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La reunión entre el presidente dominicano Luis Abinader y el expresidente Hipólito Mejía, celebrada el 11 de julio de 2025 en la residencia de Mejía en Santo Domingo, formó parte de un diálogo nacional más amplio para abordar la crisis actual en Haití y sus implicaciones para la República Dominicana.
La reunión fue ampliamente interpretada como un esfuerzo estratégico para consolidar una postura nacional unificada sobre la crisis haitiana, con énfasis en la soberanía y la seguridad dominicanas.
El presidente Abinader enmarcó el diálogo como un paso crucial en la construcción de una “política de Estado” consensuada para abordar los desafíos planteados por el colapso institucional de Haití, la escalada de violencia pandillera y las consiguientes presiones migratorias.
La inclusión de Mejía, figura destacada del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y expresidente (2000-2004), resaltó la intención del gobierno de involucrar a líderes políticos influyentes de todas las administraciones para legitimar y fortalecer su enfoque.
Las publicaciones en X destacaron el énfasis de Abinader en el “alto nivel de consenso nacional” alcanzado en esta reunión, sugiriendo que se consideró un paso productivo hacia una acción unificada.
Los críticos, en particular organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, interpretaron el enfoque del gobierno dominicano en la crisis haitiana como un pretexto para justificar políticas migratorias estrictas.
El firme rechazo de Abinader a las críticas de Amnistía Internacional durante la reunión —donde afirmó que la organización carecía de “autoridad moral” para cuestionar las políticas migratorias dominicanas— indicó una postura defensiva ante las acusaciones de discriminación racial y violaciones de derechos humanos en las deportaciones.
Esto sugiere que la reunión no solo se centró en abordar la inestabilidad de Haití, sino también en reforzar la línea dura del gobierno dominicano sobre la migración, que cuenta con apoyo político nacional pero genera escrutinio internacional.
La reunión contribuyó a un esfuerzo más amplio para unificar a los líderes políticos dominicanos en torno a una política cohesiva sobre Haití. Al interactuar con expresidentes como Mejía, Danilo Medina y Leonel Fernández en reuniones previas, Abinader demostró su compromiso con la colaboración interpartidaria.
Este enfoque refuerza la legitimidad de las políticas gubernamentales a nivel nacional y transmite a la comunidad internacional que la República Dominicana cuenta con un amplio respaldo político.
El diálogo reforzó las estrictas políticas migratorias de Abinader, incluyendo la construcción en curso de un muro fronterizo de 164 km y la deportación de más de 250,000 migrantes haitianos en 2023.
El enfoque de la reunión en la seguridad y la soberanía probablemente reforzó el apoyo público a estas medidas, ya que las encuestas indican que la mayoría de los dominicanos aprueba la postura firme de Abinader respecto a la migración haitiana.
Sin embargo, esto también intensificó las críticas de grupos de derechos humanos, quienes argumentan que políticas como las expulsiones colectivas violan obligaciones internacionales, como el principio de no devolución.
La reunión se basó en esfuerzos previos, como la carta conjunta enviada por Abinader y los expresidentes Mejía, Fernández y Medina a los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU en junio de 2025, instando a una misión más fuerte liderada por la ONU en Haití.
Este diálogo ayudó a mantener el impulso de la incidencia internacional, posicionando a la República Dominicana como un actor regional proactivo que busca apoyo global para abordar la crisis de Haití, a la vez que desvía la responsabilidad de acoger a más refugiados.
La reunión consolidó aún más la posición política nacional de Abinader. Sus altos índices de aprobación (alrededor del 70 % en 2024) y su reelección en mayo de 2024 se debieron en parte a su gestión de la crisis haitiana y a sus esfuerzos anticorrupción. Al alinearse con figuras respetadas como Mejía, Abinader fortaleció su imagen como un líder capaz de fomentar la unidad en temas polémicos, lo que podría beneficiar a su Partido Revolucionario Moderno (PRM) en futuras contiendas políticas.
La reunión concluyó con la reafirmación del compromiso con una política nacional unificada que prioriza la seguridad y la soberanía dominicanas en respuesta a la inestabilidad de Haití.
Abinader enfatizó la necesidad de cooperación internacional para abordar la crisis haitiana, reiterando que la República Dominicana no asumiría la carga sola.
El diálogo subrayó la determinación del gobierno de mantener estrictos controles migratorios, incluyendo las deportaciones y el muro fronterizo, a pesar de las críticas internacionales.
La desestimación por parte de Abinader de las preocupaciones de Amnistía Internacional durante la reunión indicó que se sigue priorizando el apoyo político nacional sobre las presiones internacionales en materia de derechos humanos.
La participación de Mejía y otros expresidentes en estas conversaciones puso de relieve un consenso político poco común en la República Dominicana, lo que podría fortalecer la influencia diplomática del país al promover la intervención internacional en Haití.
Sin embargo, el enfoque en políticas migratorias restrictivas podría tensar aún más las relaciones con las organizaciones de derechos humanos y complicar los lazos bilaterales con Haití, especialmente en medio de las tensiones persistentes por temas como la disputa del río Dajabón.
La reunión fue una medida calculada para consolidar el apoyo interno, reforzar las estrictas políticas migratorias e impulsar la acción internacional ante la crisis de Haití. Si bien fortaleció el liderazgo de Abinader y la unidad nacional, también profundizó la brecha entre el enfoque de seguridad de la República Dominicana y las preocupaciones sobre derechos humanos planteadas por los observadores internacionales
