70, en un contexto de represión política, asumió el cine como una forma de resistencia y expresión de su disconformidad con las injusticias. Su obra refleja un compromiso con la verdad, la justicia y la dominicanidad, alejándose de fines comerciales o de moda.
La muerte de René Fortunato el 19 de julio de 2025, a los 67 años, a causa de una enfermedad cancerosa que deterioró su salud en los últimos meses, dejó un profundo vacío en la cultura dominicana.
Fortunato era una figura irreemplazable en el cine documental dominicano. Su capacidad para narrar la historia con rigor y sensibilidad no tiene parangón, y su ausencia plantea un desafío para quienes busquen continuar su labor de preservar la memoria histórica.
Su fallecimiento, ocurrido poco después del estreno de El triunfo de la democracia (10 de julio de 2025), generó una ola de pesar en la sociedad dominicana. Figuras públicas, colegas y ciudadanos expresaron su dolor, destacando su integridad y legado. La periodista Alicia Ortega lo describió como “un patriota silencioso, un maestro de la verdad” y un cineasta brillante.
Aunque Fortunato dejó un archivo audiovisual invaluable, su muerte plantea preguntas sobre cómo se preservará y difundirá su trabajo. En 2020, él mismo facilitó el acceso gratuito a sus documentales en YouTube a través de Videocine Palau, lo que asegura que su legado siga siendo accesible. Sin embargo, la falta de nuevos proyectos bajo su visión única podría ralentizar la producción de documentales históricos de este calibre.
La trayectoria de René Fortunato es un testimonio del poder del cine como herramienta de memoria, resistencia y educación. Su obra no solo documentó la historia dominicana, sino que la dignificó, ofreciendo una narrativa crítica que desafió las versiones oficiales y promovió una ciudadanía más consciente. Su compromiso con la verdad histórica, su rigor investigativo y su estilo narrativo, caracterizado por el uso de archivos audiovisuales y una voz en off autoral, lo consolidaron como un pilar de la cinematografía dominicana.
Fortunato demostró que el cine puede ser más que entretenimiento: puede ser un vehículo para la justicia social y la construcción de una identidad nacional. Su última obra, El triunfo de la democracia, estrenada en un momento simbólico poco antes de su muerte, cerró su carrera con un mensaje de esperanza y lucha por una democracia verdadera, resaltando figuras como José Francisco Peña Gómez y los eventos que marcaron el fin del régimen de Balaguer en 1978.
Su legado perdurará en sus documentales, que seguirán siendo una fuente de educación y reflexión para las generaciones presentes y futuras. Como expresó un usuario en X, “su cámara nos enseñó a mirar nuestra historia con dignidad y verdad”. La República Dominicana pierde a un maestro, pero su obra continuará inspirando y educando a quienes buscan comprender su pasado para construir un futuro más justo.
